viernes, 29 de septiembre de 2017

Volandooooo...

A la abuela le ha dado por hacer punto de cruz y lleva enfrascada más de tres horas con un tapetito que quiere regalar a Pascualita por su cumpleaños. - ¿Para qué lo va a querer la sirena? No sabrá qué hacer con él. - "¿Ya estás celosa?" - ¿Yoooooo? No tengo otra cosa que hacer... Pero ¿dónde has vito tu a una sirena con tapate? - "En ningún sitio, boba de Coria, pero a partir de ahora la veré cada vez que venga por aquí." - ¡Muy graciosa!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Haces labores? - "Para entretenerme..." - Estás perdiendo facultades... hasta hace poco te entretenías yendo a El Funeral... ¿Te pesan los años?

Huy, huy, huy. Me retiré un poco de ellas por si salpicaba la sangre. - "Ayer estrené zapatos con un tacón de 10 centímetros y no paré de bailar hasta que echaron el cierre a la cafetería. Anda, mejora eso si puedes." (El rencor asomaba a sus ojos)

Para calmar la tensión del momento, la vecina cambió de tema. - Venía pensando en aquellos tiempos en que volabas... ¿Te acuerdas? - "¡Ostras, síiiiiiiiii! Que tiempos aquellos." - ¿De qué va ésta historia? (indagué) -  "Cuando se estrenó Peter Pan quedamos impactadas viéndolo volar. ¡Quería ser como él!"

Empezaron a recordar, entusiasmadas. - "Un feriante guapísimo, me dijo que me haría volar cada vez que yo quisiera y la Cotilla dijo, ¡A mi también! y él dijo: Pues, vale". - "Entonces me camelaba al pescadero que tenía el puesto más grande y mejor surtid del mercado. Comía langosta casi a diario" - Después de ver la película le hablé del chico de la feria. No tendría que haberlo hecho porque, en cuanto vio a tu abuela ya no nos hizo caso a las demás. Por eso no me explico como siendo su nieta,
no liguas ni la mahonesa. - ¡No empecemos Cotilla!

¡Vaya si empezó! la típica discusión por el dichoso biznieto, se alargó más de una hora y me estaba quedando sin saber lo de los vuelos. La Cotilla se asomó al balcón, miró en todas direcciones y viendo que Bedulio no estaba a la vista, se fue corriendo. - Abuela, sigue... - "Uf,! se me ha hecho tarde..." - Toma un chinchón tranquila y después te vas. - Le di una buena copa y a Pascualita, que se había enganchado a la copa y no había manera de separarla: - "Pues eso, mujer, que el feriante me daba unos porros que me llevaban de punta a punta del Firmamento" - ¡Abuela! - "Yo no sabía de qué eran aquellos cigarrillos!" - Eso no me lo creo ni harta de vino. - ¡Vaya, es lo mismo que me dijo tu primer abuelito antes de pasar al mejor vida!" -  ¿Estabas casada? - "¡Claro!" - ¿Y te arrimabas al pescadero? - "Se arrimaba él" - ¿Y al feriante? - "Era tan guapo..."  - ¿El abuelito lo sabía? - "Lo supo poco tiempo" - ¿Qué quiéres decir? (me tapé la boca con las manos para no gritar porque acababa de darme cuenta de una cosa horrible) ¡¿Por eso... el abuelito vaga por ahí transformado en alma en pena? - A la abuela le brilló el colmillo y dijo: - "Pues... sí" - Y Pascualita hizo la señal de OK.

jueves, 28 de septiembre de 2017

La tila.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¿dónde quieres que guarde la tila? - ¿Qué tila? - Esta que traigo. - Y dejó una caja grande de cartón llena de cajas con bolsitas de tila, en la mesa de la cocina. - ¿De dónde ha sacado esto? - Estaba junto a un contenedor del súper.. - Que cosas más raras encuentra en esos sitios... Esta caja está sin abrir. - Las multinacionales solo saben derrochar dinero... ¿Lo meto en la despensa? - ¿Seguro que estaba para tirar? ¿Lo ha preguntado antes de cogerla? - ¿Para que me tomen por tonta? Lo he cogido y me he venido para acá. - Creo que Bedulio no tardará en venir.- Voy a hacer como que no te he oído... porque no me gusta lo que se supone que me has llamado, sin decirlo..

La abuela llegó en ese momento. - "Bedulio me ha dicho que te diga, si es que estabas aquí, que te espera en la calle para preguntarte algo" - ¡¡¡Se lo dije!!! - Ya bajaré cuando las ranas críen pelo. - ¡Es por la tila, abuela! Mira que caja se ha "encontrado" - "Ay, que bien me va a venir porque estoy de los nervios a medida que se acerca el domingo" - ¿Qué pasa el domingo? - Las dos amigas fijaron sus asombrados ojos en mi. - "Será el 1-O" - ¿Y? - "Nena ¿nos estás vacilando?"

Un ratito después, ambas se tomaban unas tilas bien cargadas. - "¡No me puedo creer que seas tan tonta y encima te esfuerces para serlo más!" - ¿Qué he echo ahora? - El uno de octubre habrá jaleo en Cataluña, boba de Coria. - "Intentarán que haya un referendum ilegal y puede pasar de todo, aunque esperamos que no ocurra nada malo" - La televisión parece una película de Berlanga. Gentes, que la mayoría, debe tener familia en Cataluña, jalean a la guardia civil con gritos de ¡A por ellos! como si fuesen a repeler un ataque de los indios en las llanuras de Oklahoma. - ¿Así? Pues no he visto nada de eso... - ¡Porque solo miras lo de la Esteban!

- "No quiero que pase nada malo" - Tengo miedo por ellos y por nosotros. - "Ay, Cotilla. Mucha testosterona sale por la boca de extremistas de ambos bandos y eso no es bueno... Voy a tomarme otra taza de tila ¿quiéres?"

Llamaron a la puerta. Bedulio estaba en el rellano de la escalera. - Dile a la Cotilla que salga, que esto ya pasa de castaño oscuro. - Pasa y diselo tu que yo me estoy enterando de lo de Cataluña... Según mi abuela, debes ser el único guardia al que no han mandado para allá. Los maleantes de toda España están encantados con lo del domingo mientras hacen su agosto en septiembre... Dicen que, a río revuelto, ganancia de pescadores... ¿no?

En dos zancadas se plantó ante la Cotilla y cuando iba a detenerla a Pascualita le dio por dar saltos mortales en el acuario. Aquellos ¡CHOFS! le pusieron la carne de gallina, se le erizó el cabello, le temblaron la barbilla y las piernas y, como en un acto reflejo, se tomó de golpe las dos tilas, recién preparadas, de las amigas. Para imprimir más suspense al momento, grité - ¡¡¡PARA YA, ABUELITO!!! - Esto bastó para que el Municipal saliera corriendo escaleras abajo, no sin antes meterse un buen puñado de sobrecitos de tila en el bolsillo.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Otro que pinta y Pascualita coopera.

Pascualita está desquiciada y esta mañana, al pasar junto al acuario, me ha saltado encima. ¡Que susto me ha dado la media sardina esa! Ha caído al suelo y se ha ido reptando como una posesa, a la cocina. - ¿Quiéres desayunar? Ven que te coja. - Me incliné para cogerla y pero me contube a tiempo al ver que sacaba a pasear sus dientes de tiburón. -Como no te coja Pepe tendrá que hacerlo tu señor padre. - Encima de fea es orgullosa la tía. - Arqueó la cola de pez y haciendo palanca, saltó sobre la mesa de la cocina. - ¡Cuando quieres, puedes, muchacha! (grité entusiasmada)

La abuela entró con Geooorge a la zaga y como éste hombre suele quedarse en la cocina, cogí a Pascualita y la metí, deprisa y corriendo, en la caja de las patatas. - "¡¿Qué ha pasado aquí?!" (gritó al ver la "obra de arte" de la Cotilla. - Pregúntale a tu amiga que ha sido la "artista"

La abuela paseó la mirada por toda la casa. - "Vaya, vaya, vaya... No está mal del todo... ¡Geooooorge! ves a buscar pintura ¡Rápido! - ¿Qué vas a hacer? - "Arreglar éste entuerto" - A ver si es verdad. El otro día entré en una óptica a que me miraran los ojos - ¿Qué le pasa? me preguntó el encargado - Lo veo todo negro... ¿Es grave, doctor?

