miércoles, 4 de abril de 2018

Tarde de empanadas.

Estoy más pallá que pacá... Aaaaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyyy, que hartá de cocina me he dado. Y lo peor es que no estaba sola, la abuela y la Cotilla han venido "a ayudarte" me dijeron.

Hemos estado toooooooda la tarde haciendo empanadas... en realidad las he hecho yo y ellas se las comían y les ponían nota. - ¡Estaros quietas que no me cunde! - ¡"Nena, prepara cafés con leche para mojar los crespells"! - Prepáralos tu, abuela. Tengo las manos llenas de harina. - "¿Esta casa de quién es?" - Mía - "Y nosotras tus invitadas así que ¡prepáralo tú!"

Sobre la mesa de la cocina dos botellas de licor se iban vaciando a bastante velocidad: la de chinchón y la de moscatel. La Cotilla detalló el por qué de ello. - No acabo de decidir con que bebida están más buenas éstas cosas... - "Yo tampoco... ¿ahora que toca?" - Moscatel. - "A ver... hummm... No está mal... A ver ahora con chinchón... hummm... pues, hija, no sé por cual decidirme"

- "Mira, Cotilla, está sacando los robiols del horno jajajajajajaja ¡parecen churros!" - Que poco arte tiene tu nieta para darles forma ¡Vaya birria! - ¿A que no los probáis? - "¿Tu quieres ser, algún día, la dueña de la Torre del Paseo Marítimo?... pues trae pacá los robiols... ¡hip!... ¡perdón!" jajajajajaja

A las dos amigas se unió después Geooooooorge. - Ser feo pero no ser malo... - ¡Que jodío es éste inglés! Pues bien que te lo comes. - "¡Nena, prepárale un te!" - ¡Ni hablar!

Llamaron a la puerta y como los tres "invitados" estaban en plena juerga, tuve que ir yo a abrir. Eran Bedulio y el señor Li. - ¿Pasa algo? (pregunté) - Nos ha invitado tu abuela a comer cosas ricas. - ¿Hacel tú? - Sí. - Menos mal que yo tenel segulo de médico plivado. - ¡Oiga!

Cuando el coma etílico y el empacho asomaban ya la patita, me di cuenta de que Pascualita estaba en el frutero. Ahogué un grito para no dar la voz de alarma. La abuela me guiñó un ojo bizco debido al alcohol y dijo: - "No pasa... ¡hip! ... nada. Están... ¡hip! ... todos borrachos" - Y cayó de bruces sobre la mesa haciendo compañía a los otros tres.

Pascualita saltó a por los restos de comida y bebida. Me senté junto a ella y me comí lo poco que habían dejado. Un rato después la barriga de la sirena parecía un globito a punto de explotar. La mía no quise ni mirarla.

Por lo visto me arrastré, sirena en mano, hacia mi cama a dormir la mona. Allí me despertó la abuela a las horas brujas de la madrugada, muy enfadada. - "¿No me digas que no has dejado nada para Andresito y la Momia?" - Estooo... no sé... - "¡Vámonos, Geoooorge. Esta egoísta se lo ha comido todo!" - Si, madame ¡Que crus tiene you con this nietau! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario