viernes, 16 de marzo de 2018

La Primavera se acerca...

- Cuando ya pensaba que la Primavera venía a toda pastilla, con su polen, sus abejitas, avispas, procesionaria, Procesiones, florecillas de campo y de jardín, nazarenos multicolores, saetas, escapadas de largo fin de semana, etc. etc. etc... O sea, lo que toca. Resulta que la semana que viene ¡nevará!

- ¿Cómo que nevará? ¿Es que nadie ha escuchado que ya es Primavera en el Corte Inglés? La biblia-oráculo del Tiempo por excelencia ha hablado y nadie le hace caso. ¡Yo sí, yo sí! Pero, qué si quiéres arroz, Catalina.

- Reconozco, ahora que nadie me oye, que tengo pocas neuronas y la mayoría duermen la siesta casi todo el día. Por eso no está bien que me descoloquen jugando a la Yenca con el puñetero tiempo. Y para rizar el rizo, ya se anuncia ¡el cambio de hora! Pero, por favor, los que movéis éstos hilos, ¡tened las manos quietas de una vez!

- Entre soponcio y soponcio he decidido que no voy a escuchar a nadie y si tengo que salir a la calle vestidita de Primavera, lo haré, aunque me cueste una pulmonía. ¡Los demandaré a todos!

- "¿Quiénes son todos, nena?" - Todos son MUCHOS. ¿Crees que entre ellos no encontraré a los culpables de éstos desaguisados? - "Seguro que si" - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! -
"¡Bienvenida, Cotilla!" - ¿Te alegras de verme...? - "¡No lo sabes tú bien! Bueno, me voy que todavía debo arreglarme para ir a El Funeral ésta noche. Tenemos que colgar la foto de Bonifacio Cortacéspedes en la Pared de los Finados y celebrarlo después" - Pero si faltan un montón de horas (se quejó la Cotilla)

No le sirvió de nada porque la abuela tomó las de Villadiego a paso de carga, escaleras abajo. Geooorge ya la esperaba con la puerta del rolls royce abierta y salieron de estampía dejando trás de si bocinazos, frenazos, indignación y tacos de los más altos calibres.

Yo seguía con mi perorata mientras la Abstenia Primaveral continuába jugando conmigo a volverme majareta. Entonces la Cotilla me pasó una copa llena de chinchón. - ¡Brindemos por los que van a ir a la cárcel por chorizos! A continuación brindamos por los que, siendo chorizos, no entrarán. Después por los estómagos agradecidos que no dudan en fastidiar al prójimo con su voto... Y así hasta que dejé este mundo... o casi.

Cuando volví en sí, muchas horas después, estaba la casa a oscuras, tenía la lengua como una lija y creí firmemente, ser vendedora del cupón de la Once. Tanteé a mi alrededor y toqué un cuerpo frío y húmedo en mi regazo. El miedo me paralizó y pensé que iba en silla de ruedas. Busqué las ruedas para hacer carreras por el pasillo. Pero solo había pasillo... Volví a tocar... - ¿Pascualita? - El mordisco me volvió a la realidad y recordé que me sabía todos los insultos del mundo ¡y lo demostré! Hasta que los vecinos, aporreando la puerta, gritaban: - ¡¡¡Esa boca, niñaaaaaaaaaaaaaaa!!!

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