Geooorge llegó con un cargamento de botes de pintura de diversos colores. Luego retiró muebles, cuadros, calendarios navideños de bomberos buenorros con muy poca ropa, sillas y todo cuanto estorbaba. Después se entretuvo mezclando colores. Una vez hecho ésto, se puso a pintar. Y mientras nosotras nos relajábamos apurando copas de chinchón on the rocks. - ¿Por qué pinta en espiral? - "Porque es inglés" - Ah.... 

A mediodía abrimos unas latas y nos pusimos como el Kiko. Luego dormimos una larga siesta. - Un grito desgarrador nos sobresaltó. ¿Pascualita y el inglés se acaban de conocer? Eso parecía. Corrimos hacia el comedor. El pobre Geooooorge tenía la faz demudada - Oh, no (pensé) Ha visto a la sirena.

- "¿Qué pasa?" - Madame, yo irme a your hause. ¡Aquí, fantasmas! ¡¡¡Mirar pared!!! - Lo que antes era negro se había convertido en espirales de colores fosfis: naranjas, magenta, amarillos, azul cielo... !Un mareo para la vista! y en medio de los círculos aparecía la silueta de Pascualita. - ¿Qué es ésto? - Eso querer saber mi... Ser pez. Pez saltar en pintura fresca y quedar pintado pero... ¿Qué pez? ¡¡¡¿Dónde haber un pez saltador en ésta hause?!!! Yo irme a England ¡Ya!

martes, 26 de septiembre de 2017

Una casa deprimente.

Entrar en casa es como hacerlo en una profunda y siniestra, sima ¡Está todo negro! ¿A ver qué hago yo ahora? La Cotilla me ha dicho que deje las paredes así hasta que "encuentre" otras cajas con pintura de color más alegre. - ¿Cree que esas cosas nacen, por generación espontánea, junto a los contenedores de basura cuando se necesitan? - Cosas más raras se han visto, boba de Coria. - Sobre todo si  usted ronda por allí. - ¿Me estás queriendo decir algo?

Aquel ambiente de negritud no me animaba para seguir una discusión y solo pensaba en salir a la calle a ver el sol, los colores, en fin, la vida. - Eso es lo que tienes que hacer. Salir y que te vean. Te anuncias, te promocionas y verás como, dentro de poco, tendrás un biznieto. Si es que no sé que haríais sin mi. - No me tire de la lengua, Cotilla

Incluso Pascualita estaba mustia. Y eso que debería estar acostumbrada a la oscuridad al tener su hábitat en las profundidades del mar pero, claro, hace tanto tiempo que salió de allí que ya no lo recordará. Así que la metí en el termo de los chinos, me lo colgué del cuello y nos fuimos a la calle.

Nos sentamos en la Rambla a ver pasar la gente. Cientos de turistas que seguían a sus guías de acá para allá por la ciudad, venía hacia nosotras. La Rambla, que hasta hace poco llevaba el nombre de los Duques de Palma, temblaba con el peso de cientos de pisadas. De repente tuve miedo a que se abriera el suelo y nos tragara. Por eso me acerqué a la fuente, un elemento de mi niñez y me agarré al petril. Apenas oí el ¡chof! y no le presté atención.

Cuando el tropel extranjero hubo pasado aproveché para largarme de allí. - Hale, Pascualita, vamos a tomar un laccao. Al mirar abajo no la vi. El termo estaba vacío ¡La sirena se había fugado! Busque por el suelo, bajo las hojas caídas de los árboles, en el bolso... Temía ver en el suelo la mancha inequívoca de un cuerpecillo chafado pero, lo que vi fue igual de espantoso: La sirena flotaba, lacia, entre dos aguas. - ¡Oh, nooooo! ¡Contéstame! - La tripa de Pascualita estaba hinchada, llena de agua ¡dulce! Su horrible color a ahogado estaba más acentuado y yo me temía lo peor.

Con disimulo, la metí en mi bolso y agachándome sobre él, le hice el boca a boca. ¡Que asco! Llevo todo el día con sabor a pescado. Poco a poco fue reaccionando hasta recuperarse del todo. Yo estaba felíz y quise celebrarlo - Le pedí al camarero dos laccaos - En tazas, por favor. - Me miró como a un bicho raro. - ¿No los quiere con cañita? - No. - Se fue remugando por lo bajo contra las rarezas de la gente. Cinco minutos más tarde me estaba arrepintiendo de haber salvado a la sirena. Siguiendo con su costumbre, Pascualita saltaba dentro de la taza y el batido de chocolate salpicaba mesas, sillas y me ponía perdida la blusa blanca de volantes. Salimos corriendo de allí, antes de que volviera el camarero y me pusiera a parir por guarra.

lunes, 25 de septiembre de 2017

La pintura.

Sonó el timbre del interfono - ¡Nena, baja a ayudarme! - ¿A qué, Cotilla? - Ya lo verás ¡Baja! - ¿Cómo sé que es usted y no alguien que viene a violarme? - ¡Deja de decir tontería y ven de una vez! - ¿Y si se me cierra la puerta mientras bajo la escalera? - ¡¿Se puede ser más gilipollas?! ¡¡¡BAJAAAAAAAAA!!!

Me encanta sacar de quicio a la vecina, será por las veces que ella me saca a mi. Me pareció que ya la tenía bastante cabreada y cedí a bajar aunque, eso sí, muy lentamente.

La mujer echaba espuma por la boca. - ¡La madre que te parió, boba de Coria! ¡Coge esas cajas y subelas! - Sin avasallar, mujer... - No sé de dónde sacó la fuerza pero me dio tal empellón que trastabillé hasta la puerta del ascensor y clavé los dientes en los buzones del correo. - ¡De prisa, deprisa!

Las cajas pesaban lo suyo y estaban llenas de botes de pintura. - ¿Esto lo ha comprado? - ¡¿A ti que te parece?! (gritó nerviosa) - Que no. - Las cajas estaban abandonadas junto a un contenedor de basura ¿no iba a dejarlas allí para que las cogiera otro? - ¿Había algún coche, camioneta, furgoneta... un vehículo apto para transportar cajas como éstas? - ¡Yo qué sé! ¿Crees que me voy fijando en todo cuando voy por la calle?.

Sonó de nuevo el interfono. Era Bedulio. - ¿Está la Cotilla? (la susodicha negaba, frenéticamente, con la cabeza) - Dice que no jajajajajajaja - ¡Abra a la autoridad! (ordenó el Municipal) - Llama al piso donde quieres ir. - ¿A dónde quiero ir? ¿A cuál va a ser? ¡Al tuyo! - ¿Ah, sí? ¿Y por qué me hablas de usted? Me desconciertas. - Porque estoy trabajando. Dígale a la Cotilla que se entregue y devuelva el material sustraído. - La vecina seguía negando. Su cabeza parecía que iba por libre. - Dice que nones jajajajajaja ¡Está para una foto!

- ¡Abra o tendré que detenerla por obstrucción a la autoridad! - ¿A mí me vas a detener? ¡Que te abra tu padre!. - Bedulio estaba perdiendo los papeles y llamaba a todos los timbres de la finca pero, a media mañana, las vecinas estaban en la compra y nadie abrió.

Pensé que, a esas horas, lo mejor era tomar un chinchón y fui a por Pascualita para compartirlo con ella. Y entonces me acordé de la vecina... ¿Dónde se había metido? Di una vuelta por el piso y la encontré en plena faena. ¡Estaba pintando de negro las paredes de casa! - ¡¿Qué hace, Cotilla? - No me enredes que tengo que gastar toda la pintura antes de que entre Bedulio a detenerme. Si no hay cuerpo del delito, no hay detención. - ¡Pero si está en las paredes! - Pero no estará en los botes. - ¡Cotilla, pareeeeeeeeeeeeeeee! - Calla, egoísta. Encima que te pinto el piso gratis, te quejas.

domingo, 24 de septiembre de 2017

La Cotilla y sus cosas.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Te sobran magdalenas, nena? - De las que usted trajo el otro día del contenedor del súper. No me atrevo a mojarlas en el cola cao porque se lo beberán de tan resecas que están. - Perfecto. Me las llevo. - ¿Tiene que apedrear a alguien? - Se las venderé a los turistas que pasean por Palma. - ¿Cree que por ser turistas, son tontos? Enseguida verán que quiere timarlos. - No son tan mal pensados como tú. No timo a nadie. Ellos tienen hambre a media mañana después de tanto caminar y yo les ofrezco una magdalena. - En cuanto las toquen verán que no son frescas. Incluso alguien puede perder un diente al morderlas. - ¡Ojalá, porque entonces me llevaría una comisión! - ¿De quién? - De unos dentistas con los que me comprometí a mandarle clientes a cambio de un dinerito. - ¡Cotilla! - Tengo que llegar a fin de mes, boba de Coria.

