domingo, 8 de abril de 2018

Fiesta en el castillo de Bellver.

- "¡Ah, del castillo!" - gritó la abuela al llegar junto al foso que lo circunda y atestado de cocodrilos. - ¿Es necesario gritar tanto? - "Si a alguien se le hubiese ocurrido poner un timbre, no haría falta." - Estoy un poco asustada... ¿Es verdad que hay un dragón ahí dentro o es un cuento chino? - "Tu misma lo verás" - ¡No quiero ni que se me arrime!... ¿No pensarás dejarme con él? - "Claro, porque después vendrá un caballero, con su armadura de plata y su caballo alazán, dispuesto a rescatarte ¡Imagina que sea San Jorge! ¿Cuándo has visto tu un santo de verdad, boba de Coria? - Nunca, solo santos con peana.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! - "Perdona, Cotilla, pero yo estoy primero" - Un soldado con cota de malla, se asomó desde lo alto de la Torre del Homenaje y para no perder la costumbre, gritó. - ¿Que buscáis por aquí, bellas damas? - Debe ser Pepe el corto de vista del castillo jajajajajajaja... ¡Aaaaaaaayyyyyyyyyyy! (¡que pescozón me ha dado la abuela!) - "Queremos entrar y unirnos a vuestra fiesta" - ¿Traéis la viandas? - "Ya lo creo" - ¿Sabéis que debéis dejar un diezmo para el Señor del Castillo? - "¿También tenéis corrupción?" - Cuidad vuestra lengua o harán con ella llengo en tàpares. - "¡Que genio! También traigo una doncella... es un decir... para el Dragón. - Es ¡¿eso?! Tendréis que pagarle otro diezmo al Dragón o no la aceptará. Es muy escrupuloso. Y cojan número que hay cola (gritó el cegato)

En el castillo reinaba la música, el baile, las pruebas deportivas como tiro con arco al ladrón, lanzamiento de reos desde lo alto de la muralla, torneos de justas con armadura y todo... Nos sentamos donde pudimos porque estaba todo lleno.

La gente comía las empanadas del pancaritat. Hablaban con la boca llena. Se atragantaban. Algunos murieron atragantados y fueron entregados a los cocodrilos del foso que también tenían derecho a participar de la fiesta.

De la cesta, la abuela sacó una especie de sardina con pelo-algas en lo alto de la cabeza. Un perro se acercó a olfatearla y acabó sangrando por la nariz y corriendo entre la gente para poner tierra por medio entre él y lo que sea que le había mordido
.
Sonaron clarines y trompetas para dar paso a un caballero al que su armadura chirriaba por falta de tres en uno. Las doncellas que tenían número para el show del Dragón le dieron un repaso visual, de arriba abajo e hicieron sus comentarios: - Es un caballero de tres al cuarto. - ¡No lo quiero ni regalado! - Mejor el Dragón, por lo menos estaré calentita... - El buen hombre fue abucheado y salió por donde había venido. Los caballeros que le siguieron no tuvieron mejor fortuna. Al final las damas tuvieron que contentarse con el ganado que había y por fin, fueron entrando en la cueva del Dragón. Algunas no salieron. Algunos caballeros tampoco, cosa que causó el enfado del encargado del bienestar del Dragón porque, a causa del hierro de la armadura, el pobre bicho sufrió fuertes dolores de estómago y tuvo que suspenderse el espectáculo.

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