domingo, 7 de enero de 2018

¡Se acabaron las fiestas!

¡No me lo puedo creer! ¡Un domingo que solo es eso, domingo! Cuánto tiempo hacía que no ocurría algo así... Tengo al personal derrengado entre el sofá de la salita y las butacas. Adormilados, comiendo las sobras de tantos días de fiesta: los últimos trozos de la pierna de cordero de Navidad; los últimos polvorones; los últimos restos del caldo con los que llené un tapper grande después de vaciar en él los restos que quedaron en la olla y en los platos ¡No lo iba a tirar con lo rico que estaba! Andresito, feliz con sus dos años menos, ni se ha enterado. Y así, con un poquito de aquí y de allí, nos hemos comido la última Navidad.

La abuela y la Cotilla están r.e.v.e.n.t.a.d.a.s. después del tinglado que montaron en la Cabalgata de los Reyes Magos. Solo reviven con el chinchón y las tacitas de caldo. No me atrevo a decir nada, por no sufrir las consecuencias pero, han llegado a una edad, que está entre los noventa y nueve y los ciento y pico de años ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYY!!!

La abuela ha cogido la fea costumbre de leer por encima de mi hombro lo que escribo sin que me de cuenta ¡Menudo pescozón me ha dado! ¿Por qué no podrá ser como las demás viej... ¡perdón! señoras mayores, que aceptan su edad y se la dicen al primero que encuentran. No, ella es más presumida que un pavo real... Aunque, debo reconocer, que para la edad que tiene (¡esto lo borro!) está estupenda ¡¡¡AAAAAAAAAAYYYYYYYY!!! (¡se me ha olvidado borrarlo!)

La Cotilla está más que satisfecha con la Cabalgata de los Reyes Magos. Le salió muy a cuenta el "trabajo" que realizó a costa de los bolsillos ajenos. Y encima se sacó unos buenos euros vendiendo los caramelos Reales. Está visto que a la gente le gusta que la engañen, sino ¿cómo se entiende que se los compraran con el reclamo de "lo bien que se conservan los tres Reyes después de 2.000 años?

Dice que con las ganancias se comprará un buen microscopio para ver, de una vez por todas, la subida de su pensión porque, con la lupa que encontró, hace unos años, en el contenedor de basura de un barrio rico, apenas ha distinguido las anteriores subidas.

Pascualita duerme a cola suelta, mecida entre dos aguas en el acuario. Está cansada después del trajín a que la sometió la abuela en la Cabalgata. Pero disfrutó, sobre todo cuando mordió la mano del rey Melchor. Por cierto, que fue muy comentado el baile exótico que se marcó en el balcón del Palau Solleric. Naturalmente, ha habido opiniones para todos los gustos pero creo que han ganado los favorables a su actuación.

También la sirena tuvo su regalo de Reyes, cosa rara después de cargase la mano de Melchor pero se ve que en sus corazones, los Magos no guardan rencor y, en la mañana de ayer, sobre las algas del fondo del acuario, había una pequeña botellita de chinchón reposando sobre la arena. ¡Y eso que no tiene zapatos para colocar junto al balcón!

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