A mi me propuso que le guardara todas las sobras de comida para venderla también a los guiris. - Es una pena que cocines tan mal pero, cuando hay hambre no hay pan duro y esta gente extranjera, en cuanto les dices que es comida casera y auténtica mallorquina, no le hacen ascos a nada. - ¿Me dará una comisión? - ¡¿Cómo puedes ser tan interesada?! soy una pobre víctima de la crisis y del mal gobierno de nuestros dineros ¿y quiéres aprovecharte de ello? - ¡Oiga, que mi sueldo no llega a mileurista! - ¡Que vergüenza! - Y que lo diga. Me pagan poquísimo. - Total, para lo que haces. Iré a ver a tu jefe para que me de tu puesto y lo haré mejor que tu.

Eché a la Cotilla de casa con cajas destempladas. Antes de darle con la puerta en las narices, me dijo: - ¿Qué pones para comer hoy? - ¡Fabada! (le grité enfadada) - Guardame lo que sobre, que todo lo mallorquín les gusta. - ¿Qué tiene de mallorquina la fabada de bote? - ¿Dónde lo has comprado? ¿Aquí, verdad? pues es mallorquina... ¿Dónde está el engaño?

Me he llevado a Pascualita a la salita con la intención de tomar un chinchón a medias y relajarme porque la vecina tiene el don de sacarme de quicio. - Que suerte tienes que no pagas nada. Tienes casa, comida y bebida gratis... ¿Por qué no nacería yo sirena? - Los ojos saltones  de pez se clavaron en mi cara. Durante unos segundos, que me parecieron eternos, tuve esa mirada escrutadora encima y fue muy molesto. - Mira hacia otro lado, pesada o parpadea por lo menos... jijijijijiji... ¿A ver. Parpadea? jajajajajajajajaja ¡No puedes, bicho raro. No tienes párpados! jajajajajajaja ¡Que fea eres, jodía! jajajajajajaja ¡Uf, creo que me he pasado con el chinchón jajajajajajaja

La poderosa cola de sardina se arqueó y Pascualita salió lanzada, de abajo arriba, hacia mi naríz donde clavó los dientes de tiburón... Ahora tengo una hinchazón descomunal, apenas veo las letras del teclado del ordenador... las lágrimas me nublan las vista y el bicho sigue agarrado porque he sido incapáz de arrancarla de allí ¡Es mi naríz y me dolerá muchoooooo!... La abuela acaba de entrar... No, no ¡Noooooooooo! ¡Aaaayyyyyyyyyyy!

sábado, 23 de septiembre de 2017

Que tabarra nos dan.

- "Nena, me vengo a pasar el día contigo" - ¿Qué he hecho para merecer esto? - "Tener a Andresito por abuelo" - De eso tienes tu la culpa. - "¿No quiéres, para el día de mañana, la Torre del Paseo Marítimo? Pues tienes que pencar para ganártela, boba de Coria" - ¿Os habéis peleado? - "Hoy me he levantado pacífica, por eso me voy de mi casa. No hay quién le aguante desde que sabe que vendrá su jefe supremo, el Pinocho Mayor del Reino, a Palma"

Geoooorge venía cargado con los avíos de la paella y me relamí pero estuve a punto de echar a la abuela a la calle cuando le dijo a su mayordomo. - "Hoy, la paella la harás tu" - Salté como un resorte. - ¿Un inglés que votó Sí al Brexit hará la paella? ¡Me niego en redondo! - "Allá tú si no quieres comerla". - ¡Será un agravio para España! - "¿Qué tendrá que ver la velocidad con el tocino?" - ¡Que es el plato español por excelencia y lo hará un renegado europeo! - "No eres más tonta porque no te entrenas... ¿o sí?"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! ¿Por qué no huélo a paella! (dijo la Cotilla) - "Porque Geooooorge no la ha empezado aún" - ¿Geoooorge?... ¿qué Geoooorge?... (miró al inglés) ¿Este? - "No conozco otro" - ¡¡¡¿ESTE?!!!... ¿Has perdido la chaveta? Si los ingleses no saben cocinar, lo sabe todo el mundo. - "Este sí sabe porque le he enseñado yo" - También enseñaste a tu nieta y mírala, no sabe freir un huevo.

Debo reconocer que la paella estuvo muy rica: me comí dos platos y la Cotilla tres. Felicité al jodío inglés con la boca muy chica y apenas oíble, más que nada para no dar mi brazo a torcer alegremente.

Nos despatarramos por el sofá y las butacas de la salita y puse la tele. - "¡Noooooooooooooooo!" - ¿Por qué, abuela? - "No dan ciclistas" - Cualquier cosa es buena para que durmamos la siesta. - "¿Cualquier cosa? ¿Rajoy y Puigdemont, por ejemplo?" - Estos son casos extremos... - "¿Quiéres escuchar hablar de Proces, urnas, independencia, sobres, insultos, amenazas, banderas por aquí y por allá...? ¿Cómo piensas dormir después? ¡Geoooorge, trae el chinchón, plis!" - ¿Vamos a brindar por todo ésto? - Si hay que brindar, se brinda (dijo una somnolienta Cotilla) - ¡Brindaremos por nosotras, para que sigamos teniendo el sentido común, más o menos (tampoco hay que exagerar) intacto, no como otrossssss..." - Vale, abuela... ¿podré repetir?

viernes, 22 de septiembre de 2017

¡Cinco años ya!

Hace cinco años que Pascualita está con nosotras y la abuela ha dicho que, para celebrarlo, va a tirar la casa por la ventana. Acto seguido ha cogido una mesita de noche antigua, que me sirve para poner las revistas encima, y la ha tirado por el balcón, diciendo - "Cuántas veces te he dicho que te deshicieras de esto" - ¡No la tires que era de mi primer abuelito! - "¡Por eso!"

¡Cinco años ya! Me parece que fue ayer cuando la encontré en una lata de sardinas cuando iba a prepararme un bocadillo... aaaayyyyyyyyy... que nostalgia... Era tan pequeñita, tan salvaje, tan fea... y sigue igual, la jodía. ¿Cuántos años tendrá este bicho?... Yo la hago del tiempo de la Esfinge de Egipto y puede que me quede corta.

Llamaron a la puerta. Era Bedulio cargado con los restos de la mesita de noche. - ¿Se te ha caído a ti? (su tono de voz no auguraba nada bueno) - A mi abuela. - Que rastrera eres cargando la culpa a una pobre anciana que no tiene fuerzas ni para arrastrarla. - ¡¿Quéeeeeee?! ¡¡¡ABUELAAAAAAA, VEN!!! - " - Al ver al Municipal se le iluminó la cara - "¡Pasa, hombre y tomate una copita de chinchón!" - No, gracias, yo venía a... - Te ha llamado POBRE ANCIANA, abuela. - La sonrisa desapareció de su cara, los ojos ese inyectaron en sangre y antes de que Bedulio pudiera reaccionar, le dio tal pescozón que su cabeza rebotó tres veces contra el ascensor y el canto de la puerta de mi casa. Fue algo espectacular. Cuando Bedulio cayó al suelo sin conocimiento nosotras entramos a seguir celebrando el aniversario de Pascualita.

La sirena estaba feliz. Daba saltos mortales en el acuario, dignos de una medalla olímpica que nosotras aplaudíamos a rabiar. Brindamos una y otra vez por ella y la abuela vació media botella en el agua. Entonces, llevada por la emoción del momento y la torrija que estaba cogiendo, Pascualita nos tiró besitos llevándose a la temible boca su lindas manitas palmeadas.

