martes, 6 de marzo de 2018

A la Cotilla le gusta cumplir.

- "Le he dicho a Andresito que si no viene conmigo a la manifestación del día ocho, se va a enterar de lo que vale un peine" - Eso es algo que debe salir de él. El ir es voluntario. - "También es voluntario que me duela, o no, la cabeza una vez que se ha tomado la viagra" - ¡Pobre abuelito! - "Dónde las dan, las toman"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! He dejado una nota en las iglesias que "límpio" diciendo que el día ocho haré huelga. - "¿Te parece normal hacer ésto?" - Claro. Al tratarse de reivindicaciones es justo que la empresa sepa el por qué de no asistir ese día al trabajo. - Cotilla ¿de qué empresa habla? Usted va allí a robar... - ¡Lávale la boca con lejía a ésta nieta tuya! ¡Que cruz tienes con ella! ¿Cuándo aprenderás a llamar a las cosas por su nombre, maleducada? Son trabajos que me ayudan a llegar a fin de mes. - ¡Son limosnas! - ¡Mejor me lo pones! Soy una pobre pensionista que aún está buscando la subida de éste año ¡No la veo!

Cuando las amigas se van me acerco con Pascualita hasta la tienda del señor Li para ver sus gambas gordas. A ver si hay suerte y se trata de sirenas. - ¿Tu que hacel aquí? - El chino me recibe de uñas. - Quiero ver las gambas gordas. - ¿Tu complal? - Tengo que verlas. - ¡Tu il hacel puñetas! - ¡Espereeeee!

Me echó con cajas destempladas. No me quedó más remedio que hablar con la abuela para que fuera ella a ver las gambas gordas. Y por la tarde se presentó en casa con dos extraños bichos. - ¿Esto son gambas? Parecen marcianos. - "Es lo que me ha dado... Mira éste, parece que tiene bigote" - Las gambas lo tienen. - "Como un galán de cine" - ¡Menuda imaginación, abuela! - "Tal vez sea un sireno..." - Pero estos bichos están congelados... - "Ha dicho el señor Li que les de un toque de microondas pero sin pasarme o los coceré" - Que difícil es todo ésto...

Sentamos a Pascualita sobre el frutero y estuvo observando, sin parpadear, el despertar a la vida de lo que quiera que fueran esos bichos. En cuanto empezaron a moverse los metimos en el acuario. La sirena empezó a dar saltos mortales y por último salió despedida con un fuerte impulso de su cola y se estrelló contra la vidriera del balcón - ¡Pero dónde vas, animal de bellota!

Cuando recobró el sentido la metimos en el agua de mar. Nadó en círculos hacia abajo, lentamente. Buscando a los intrusos que se habían escondido entre las algas. - Abuela, no quiero ver la escabechina que se avecina. Me voy a dormir. - "Yo también. Para ver a Andresito en plan presenten armas y decirle que nones ¡Placer de dioses!" 


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