miércoles, 9 de mayo de 2018

Despidiendo a Optaciano.

La abuela tiene más cara que espalda y no se inmuta aunque la acusen de haber cometido un crimen.  Desde mi casa salimos camino de El Funeral en el rolls royce con los abuelitos, la Momia (convertida por obra y gracia de la peluquera, en una Marilín Monroe metida en años... en muchos años) Pascualita y yo.

La sirena iba en su termo de los chinos, colgado del cuello de una servidora. - ¡No quiero llevar éste trasto! (protesté) - "Pues no te va a quedar otra porque no hace juego con mi elegante atuendo" (me contestó la abuela) - ¡Tampoco hace juego con el mío! - "¿Quiéres la Torre del Paseo Marítimo el día de mañana?" - ¡Eso es chantaje! - "Puro y duro" (remarcó con un punto de mala leche y un destello en uno de los colmillos.

El Funeral estaba lleno a rebosar. En una mesa cercana a la Pared de los Finados había una mujer mayor, llorosa, que tenía toda la pinta de ser la víuda de Optaciano. Pensé que lo primero que debía hacer, antes incluso de beber la copa de chinchón que tenía en las manos, era darle el pésame.

Me costó acercarme por el gentío. Cuando, finalmente, lo logré vi que, efectivamente, lloraba. Tenía los ojos hinchados y grandes lagrimones corrían por sus arrugadas mejillas. - Pobre mujer, pensé. Lo quería de verdad. - De repente quedé atónita. La mujer lloraba... ¡de risa! ¡La tía estaba encantada de ser el centro de atención! Pensé que el dolor le había trastornado el cerebro, pero no. Estaba conociendo a las amantes de su marido (de chivarlo se encargaba la Cotilla, mientras trasegaban copa tras copa de licor)

La viuda, declarada heredera universal, les iba contando lo que haría con todo ese dineral. - ¡Vivir la vida sin tener que aguantar a nadie! jajajajajajaja - Quitarme las arrugas y dejarme la cara más lisa que el culito de un bebé ¡Aaaaaayyyyyyyyyyyyy, que risaaaaaa!. - Gastar en mi lo que él pensaba gastarse en vosotras jijijijijiji ¡Ya os pasaré las fotos para que veáis lo que os habéis perdido jajajajajaja!...

La Momia suspiraba y me dio pena. - No le hagas caso a esta lagarta. Habla desde el rencor. - ¡Que va! Lo hace desde el sentido común. ¡Eso tendría que haber hecho yo cuando se me murió el marido! Que pena de años perdidos hasta que llegó tu abuela a la familia y me abrió los ojos a un mundo nuevo, a disfrutar de mis cubanitos culito-espingones... ¡Mañana mismo iré a que me quiten las arrugas!

Cuando la foto de Optaciano quedó colgada en la Pared de los Finados brindamos por él y estuvimos bailando hasta el amanecer. El hombre, en lugar de misas, había dejado pagado antes de morirse, una gran juerga para todos sus amigos.




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