Cuando desde la puerta sonó la voz de la Cotilla: - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! - lancé a la sirena al fregadero de la cocina pero como me bizqueaban los ojos, fallé. Y mientras me partía de risa, Pascualita caía en la olla del caldo que se estaba haciendo. Con ayuda del cucharón, la saqué de allí y la puñetera, entre hipos, hizo la señal de OK. - ¡Felicidades... ¡hip... sirenita!

jueves, 21 de septiembre de 2017

La Cotilla pide un milagro.

- ¿Es necesario que se pase el día entrando y saliendo del cuarto de baño? ¿Por que no se va a trapichear por ahí como hace siempre? ¡Póngase compresas si tiene el grifo flojo, Cotilla, que ya me tiene mareada! - Que "delicada" eres boba de Coria. ¿Cómo vas a encontrar novio si eres más basta que unas bragas de esparto?

No sé que mosca le ha picado a ésta mujer que lleva unos días sin salir de casa y cada vez que voy al baño la encuentro mirando fijamente el interior del wáter. La primera vez le pregunté si se le había caído algo dentro. Me dijo que no. Mucho más tarde y preocupada por esa actitud, volví a preguntar y muy enigmática ella, contestó: - Algo tiene que salir de aquí.

Con afán de retirarla de allí, le propuse tomar unas copitas de chinchón en la salita. Como yo imaginaba, no se hizo de rogar y en un momento se bebió tres copas de un solo trago. ¡Cómo para llevarla a un circo!

Llamé a la abuela. - Llevatela a tu casa que allí tienes más cuartos de baño. - "¡Ni hablar! Los tengo limpios como los chorros del oro y no quiero que se manchen si sale por ahí lo que sea que espera la Cotilla que salga." - ¡Muy bonito! Y yo me tengo que cargar el muerto, como siempre! - Un rato después llegó la abuela y se encerró con su amiga. Escuché, pegando la oreja a la puerta del baño. - "¿Qué crees que puede salir de aquí? ¿una rata? ¿un chorro de agua sucia? ¿una papeleta para votar el 1 de octubre? ¿La peluca de Puigdemont o los tics de Rajoy...? ¡¿Qué, Cotilla?!" - Un billete de 500 euros...

- "¿Esto es Suiza? ¿No, verdad? Aquí los billetes de 500 euros no se tiran al wáter. Se los llevan los políticos corruptos y no dejar caer ni uno al suelo" - Es que... hoy no he "limpiado" los cepillos en las iglesias... y a cambio he pedido el mismo milagro de Suiza... - "Pues espera sentada, alma de cántaro."

Al quedarme sola y pensando en la conversación que había oído, decidí que si había un billete metido en el wáter, sería para mi. Fui a por Pascualita, le até un cordel largo a la cintura, le enseñé un billete de 10 euros - Busca un papel como este pero más grande. Si lo encuentras te compraré gambas frescas para comer. -  Y la dejé caer en agua del inodoro.

Solo cuando el cordel dejó de moverse recordé que ese agua era dulce ¡Pascualita se estaba ahogando... o había palmado ya!

Como no recuperaba el pulso, tuve que hacerle el boca a boca ¡que ascooooooo! Después le costó mucho recuperar su color cianótico natural. Finalmente abrió los ojos, bizqueó durante un rato hasta que consiguió fijarlos en mi. Antes de que su pequeño cerebro estuviera a pleno rendimiento, le di una copa de chinchón y la apuró hasta la última gota. Ahora duerme la mona tan profundamente que más parece estar en pleno coma etílico... Espero que no recuerde nada de lo ocurrido cuando despierte o me veo llevando las gafas de sol por casa, hasta Navidad.  

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Ratas.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Mira que encontré el otro día en un contenedor de basura: un rastreador de metales. - ¿Seguro que lo encontró en la basura? - ¿Qué insinúas, boba de Coria? ¿Me estás llamando ladrona? ¡Pues que sepas que éste aparato estaba apoyado en la pared de una ferretería que está junto a un contenedor de basura! - ¡¿Lo ve?! ¡Yo tengo razón! Se lo ha llevado por la patilla, Cotilla. Y encima me ha salido un pareado. - Que cruz tiene tu abuela contigo.

Hablando del rey de Roma, la abuela entró en casa seguida de su mayordomo portando una bandeja de canelones que olian a gloria. - "¿Qué te ha hecho mi nieta ahora?" - Llamarme ladrona. - ¡Eso lo ha dicho usted! - "¿Por limpiar los cepillos de las iglesias?" - Por llevarse este buscador de metales de una ferretería. - "Cotillaaaaaaaaaaa..." - Estaba en la calle, apoyada en una pared... - "Siendo así..."

La Cotilla nos estuvo contando su aventura en la playa. - Pensé que me forraría de oro con éste trasto pero lo único que ha encontrado son chapas de refrescos y anillas de cerveza. Menudo fiasco el artilugio. Menos mal que me ha salido gratis... Y he visto una cosa que me provocado trstorno, preocupación, en fin, que no me ha gustado - "¿Qué era?" - Veinte ratas muertas en la arena - ¡Que ascooooooo, Cotilla! ¿Las ha visto cuando salía del agua?  - ¡¿Yoooooooooooooooo?! ¿Cuándo me has visto en remojo? - Ahora que lo pienso... nunca.

La Cotilla se hizo la remolona antes de contarnos su preocupación - Dicen que tocamos a un montón de ratas por cada ciudadano. Pongamos que veinte... entonces me pregunto ¿esas ratas muertas eran las mías? Las que me corresponden según la estadística... - ¡Menuda preocupación! Mejor si están muertas... ¿no? - Pues no lo sé, alma de cántaro porque si el Ayuntamiento me las hacen pagar ¿qué hago? - "¿Pagar? ¿por qué, Cotilla?" - Por no cuidarlas y abandonarlas a su suerte. Si eran mías ¿tenía la obligación de cuidar de ellas? ¿estar al tanto de sus andanzas? ... Solo me faltaba que me multaran si apenas me llega la paga hasta fin de mes... Voy a ver si me informo por ahí. - "¿No comerás canelones?" - Pónme dos raciones, nena. Separadas. - ¡Que avariciosa es usted! ¿No le basta con una? - Una es para mi y la otra para venderla mejor postor.

Sentadas en el sofá de la salita, la abuela y yo le dimos unos tientos a la botella de chinchón mientras buscábamos la mejor postura para intentar dormir la siesta... Como añoro a los ciclistas.

martes, 19 de septiembre de 2017

Billetes de 500 euros.

Le puse a la abuela las peras a cuartos en cuanto a su trato con Pascualita, cosa que no les gustó a ninguna. La abuela me gritó y llamó de todo mientras la sirena me escupía agua envenenada. - "¡No eres quién para decirme cómo tengo que tratarla. Y para que sepas quién manda aquí, ahora mismo me llevo a mi casa!" - ¡No te atreverás! - "Es más mía que tuya. A mi me cura el asma tenerla cerca" - Eso son patrañas, abuela. - "¡Te digo que me la llevo y me la llev...!"

Le arranqué a Pascualita de la mano en cuanto oímos - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! - y la tiré contra el acuario. Con las prisas no calculé y quedó expuesta en la mesa del comedor, junto a la botella de chinchón y no me dio tiempo a cogerla de nuevo porque la Cotilla entró. - ¡Vengo con los pelos de punta! ¡Mirad, mirad! ¡Ay, si yo mandara en éste país, la que iba a liar! - ¿No querrá hacerle un altar a los politicos otra vez? - ¡Para altares estoy yo! ¿Cómo se puede atascar un vater con billetes de 500 euros? - Fácil. Se tiran muchos billetes dentro y ya está. Pero eso no pasará nunca. En mi casa por lo menos. ¿Y en la tuya, abuela? - "¡Ni loca!"

- ¡Pues ha pasado en Suiza! Yo tendría que haber estado en ese restaurante. Hubiese desatascado, a mano si fuese necesario, ese vater... ¡Con la boca, incluso! Pero si había una millonada en pesetas. Hay que estar muy borracho para hacer algo así... ¡Tengo la boca seca del disgusto!

