martes, 26 de diciembre de 2017

La Nochebuena.

La Nochebuena siguió su curso, lo mismo que el vaciado de botellas de chinchón. La Cotilla estaba encantada porque iba a sacarse unos buenos euros vendiéndolas al peso. - ¿Aún se hace ésto? - ¡Ya lo creo! Las buenas costumbres reaparecen con las crisis.

- Perdo... nad pero ¿Qué clase de... ¡hip!... bicho es ¡eso! - La mujer de Blas el Parado, con los ojos bizcos a causa de la cogorza que llevaba, intentaba fijar la vista sobre lo que yo llamé, especie de bacteria antropófaga ,que nos estaba dejando sin cena. - ¿Una ... bacteria... ¡hip!...? ¡Oh, vaya... tengo mirada de rayos X ¡jajajajajay! Blas, mañana... ¡hip! me presentaré en un lab... oratorio y me haré rica... - Sí, cariño... ¡hip! - Le ahorraré mi... millones de euros al Estaaaado en micros... ¡hip!... copios ¡Veo la bacte... ¡hip!...ria!

La mujer estaba feliz y dejamos que creyera en cuentos de hadas... No nos convenía que pasase de pensar en una bacteria a una sirena. No, no, no. Pero tampoco estábamos dispuestas a que la birria de media sardina nos dejase sin cenar. Así que me puse a cantar a voz en grito, para desviar la atención de las bandejas. - ¡¡¡Esta nocha es Nochebuenaaaaaaaaaaa y mañana Navidaaaaaad. Saca la botaaaaaaaaaaa, Maríaaaaaaaaaa, que e voy a emborrachaaaaaaaaaar!!! - ¡¡¡Eso, esoooooo!!! (jaleaba la mujer del Parado)

Alguien abrió la puerta y allí estaba Bedulio, un poco descompuesto, supongo que por la caída. - ¿Ya no tienes mieeeeeeeeeedo de mi abuelito? - Es que (hacía gestos de dolor) no he cenado. - Ni cenarás jajajajajaja hasta que... ¡hip! ... aprendas a tirarte bien ¡atontao! ¡Abuelito, mira quién ha venidoooo!

El pobre se puso verde de miedo. No podía con los fantasmas, y yo estaba lanzada, gracias al chinchón on the rocks. - Definiti... ¡hip!... vameeeete, no te sienta bien el verde, Bedulio. Mejor el rojo, así que tirate otra vez por... hip!... la ventana. - No me hizo caso. Allá él. Yo se lo decía por su bien.

 Tuve que ponerme el guante de acero para coger a Pascualita. La Cotilla se acercó bizqueando, alargó un dedo y tocó la barriga de la sirena. - ¿Una gamba gooooorda? ¡Se la llevo a ...¡hip! al señor Li! - El mordisco fue instantáneo y la vecina inició el tradicional baile de saltos, carreras, lloros, moqueo, gritos, etc. etc. por toda la casa. Acto seguido, la Momia y su corte de cubanitos culito-respingones, la siguió y nos sumamos todos en una especie de conga enloquecida. Fue divertidísimo.

Junto al belen, Andresito lloraba a moco tendido. "¿Qué te pasa ahora?" (la voz de la abuela sonaba estropajosa) - ¡Es la ruina de nuestro grupo! Hasta las figuritas del belén han cambiado nuestros contrarios.

Detuvimos un momento el baile. Efectivamente: un tiranosaurio Rex se había comido al muñeco de nieve dejando, solo, su cabeza, frente al Portal. Un pato manga-japonés descansaba junto al buey y la mula. Una Mamá Noel, extremadamente sexi llegaba sobre unos esquís. Una vaca hacía las veces de acomodador, al apretarle la cabeza encendía su nariz permitiendo ver las cosas en detalle. Tres grandes ovejas muy lanudas se acercaban al Portal acompañadas del perro pastor... y seguía la lista de "novedades" pero a todos el cuerpo nos pedía juerga y la tambaleante conga siguió dando vueltas por la casa hasta que fuimos cayendo, despatarrados, sin enterarnos siquiera.

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