martes, 6 de febrero de 2018

Okupa, okupada.

- ¡Boba de Coria, te necesito!. - La Cotilla no paraba de sacudirme mientras gritaba en mi oído. Fue un despertar muuuy desagradable. Además, era noche cerrada. No había estrellas. El viento aullaba persiguiendo hojas secas entre las calles de la ciudad. La lluvia llamaba a mis cristales como el lobo del cuento de los Cabritillos pero yo no estaba por la labor de decirle : Enseñame la patita por debajo de la puerta. Entre otras cosas porque, para hacerlo, me tendría que levantar e ir hasta la puerta de la calle. Además, para ver su pata tendría que abrir la puerta porque llega hasta el suelo y no hay quien pase la pata por ahí.

Pero la Cotilla es más pesada que el viento y la lluvia. Y me desperté de muy mal humor, - Espero que sea por una causa justa, o aquí se armará un dos de Mayo que me río yo de la Guerra de la Independencia.

- ¡Claro que es una causa justa! Vamos al cuartel de los municipales a defender a una pobre mujer. -  ¿Y eso? - Se fue de viaje durante cinco días y al regresar ¡había okupas en su casa! - ¡Sinvergüenzas, aprovechados, ladrones! (Uf, que bien me quedé después de esto. No obstante, pregunté) - ¿Para qué tenemos que ir? - La unión hace la fuerza... ¿has oído hablar de ello? - ¡Claro! - Los municipales no le están haciendo caso así que, cuántos más seamos, antes le solucionarán el problema.

Consideré que sí era una buena causa. Y a pesar del mal tiempo y del frío helador de la madrugada, me fui con la Cotilla y de paso, bajé la bolsa de basura al contenedor porque antes me dio pereza.

Eramos pocos los que montaban bulla delante del cuartel pero, algo es algo. Alguien sacó una botella de chinchón y poco después ya no teníamos frío. A medida que se calentaba el cuerpo también se caldeaban los ánimos. Visto lo visto, un municipal se dirigió a nosotras. - ¡Bedulio! ¿estás de guardia? - No. Estoy aquí por placer, porque me gusta el frío y aguantar a una panda de guripas  como vosotras (su voz sonaba bastante cabreada)

- Bueno, ¿qué pasa con nuestra amiga? (se encaró con él la Cotilla) ¿Váis a sacar a los okupas de su casa o qué? - No podemos... - ¡Ya salió la inoperancia policial! ¡Solo ayudáis a los ricos! ¡¡¡Fueraaaaaa, fueraaaaaa!!! - ¡Silencio! ¡Despertaréis al vecindario! - ¡Que se despierten y se enteren que no nos defendéis porque somos pensionistaaaaaaas!

Por la cara que ponía Bedulio, se notaba que habíamos colmado el vaso de su paciencia. Abrió las piernas, cruzó los brazos sobre el pecho, nos miró, desafiante y gritó: - ¡¡¡Los okupas han entrado en una casa que ya estaba O.K.U.P.A.D.A. por la denunciante!!!

Nos quedamos perplejos. Bedulio siguió tratándonos como a escolares - La denunciante es la okupa primera que, al probar su propia medicina, ha sentido el instinto de propiedad como si la casa fuera suya. ¡Anda y que les den a todos juntos! - Animados por el sentido de la Justicia y el calorcillo del chinchón, gritamos a coro: - ¡¡¡QUE LES DEN, QUE LES DEN, QUE LES DEN!!!


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