Corrió hacia el chinchón, se llenó una copa y al dejar de nuevo, la botella en la mesa, lanzó un alarido que nos heló la sangre. La Cotilla corría despavorida. - ¡Que ascooooooo. Que ascooooooooo! ¡Llamad a los bomberos! Allí hay un bicho asqueroso.

Metí a Pascualita en mi escote a la velocidad del rayo y volví a encauzar la conversación. - ¿Quién hizo una cosa así? - Tres locas españolas. - ¡¿En serio?! - La sirena se removía peligrosamente y a mi no me llegaba la camisa al cuerpo por el miedo que le tengo a sus mordiscos. Mientras, las dos amigas hacían cábalas sobre lo que pudo llevar a las españolas a embozar el vater de un resturante suizo.

 - Debieron sacar el dinero de España y una vez en el extranjero fueron a picar en corral ajeno. Les habrían hablado de un personaje que era un fenómeno en cuanto a malabarismos sexuales y no les importaba pagar el oro y el moro por estar un rato con él... Resultaría ser un fiasco ¡Pues claro! si la mejor ganadería la tenemos aquí - ¡Cotilla, no se desmadre! - En vista del "éxito" prefirieron tirar el dinero al vater, aún a riesgo de atascarlo como así sucedió, a dárselo al fantasma de turno. - Yo me lo hubiese quedado... (la voz de la Cotilla era compungida)  - Ya, pero usted no es rica... ¿Qué opinas, abuela? - "Que las hay gilipollas"

lunes, 18 de septiembre de 2017

Saldré en los periódicos.

Temo que mi abuela es una mala influencia para Pascualita. Se adoran mutuamente y la pardala de la sirena le hace caso en todo, en cambio a mi que me parta un rayo... Vale, lo reconozco, estoy un poco celosa... bueno, celosa... ¡muy celosa! así que, desde ahora queda prohibido todo contacto entre ellas dos.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! ¿Eras tu la que hablaba sola? - Claro, Cotilla. si estoy sola con quién voy a hablar? - ¿Con el anticristo? - ¡No diga mamarrachadas! - No voy muy desencaminada porque decías algo sobre tu abuela. - ¡Mire que es cotilla, Cotilla! Pensaba en voz alta, eso es todo.

En cuanto la vecina se fue, después de dejarme sin el chorizo que guardaba para echarle al potaje de bote para el mediodía, llamó la abuela. - "¿Qué pasa conmigo?" - Tu sabrás. - "¿Me estás echando mal de ojo?" - ¿A cuenta de qué? - "Dímelo tú" - Abuela,¿estás dispuesta a que nos pasemos la mañana teniendo una conversación de besugos? - "Yo no tengo prisa, el mayordomo hace la comida jejejejejeje" - ¡Ya sé que eres rica! No hace falta que me lo restriegues por la cara. - "Será por el OIDO, que es donde tienes el teléfono, boba de Coria"

Así nos pasamos más de media hora. Me dio tiempo de prepararme un chinchón on the rocks, bebermelo tranquilamente. Dejar que la sirena tomara un poquito, lo suficiente para ponerse a dar saltos mortales del borde del acuario a la mesa del comedor. Cuando repitió, porque se pone muy insistente la muy borde, ya no atinó y se estrelló contra el espejo del aparador. Eso sí, el salto fue de campeonato. - "¿Qué ha sido éste golpe que he oído?" - ¿Qué golpe, abuela? No he escuchado nadaaaaa... - "¿No será Pascualita?" - Noooooo... Además, no está. Se la he dejado al señor Li para que le enseñe a hablar chino. - "¡¿Queeeeeeeeeeeeeeeee?! ¡Se la comerá, insensata!" - La aventura es la aventura, abuelitaaaaaa. - "¡No te creo!" - ¿Y a la Cotilla, sí? - "¡No me ha dicho nada!" - Te dejo. Voy a seguir hablando con el anticristo jijijijiji... ¡hip!.... - Y colgué. Un microsegundo antes de sentir el piiiip del teléfono, me pareció escuchar un empiece de grito del abuelito y Geooorge, mezclado con el poom de una caída... Aunque quizás solo fueron imaginaciones mías.

Llamaron a la puerta. Bedulio venía con un compañero. - Estira los brazos (me dijo). - ¡Plas! me puso las esposas - Quedas detenida por atentar contra la vida de tu abuela... Si cuando yo decía que no eras trigo limpio... - Aquello me enfado de tal modo que grité con todas mis fuerzas - ¡¡¡ABUELITOOOOOOOOOOO!!! - Y el Municipal corrió escaleras abajo como si, realmente, le persiguiera el ánima de mi primer abuelito.

domingo, 17 de septiembre de 2017

Parece que amaina la tormenta.

Ha vuelto a salir el sol y los ánimos, entre los vecinos, se van calmando. Incluso una mujer me ha dicho - Hay que ver lo graciosas que son tu abuela y sus amigas (incluso se le ha escapado una lagrimita) Cuando cantaron Quisiera ser, del Dúo Dinámico, volví a mis trece años, mis trenzas, el uniforme del colegio, los primeros chicos que me hicieron tilín, ¡lo guapísimos que eran Ramón y Manolo!... que recuerdos tan bonitos. Lástima que se rompiera el hechizo con el aguacero que nos cayó encima por su culpa porque ¡mira que cantan mal, las jodías! Aún estoy sacando agua de mi casa.

- Según ésto, entre sus fans hay división de opiniones, abuelito. Creo que no es oportuno que aparezcan aún por aquí. - Eso mismo le he dicho a tu abuela ésta mañana pero insiste en volver y como es tan cabezona quizás esté al caer.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! - ¡Cotilla! ¿Qué hace aquí? - Vengo a desayunar. Toma, magdalenas del contenedor del súper. - A ver qué día se estira y las trae frescas. - Cuando me suban la pensión. - Le cojo la palabra...¿Dónde está la abuela? - En el Ayuntamiento. Ha ido a ver a Bedulio. - ¡Le ha puesto una demanda!

Hacía dos horas que habíamos desayunado cuando llegó la abuela. - "Bedulio ha retirado la demanda" - ¡Eres una artista, amiga! (reconoció la Cotilla)

Llamaron a la puerta. Eran unas vecinas de la finca que vivían en pisos altos. - ¡Venimos a felicitaros por la actuación! Que bien lo pasamos. Esto se tiene que repetir. - "No sé... hay quién se ha quejado porque llovió un poco..." - Es que la gente no aguanta nada. ¡Ni caso! - "¿No se os inundó la casa?" - No entró ni una gota. - "Pues otras dicen que ..." - Son unas exageradas, de esas que te cuentan sus partos y sales corriendo. - "Entonces..." - ¡Firmádnos un autógrafo!

Las dos amigas se relajaron después de la visita de las vecinas y la botella de chinchón fue de mano. - "Tiene razón... ¡hip!... el refrán que dice que nunca... hip!... llueve a gusto de... ¡hip!...  todos."

sábado, 16 de septiembre de 2017

Idolos caídos.

Llamé a la abuela. - ¿Yesssss? - Geoooorge, pónme con mi abuela, plis: - Madame no estar here. - Pues con el abuelito. - Mister no estar here. - Sí que está, inglés de las narices, porque le oigo toser ¡Pásamelo! - You no simpáticau.

-  ¿Dónde está tu mujer? - Hola, nena. Pues creo que ha emigrado a Pernambuco junto con el resto del trío Lalalá. - ¿También las han contratado allí? - No. Se trata de un exílio temporal y autoimpuesto. - De qué va ésto, abuelito? - De que han huído, literalmente. - ¿No han podido soportar el peso de la fama? - Estas soportan lo que les echen menos las críticas. - ¿Han tenido críticas negativas? - ¡Ya lo creo! Sobre todo a causa de la lluvia que provocaron cantando. Ya le dije a tu abuela que no hicieran un repertorio tan largo porque acabarían con las voces rotas... que ya de por sí (y esto te lo digo porque no está tu abuela a la vista) tienen muy cascadas. - ¡Huy si te oyeeeee! - Ni se lo comentes.

Así fue como me enteré de que, lo que en principio fue un éxito, se volvió fracaso cuando el diluvio convirtió las calles en torrentes desbordados. - ¿Te das cuenta, Pascualita, de lo veleta que es la gente? Las pobres pasaron en un momento, de ídolos orgullosos a ídolos caídos. No somos nadie... y dicen que las van a demandar...

