jueves, 2 de noviembre de 2017

El fantasma de Pepe sigue aquí.

La abuela y la Cotilla han llegado juntas y con cara de guasa, cosa que no augura nada bueno para mi. - "¿Desayunamos?" - ¡Vale! Yo pongo las magdalenas del contenedor del súper. - Yo pondré el cola cao y la leche. Siempre me toca a mi poner más cosas (protesté) - "Va, no te quejes. Hoy las tazas las fregarán los fantasmaaaaaaaasssssssssss jajajajajajajajaja" - Abuela, no empieces que todavía tengo los pelos de punta. - Pero si tienes un chollo, boba de Coria. ¡Jornaler@s gratis !

- No me diga que siguen aquí, Cotilla... ¿A ver cómo duermo yo ésta noche? - "Como siempre: con los ojos cerrados y roncando jajajajajajajaja" - Las dos locas se partían de risa. Y entonces contraataqué. - No se reía tanto ayer (le dije, rencorosa, a la vecina) cuando salió por patas. - Fue para no aguarte la "fiesta" jajajajajaja - ¡Mentira! era miedo, puro y duro. Reconózcalo. - "No reconozcas nada, Cotilla o te lo echará en cara de por vida" - "Gracias", abuela .

- "De nada. Vamos a la cocina... Que detalle, nena" - La Cotilla y yo quedamos atoradas en la puerta de la cocina al querer entrar a la vez. - ¿Qué pasa? - "Que mesa más bonita has puesto. ¿Vas a clase de manualidades?" - Efectivamente, la mesa estaba puesta con primor, un poco recargada para mi gusto pero no dije nada. No podía. El cuerpo de Pepe estaba de pie bajo la estantería de su cabeza... ¿es que nadie lo veía?... Miré la cara reducida y abrió la boca. Ni gritar pude.

Las dos amigas charlaban por los codos sin prestar atención a lo que estaba ocurriendo a pocos pasos de ellas. Un escalofrío me recorrió la espalda y fui en busca de un arma con la que defenderme en caso de ataque del guerrero que estaba en mi cocina. No hay que olvidar que eran carníbales... A Pepe se lo habían comido, se supone que él hacía lo mismo con sus enemigos derrotados...

Pascualita se encontró, de golpe, en mi escote. - Cuando grite tu nombre (le dije), ¡ataca!... ¿Comprendido?.... ¿OK?... La medio sardina pasaba olímpicamente de mi...Entonces me dio por pensar) ¿Quién enseñó a Pepe, un fiero guerrero, a montar una mesa tan bonita? - Le miré desde la puerta de la cocina. Me sonrió y dedicó una cálida y coqueta, caída de ojos. Me estremecí. - Pepe... ¿Pepe es... era... gay?

Las dos amigas callaron de golpe. Después no podían parar de reir - "¡Huuuuuuuyyyyy, no eres más tonta porque no te entrenas jajajajajajajaja" - ¡Sí que se entrena! jajajajajaja - "¡Menos mal que no puede oirteeeeee jajajajajajaja" - La juerga aderezada con unas cuantas copitas de chinchón, continuó hasta que dije - ¡Por eso se lo comieron! -

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