jueves, 3 de mayo de 2018

Sobre la cabeza de la nieta pende la espada de Damócles.

La abuela está tan convencida del embarazo de Pascualita que me lo estoy empezando a dudar... aunque no creo que sea del butanero. No puede que el hombre tenga el gusto tan atrofiado como para ligarse a la media sardina con lo fea que es. Yo, sin ir más lejos, estoy muchísimo mejor y nunca me ha tirado los tejos... y si lo ha hecho no me he enterado. Tendré que poner más atención.

Sigo asustada esperando el castigo que, seguramente, está preparando la abuela contra mi por la dichosa foto de Pascualita en el facebook. - ¡Pero si no la conoce nadie! (le razoné pero, que si quieres arroz, Catalina) - "Se reían de ella en mi cara. Decían que era fea ¡Imagínate, fea mi pequeñita. Si es una sirenita de lo más mono que ha parido madre" (se la notaba acongojada y dolida) - ¿Hace tiempo que no vas al oculista, abuela? - "¿Qué insinúas, boba de Coria?" - ¡Nada! Es una pregunta hecha con la debida preocupación de nieta a abuela. - "Más te vale porque me ha parecido que ibas de coña"

Andresito me ha dicho que su mujer está de los nervios. Por las noches tiene un sueño intranquilo y habla. A veces hasta grita y no le deja dormir. - ¿Y qué dice? - ¡La mataréeee! - ¡Ostras! - Se me pusieron los pelos de punta. - ¿Seguro que no dice ¡Te mataré! abuelito? - Seguro, seguro. Es que ésta guerra no va conmigo... ¿Tú sabes a quién se refiere? - ¡¡¡No tengo ni repajolera idea, abuelito!!!

Geoooorge ha llegado de avanzadilla familiar, cargado con los avíos de una paella de marisco. - Luego venir madame and mister. - ¿Para qué? - Puso los ojos en blanco como diciendo: no es más tonta porque no se entrena. - Para paellaaaaa... - ¿Y qué se celebra? - Mi no saber. - Los buenos mayordomos ingleses se enteran de todo lo que se habla en su casa. - Yes. Pero no soltar prendau, boba de Coria.

Cuando el aroma de la paella invadía toda la escalera de la finca, llegó la que faltaba para el duro: - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Que bien huéle! - Y, ni corta ni perezosa, se sentó a la cabecera de la mesa, presidiéndola. - ¡Gracias, amiga! (se dirigía a la abuela) Es un detallazo que celebremos que he alquilado mi piso del 4º durante una semana, a unos guiris que me pagan tropecientos euros por ello. ¡Ahora sí que llegaré a fin de mes!

- ¿Tiene el piso legalizado? - Te importará mucho. - Es la Ley. - Tu abuela lo ha arreglado todo... ¡vamos a comer! - Miré a la abuela. Desde el broche que llevaba en la solapa, Pascualita me enseñaba su dentadura. La abuela sonreía con malicia mientras uno de sus colmillos lanzaba un destello. Ay, ay, ay... aquello no pintaba bien... Entonces soltó uno de sus famosos refranes de modo que pareciera una amenaza en toda regla: - "Donde las dan, las toman, nena"

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