Sonó el teléfono. Era la abuela. - ¿Dónde estás? - "No te lo puedo decir por si han pinchado el teléfono" - ¿Quién lo va a pinchar? (no salía de mi asombro) - "Bedulio mismo. Se le anegó la casa de agua y nos da la culpa a nosotras. Ni que hubiésemos bailado la Danza de la Lluvia" - Creo que tendréis que practicar para dominar este poder que tenéis y ponerlo después al servicio de la Comunidad. - "¿De qué hablas, boba de Coria?" - De hacer llover a gusto del consumidor. Deja lo del marketing a la Cotilla y nos haremos de oro. - "¿Tú por qué?" - Porque te he dado la idea. - "Si me la has dado ya no pintas nada en el negocio" - Y me colgó.

- Tengo que aprender a tener la boca cerrada ¡¡¡Mecáchis en la mar, Pascualita!!! - La sirena pareció (eso quiero creer) mirarme con desprecio... he hizo la señal de OK. Esto me enfureció aún más. - ¡Acabas de quedarte sin chinchón, sardina mal hecha! - El OK se convirtió de inmediato, en una salida brusca hacia afuera, de sus pequeños pero temibles, dientes de tiburón y me tragué mis palabras poniéndo delante del frutero, una copa llena de chinchón para ella.

 


viernes, 15 de septiembre de 2017

¡Un éxito!

¡Ha sido todo un éxito! La madre que las parió. El trío Lalalá ha triunfado por todo lo alto, lo cual quiere decir que no me las voy a quitar de encima ni con agua caliente. Ni a ellas ni a la moto que Ñoñi mete por todas partes. Al final tendré que pedirle a Bedulio que suba a casa a dirigir el tráfico porque lo mismo la encuentro en el baño, que en la cocina, que acelerando por el pasillo. Esta mujer es un peligro público número uno.

El escenario se ha colocado debajo de casa porque aquí la calle hace una especie de placita. Dos horas antes de que empezara la verbena ya había gente dispuesta a aplaudir lo que fuera que cantara el trío Vejestorio... digo, Lalalá.

Se asomaron al balcón y de la calle se alzó un griterío ensordecedor: - ¡Mirad, las artistas! ¡Oé, oé, oé, oéeeeeeeee! ¡Guapaaaaaaaaaaaaas! ¡Que canten, que canten! ¡Que monas, nos tiran besitos! Pues no parecen tan mayores vistas desde aquí... - etc. etc.

La abuela se empeñó en llevar consigo a Pascualita para que viera su actuación lo más cerca posible. Y aunque protesté enérgicamente, me tuve que dar con un canto en los dientes cuando la metió en el termo de los chinos y se lo colgó del cuello.

- ¡Vamos, vamos, que se hace tarde! (gritó Conchi mientras en su teléfono sonaba, por enésima vez, Paquito el chocolatero) - ¿No puede cambiar esa música? (me quejé porque ya la tenía metida en el cerebro) - ¿No te gusta? Eso es porque no la has escuchado suficientemente (dijo Conchi poniendo su carita más angelical)

Una vez sobre el escenario y aplaudidas a rabiar por el público asistente, dio comienzo su actuación. Andresito y yo no quisimos bajar, por miedo a que la gente se cebara en nosotros cuando vieran que las cantantes eran un fiasco y vimos la actuación desde el balcón.

Las "chicas" se movían con gracia al son de la música de los 60 que salía de un tocadiscos recuperado del baúl de los recuerdos. En el escenario había de todo: lentejuelas, flores hippys, plumas, minifaldas que apenas eran un taparrabos, botas con tacones altísimooooooos, una moto y... muchos gallos.

De pronto, un trueno retumbo con una fuerza inusitada y la gente gritó enfervorecida como si aquello formara parte del espectáculo. El rayo había caído cerca y afectó al tocadiscos que se incendió de inmediato. - ¡¡¡Que guaaaaayyyyyyyyyyyyyy!!! (gritaba el público)

Antes de que pudiera llamar a los bomberos, porque el fuego se escampaba por todo, incluso por las ramas más bajas del árbol, cayó el diluvio. En poco tiempo la calle se convirtió en río y los vecinos, en lugar de correr a refugiarse en sus casas, siguieron bailando en la calle porque: - ¡¡¡Gracias, trío Lalalá. Habéis acabado con la sequiiiiiiiaaaaaaaaaa!!!

jueves, 14 de septiembre de 2017

¡Un contrato!

Poco a poco, en mi escalera se van acostumbrando a las voces desaforadas de las tres cantantes. Naturalmente ellas creen que son como los Tres Tenores en femenino y cada día gritan más. Porque esa es otra: la abuela dijo que ensayarían en mi casa, de vez en cuando, pero lo hacen cada día. Cuando se lo comenté dijo que no estaban para perder el tiempo. Comprendí que quería decir que, dadas sus edades tan avanzadas, les quedaba poco tiempo para disfrutarlo juntas.

Algo debió ver en mi mirada compasiva que, a la velocidad del rayo, me cayó otro pescozón de los que hacen época. - "¡No es lo que piensas, boba de Coria! Es que se acaba el verano y nos gustaría actúar en las últimas verbenas" - Está convencidas que las contratarán. Que ilusa jajajajajajaja

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¡Oído, cocina! He conseguido un contrato para que actuéis en una verbena de barriada. - ¡Yupiiiiiiiiiiiiii! - gritó el Trío Lalalá a unísono.

El vecindario estaba revolucionado con las tres amigas, a pesar de que nadie se acordaba o había oído hablar de ellas como cantantes, pero las encontraban "adorables" "encantadoras" "originales" etc. etc. etc. Originales, sí eran: la abuela con sus minifaldas, lentejuelas, plumas, colorido de la cabeza a los pies y taconazos de cuyos zapatos salían unas piernecitas que ya quisieran muchas. Conchi era modosita, buena como ella sola y más despistada que un pulpo en un solar. Siempre con su móvil a cuestas con Paquito el chocolatero como musiquilla. Me parecía raro que sonara en los sitios más intempestivos hasta que supe que lo tenía programado. Era su contribución humorística diaria. Y Ñoñi, la brusquera con su moto de inválida, convertida en el terror de los peatones que se le ponían  por delante y que, en cuanto te despistabas, ya estaba hablando de dinero.

Gracias a las voces que daban las amigas, las vecinas se enteraron de lo del concierto y entraron en tropel a felicitarlas y enterarse de dónde sería. - ¡¡¡Aquí, en el barrio. En Pere Garau!!! - La que se lió. En un santiamén se vació una botella de chinchón a la que nadie le hizo ascos.

Camuflada en el frutero, Pascualia convertida en la fan número uno del Trío Lalalá al que escuchaba embobada, no perdía rípio y festejaba la buenanueva haciendo la señal de OK. Menos mal que nadie la vio.


miércoles, 13 de septiembre de 2017

El trío Lalalá.

En tropel han entrado la abuela y la Cotilla en casa. - ¿Estáis haciendo una carrera? - pregunté después de hacerme a un lado para evitar que me atropellaran. - "¡Después de cincuenta años sin vernos, nos hemos topado con nuestra amiga de la infancia!" (gritó, fuera de sí, la abuela) - ¿Otra? - ¿A qué te refieres, boba de Coria? - Pensaba que erais solo vosotras dos y ya me daba por contenta. - ¡Que cruz tienes con tu nieta! - "Pues estabas equivocadas porque éramos ¡cuatro!" - ¿Y no os véis desde pequeñas? - "No he dicho eso pero... practicamente, sí ¿verdad, Cotilla?" - Practicamente... sí. - Pues no me salen las cuentas. Tendría que hacer más años porq... ¡¡¡AAAAAAAAYYYYYYYYY!!!

Menudo pescozón me llevé de la abuela. No quise replicar pero ¿cómo van a ser cincuenta años si están rondando los cien? - "¿En qué estás pensando? (El tono de su voz era amenazador) - En... en lo que voy a... comer hoy.

- "Prepararemos una buena jarra de chinchón on the rocks porque en un ratito estarán aquí" - ¿Quiénes? - "Las dos que faltan" - Desistí de entenderla y fui a ponerme agua en la cabeza. Pascualita, sentada en el borde del acuario, me enseñó sus dientecitos de tiburón en lo que, creo, fue una sonrisa.

