viernes, 15 de septiembre de 2017

¡Un éxito!

¡Ha sido todo un éxito! La madre que las parió. El trío Lalalá ha triunfado por todo lo alto, lo cual quiere decir que no me las voy a quitar de encima ni con agua caliente. Ni a ellas ni a la moto que Ñoñi mete por todas partes. Al final tendré que pedirle a Bedulio que suba a casa a dirigir el tráfico porque lo mismo la encuentro en el baño, que en la cocina, que acelerando por el pasillo. Esta mujer es un peligro público número uno.

El escenario se ha colocado debajo de casa porque aquí la calle hace una especie de placita. Dos horas antes de que empezara la verbena ya había gente dispuesta a aplaudir lo que fuera que cantara el trío Vejestorio... digo, Lalalá.

Se asomaron al balcón y de la calle se alzó un griterío ensordecedor: - ¡Mirad, las artistas! ¡Oé, oé, oé, oéeeeeeeee! ¡Guapaaaaaaaaaaaaas! ¡Que canten, que canten! ¡Que monas, nos tiran besitos! Pues no parecen tan mayores vistas desde aquí... - etc. etc.

La abuela se empeñó en llevar consigo a Pascualita para que viera su actuación lo más cerca posible. Y aunque protesté enérgicamente, me tuve que dar con un canto en los dientes cuando la metió en el termo de los chinos y se lo colgó del cuello.

- ¡Vamos, vamos, que se hace tarde! (gritó Conchi mientras en su teléfono sonaba, por enésima vez, Paquito el chocolatero) - ¿No puede cambiar esa música? (me quejé porque ya la tenía metida en el cerebro) - ¿No te gusta? Eso es porque no la has escuchado suficientemente (dijo Conchi poniendo su carita más angelical)

Una vez sobre el escenario y aplaudidas a rabiar por el público asistente, dio comienzo su actuación. Andresito y yo no quisimos bajar, por miedo a que la gente se cebara en nosotros cuando vieran que las cantantes eran un fiasco y vimos la actuación desde el balcón.

Las "chicas" se movían con gracia al son de la música de los 60 que salía de un tocadiscos recuperado del baúl de los recuerdos. En el escenario había de todo: lentejuelas, flores hippys, plumas, minifaldas que apenas eran un taparrabos, botas con tacones altísimooooooos, una moto y... muchos gallos.

De pronto, un trueno retumbo con una fuerza inusitada y la gente gritó enfervorecida como si aquello formara parte del espectáculo. El rayo había caído cerca y afectó al tocadiscos que se incendió de inmediato. - ¡¡¡Que guaaaaayyyyyyyyyyyyyy!!! (gritaba el público)

Antes de que pudiera llamar a los bomberos, porque el fuego se escampaba por todo, incluso por las ramas más bajas del árbol, cayó el diluvio. En poco tiempo la calle se convirtió en río y los vecinos, en lugar de correr a refugiarse en sus casas, siguieron bailando en la calle porque: - ¡¡¡Gracias, trío Lalalá. Habéis acabado con la sequiiiiiiiaaaaaaaaaa!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario