sábado, 3 de marzo de 2018

El señor Li tiene... ¿sirenos en su tienda?

- El viento parecía querer llevarse la Catedral. El viento es caprichoso y no se fija. Cree que la Seo es un velero varado sobre la muralla que lo alejó del mar. Pero no ha podido en ella, que es lo primero que buscamos con la mirada los mallorquines cuando llegamos por mar a la isla. - Pascualita no reprimió el bostezo que, por poco, le desencaja la mandíbula.

- Vale, he entendido el mensaje, doña Sinforosa. - Y dediqué mi tiempo a preparar nuestros desayunos. Más tarde salimos al balcón a ver los estragos del viento en mi calle. Y sí, había, pero en casa.  El viento le había echado un pulso a una planta de mis macetas y le ganó. La pobre planta estaba doblada y tirada. Le grité al viento: - ¡Mira que hay balcones y macetas en éste edificio y tienes que cebarte, precisamente, en la mía! ¡Anda y que te zurzan!

A punto de entrar en casa, me di cuenta de que me hacían señales. Era el señor Li que , desde la acera, hacía toda clase de aspavientos. No lo hacía mal del todo y le aplaudí. Pero no me hizo la reverencia de rigor... incluso pareció ofendido.

- ¿Quiére que le abra? - le pregunté cuando le vi dar patadas a la puerta de entrada. Le abrí y subió hecho un basilisco. - ¡¡¡Yo hacel indio en calle. Tú no ablil puelta. Tu sel boba de Colia!!! - ¡Anda! ¿Qué he hecho yo? - ¡¡¡Yo decil que tenel gambas goldas en tienda. Muchas. Y tú no entendel!!! - ¡Porque no sé chino, caray! - ¡Sel señas! - ¡Y qué!¡Son señas chinas! ¡¿Ya me ha dicho lo que quería decirme? Pues, hale. Tarifando para su casa, buen hombre!

Le cerré la puerta en las narices. Menuda sofoquina cogí. Me senté en la salita con Pascualita, a ver la tele. En cuanto salió Belen Esteban Pascualita se lanzó contra el televisor. - ¿Pero qué te ha hecho para querer morderla? -

Vacié varias copas de chinchón, a medias con la sirena y me fui calmando. Con la calma pude pensar con claridad. - ¿Qué quiso decir el señor Li con lo de gambas gordas? ¿Que, literalmente, son GAMBAS y son GORDAS... o son SIRENAS? Tendré que ir a su tienda a verlas... Y acabo de  echarle con cajas destempladas... ¡Vaya por Dios! Ahora tengo una papeleta porque no querrá ni verme, pero ¿a ver qué le costaba a éste hombre hablar en castellano o mallorquín? ¡Tenía que hacerlo en chino, el muy jodío!

Iré mañana. Ya se le habrá pasado el enfado... ¿Y si mañana, cuando llegue, ya las ha vendido todas y todos? porque supongo que también tendrá GAMBOS GORDOS...o SIRENOS.  Aaaaaaay, ¿por qué seré tan vehemente, Señor?

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