De repente, la casa se llenó de gritos, risas y ronroneo de un motor. Corrí al comedor y allí estaban la abuela, la Cotilla, Conchi y una desconocida y motorizada mujer que, deducí, era la amiga "encontrada" - ¡Oiga, no puede entrar aquí con la moto! (no pude callarme) Esto no es un circuíto de carreras sino una casa decent... - "¡Mira, nena, es Ñoñi! siéntate que vamos a dejarte con la boca abierta." - Y sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo, tres de ellas se pusieron a cantar como grillos. Estuve tentada de taparme las orejas pero me acordé del pescozón y decidí que con uno ya iba servida.

Llamaron a la puerta. Una vecina, preocupada, preguntó qué que le estaba haciendo al gato. Cuando le dije que no tenía se preocupó todavía más. - ¿No pensarás hacer gato con cebolla, verdad?

El "concierto" se fue alargando a medida que trasegaban copita tras copita de chinchón fresquito. Afortunadamente fueron quedando afónicas. - "¿Qué te ha parecido, nena? estamos un poco desentrenadas pero  en cuanto ensayemos unos días, volveremos a ser el famoso Trío Lalalá" - ¿Pero
no sois cuatro? - "La Cotilla no cantaba. Era nuestra representante" -

De repente, una idea espantosa me vino a la mente. - ¿Ensayaréis en la Torre del Paseo Marítimo, verdad? - "¡Claro que no! Vendremos aquí para que te deleites con nuestras melodías" - Me lo temía.

martes, 12 de septiembre de 2017

De palique

He sacado a Pascualita a que le de el aire y deje de pensar tanto en el mar porque ni me atrevo a tirar de la cadena del water, ni abrir un grifo, ni tirar un cubo de agua por el balcón (si estoy fregando el comedor, me pilla más cerca que el cuarto de baño)

He pensado que tal vez la sirena esté atravesando la menopausia y sus hormonas, revolucionadas, la tienen majareta. Tendré que comentárselo a un veterinario aunque, en lugar de sirena diré sardina...

Cuando llegó la abuela y Conchi (su amiga), nos fuimos las tres en busca de distracción camino de la Catedral. Desde allí Pascualita vería el mar y calmaría su furor. Pero no fue posible porque el día amenazaba lluvia, en el puerto estaban atracados cuatro cruceros y los turistas que prefirieron caminar bajo paraguas, se lanzaron a las calles de Palma agobiándose ellos y los sufridos palmesanos.

Desde la explanada de la Catedral no veíamos nada. Los turistas tienen el defecto de ser más altos que nosotras y la única solución es ir a la parte de arriba e intentar meterse en algún hueco. El intento dio resultado y nos sentamos en el poyete del mirador.

Pascualita asomó la cabeza por el borde del termo de los chinos. Se la notaba nerviosa. En el móvil de Conchi sonó Paquito el chocolatero y en un pis pás, los turista bailaban al compas y gritaban ¡¡¡Heeeeey!!!

Mientras, poníamos a caer de un burro a los guiris que se nos ponían a tiro y nos estuvimos riendo un buen rato. Hablábamos y hablábamos sin parar porque los extranjeros, por una razón u otra, nos ponían los chascarrillos a huevo. Por eso no me di cuenta cuando Pascualita saltó del mirador a una enoooooorme pompa de jabón que hacía un hombre con unos palos y una cuerda.

Llegó un momento que se nos acabaron las risas y las guasas a costa de los guiris. Teníamos las lenguas hinchadas de tanto palique. - "En cuanto llegue a casa, la pongo en remojo" - Y yo. - ¡Yo también! - Miré abajo. El hombre, con la pompa de jabón gigante, había atrapado una cosa que se arrastraba. - En cuanto reconocí "la cosa", grité: - ¡¡¡PASCUALITAAAAAAAAAAAAAAA!!!

La abuela y Conchi, pese a los años y los tacones de aguja, corrieron escaleras abajo pero se interpuso el hombre de la burbuja. ¡Nadie iba a fastidiarle el negocio robándole lo que el Destino le mandaba y tanto estaba gustando a los guiris! - Al verse acorralada por nosotras, Pascualita dio un salto mortal para alejarse. ¡No quería que la cogiéramos!y pasó de cabeza en cabeza hasta que la  agarré en el momento en que tenía los finos y cabellos rubios de un alemán de dos metros de alto, entre sus manitas. Tiré de ella y la atrapé, elogiándole, mentalmente, el arte que tiene dejando calvorotas a quien se le pone a tiro.

lunes, 11 de septiembre de 2017

S.O:S: Pascualita en peligro.

Es necesario que Pascualita y yo tengamos una charla de mujer a media mujer porque, no puede ser que cada vez que escucha caer el agua de la cisterna del water se ponga como loca, tirándose del acuario al suelo y reptando como una cobra camino del baño para, si no la sujetase, tirarse de cabeza al inodoro.

Tengo el guante de acero a mano para no perder tiempo buscándolo. Puede que en su estrafalaria cabeza se haya formado la peregrina idea de que el ruido de la cisterna es el del mar. Le recuerde al oleaje y crea que ese es el lugar de entrada a su hábitat natural.

Tengo que tener la puerta del baño bien cerrada porque no me puedo pasar el día pendiente de la sirena. Lo malo es cuando están aquí o la Cotilla o la abuela, o las dos a la vez. Cuando una se levanta para ir al baño, a la otra le entran las ganas y ante éste panorama, he acabado poniendo una tapa de metacrilato sobre el acuario para que el bicho no salte fuera y muera aplastada por las prisas de las dos amigas que salen corriendo pasillo adelante. Luego salen diciendo - "¡Ay, no podía aguantar más! y total, solo he hecho unas gotitas..."

Si no hacemos algo, Pascualita entrará en depresión y no conozco ningún psiquiatra de sirenas que se la pueda aliviar. La abuela, ante esta tesitura, me aconsejó que la llevara a dar un paseo en uno de esos barcos para turistas que tiene el suelo de cristal para ver el fondo del mar. No lo catará pero lo verá. Lo malo es que la verán a ella los que manejan el barco y eso no puede pasar. Entonces recurrimos a Andresito. El tiene influencias y a pesar de que la mayoría de sus amigos de partido están en prisión, seguro que queda por ahí alguien que pueda ayudarnos a satisfacer éste capricho sin meter las narices en lo que estemos haciendo durante la travesía.

Los abuelitos vinieron a casa a comer la paella que traían. - Nena ¿a qué viene tanto misterio con lo del barco? - La abuela saltó. - "¡Ya te lo he dicho en casa! conocemos a una sirena que quiere ver de nuevo "su casa"! (yo tragué saliva) - Hummm. A mi me gustaría ver a la sirena. Debe estar de toma pan y moja jejejejejeje. - "Yo soy tu sirena, truhán" (la voz de la abuela se había convertido en un canto a la lujuria mientras se acercaba cimbreante al abuelito) - Vale, valeeeee jajajajajaja Podéis ir cuando queráis a pasear a vuestra sirena... ¿Me cantarás al oído, sirenita mía?

 




domingo, 10 de septiembre de 2017

¡Se acabó!

- Desde ésta tarde vivo sin vivir en mi. ¿Pero qué mal hacían los pobres para que les hayan clausurado el programa? ¡Ninguno! Era un bien para la Humanidad y encima tenían entretenido al Pinocho Mayor del Reino y dejaba de hacer de Don Tancredo en un lado para pasar a hacerlo en otro... ¿Quién me arrullará, a partir de ahora, a la hora de la siesta? ¿Quién? ¡¡¡¿QUIEEEEEEEN?!!!

Todo esto se lo estaba explicando a Pascualita ,sentadas ante el televisor, mientras abundantes lágrimas manaban de mis ojos. La sirena, harta de la lluvia que le caía encima, me enseñó la dentadura y yo entendí, rápidamente, su mensaje. Hice un esfuerzo sobre humano para calmarme pero me era imposible ¡Que llorera me había entrado! Y mientras, los ciclistas de la Vuelta a España seguían rodando por Madrid en su última carrera hasta el verano que viene.

- Eres un bicho insensible, Pascualita y eso que tu también duermes a pierna suelta viéndoles pedalear, bajo un sol de justicia, cada vez que abrimos los ojos porque suena el teléfono y una teleoperadora, con el suave acento del otro lado del Atlántico nos interrumpe la siesta. Menos mal que los ciclistas calmaban nuestra ira y en seguida nos invadía el sopor y dormíamos como ceporras.

Cuando se me pasó el disgusto preparé chinchón on the rock a pesar de la traidora bajada de temperaturas. Esto debe ser cosa del Gobierno para tenernos entretenidos, aparte de los deportes, porque nunca está demás una ayudita que nos aparte los malos pensamientos.

Decidí poner al mal tiempo buena cara y nos tomamos los chinchones con cañita... Pensé que era una buena idea. Los alemanes del Arenal beben así sus cervezas ¿por qué no hacerlo nosotros que somos los autóctonos de ésta tierra?... ahora estamos mal... muy... mal...

Pascualita tiene el color ahogado más acentuado y me temo que yo también... aunque tal vez sea porque vamos en barco y el suelo se mueve... pero me sorprende que el camarote se parezca tanto... al comedor de casa... con balcón y árbol de la calle, incluídos... ¡hip!



sábado, 9 de septiembre de 2017

El reportaje

Me senté con Pascualita a ver un reportaje sobre el Mar que daban en la tele. Me aprovisioné bien de pipas, una jarra de chinchón on the rocks, almendras fritas y saladas y una bolsa de patatillas. No hay nada que me de más hambre y sed que tirarme un rato en el sofá sin hacer nada.

Puse a la sirena en antecedentes de que lo que íbamos a ver para que estuviera atenta a la pantalla y se recreara con escenas, paisajes y criaturas de su hábitat natal. Pero a Pascualita le cuesta centrarse. Tal vez sea por la posición de sus ojos que, aunque parezca tenerlos frontales, no es así porque la cara no llega a ser plana, por eso para mirar tiene que ladear un poco la cabeza como si fuera un conejo.

La coloqué sobre mis rodillas y en cuanto escuchó el primer crack de la cáscara de pipa que partí con los dientes, toda su atención se centró en mi. A riesgo de quedarme sin dedos, le di la pipa y la pulverizó con esa cantidad de dientes que tiene y partir de aquí me convertí en la abre-pipas más rápida del mundo y parte del extranjero. No daba abasto la tía.

Empezó el programa con unas imágenes espectaculares. - ¡Mira lo que sale en la pantalla! ¿Es tu casa, Pascualita? - Solo se dignó mirar una vez cuando se vieron las olas grandes desde debajo del mar. Pero fue solo un segundo porque había probado las almendras fritas y no podía parar de comerlas.

Cogí una y se tiró a por mi mano, suerte que de el manotazo que le di, salió rumbo a la ventana y acabó sobre el árbol de la calle. Tuve que "pescarla" y entre una cosa y otra, el reportaje seguía sin pena ni gloria para la sirena.

De repente una cosa blancuzca y larga se deslizó ante la pantalla ¡Y los pelo-algas de Pascualita se erizaron! - ¿Qué bicho será esto? - Naturalmente no me lo dijo pero sí sacó la dentadura de tiburón a pasear. Impulsándose con la cola se estampó contra la pantalla del televisor e intentó morderla lanzando dentelladas a diestro y siniestro - ¡Para, loca, que lo vas a romper!

Todo lo comestible que había traído yo estaba esparcido por el suelo de la salita. Lo había tirado Pascualita con el movimiento de su cola. Menos mal que la jarra de chinchón se salvó.

Poco a poco, la imagen de la pantalla se fue alejando y se vio claramente que se trataba de un calamar gigante que vivía en lo más profundo de los océanos. - ¿Era eso lo que comías cuando vivías en tu casa? Pues ahora mismo voy a comprarte uno. - Al volver de la pescadería metí el calamar en el acuario. La sirena se le acercó. Lo tocó, rodeó,  movió, sacudió y ... ¡lo sacó fuera del acuario! Después se asomó al borde y me tiró un chorrito de agua envenenada que me dio en todo el ojo.

Una vez pasado el mal rato de los dolores, ahora tengo un ojazo que a punto está de salirse de la órbita y otro pequeñito, o sea normal. Nunca he visto un bicho más desagradecido... ¿Deben gustarle los calamares vivos? Pues menos mal que no se lo he traído frito a la romana, que ha sido mi primera intención...

jueves, 7 de septiembre de 2017

Palmo y medio.

Menudo cabreo he cogido con la vecina de encima de mi casa. Siempre le da por regar las plantas del balcón a la hora más intempestivas, por ejemplo: cuando yo salgo a ver qué pasa en la calle. Estoy harta de decirle que me pregunte si voy a asomarme o no pero la muy bruja debe disfrutar regándome porque no me lo ha preguntado nunca.

Un día tuvo la desfachatez de contestarme: te riego para ver si creces, Palmo y medio. - Huuuuy, allí no se armó Troya porque no la entendí bien. Fue más tarde, cuando otra vecina que también estuvo asomada, me "tradujo" la frase. Sentí que la sangre me hervía como la lava de un volcán y apunto estuvo de salirme por la boca junto a todas las maldiciones que se me ocurrieron en ese momento. - ¡¿Me has llamado Palmo y medio, grandísima chafardera?! (grité desaforada desde el balcón) - Por lo visto la de arriba no estaba o se hizo la sorda porque no salió a replicarme. Eso sí, se enteró toda la calle del mote que me puso.

Lo sé porque cuando entré en la panadería empezaron las risitas. Lo mismo ocurrió en el mercado donde, por cierto, quien más se reía era Bedulio que esa mañana hacía la ronda por allí. - ¿Cómo has dicho que la ha llamado? (le gritó una pescadera muerta de risa) - ¡Palmo y medio! jajajajajajaja - Esto no podía quedar así. Casualmente llevaba a Pascualita en el termo de los chinos para que viera el ambiente del mercado.

Me acerqué al Municipal por la espalda, miré en derredor y le lancé a la sirena. El animalito, temiendo caerse, clavó la dentadura de tiburón en una de sus nalgas rollizas y se escuchó un grito desgarrador, seguido de otro más desgarrador aún cuando arranqué a Pascualita, junto con un pedacito de carne mechada con un poquito de uniforme.

Inmediatamente me perdí entre la gente que corría para ver qué pasaba. Nadie se fijó en mi y llegué a casa con la satisfacción de un trabajo bien hecho. Pero no terminó ahí la cosa. Esperando el ascensor estaba mi vecina de arriba, recién salida de la peluquería. Esta vez Pascualita aterrizó sobre el peinado lleno de laca para que le durara una semana entera... cosa que esta vez no fue posible y no lo sería durante bastante tiempo, hasta que le creciera de nuevo el pelo que la sirena le arrancó en un santiamén.

Mientras la vecina era un mar de lágrimas y gritos, yo hice como que acababa de llegar y pasé inadvertida entre las vecinas que no paraban de preguntar ¿Qué te ha pasado?

En casa, Pascualita y yo, celebramos con chinchón el éxito de la venganza.


miércoles, 6 de septiembre de 2017

El carrito de la compra.

En el buzón he encontrado un anuncio de una nueva droguería y para festejar el estreno del negocio hace una oferta de pinturas acrílicas. Los precios bajísimos y el 2 x 1, me han decidido. Me he colgado el termo de los chinos al cuello. Siguiendo la costumbre de la abuela, me he llevado a Pascualita para que aprenda lo que hay que hacer cuando se encuentran ofertas que valen la pena.

Una esquina antes de la droguería me he encontrado con una larguísima cola de personas que, como yo, llevában el carrito de la compra para cargar cuantos más botes de pintura, mejor.

Después de pelearme con unas jubiladas que querían colarse, he logrado llegar al mostrador antes de la una. Ya veía que me quedaba sin comprar después de estar de plantón toda la mañana. Al fional he tenido que ir a comer a un comedor social donde he tenido que hacer una cola más larga si cabe.

Pascualita estaba harta de tanto encierro en un sitio estrecho y ha saltado dentro del carrito sin que me diera cuenta.

Tantas horas de plantón me han puesto los pies hinchadísimos y apenas podía caminar ¡Que dolor! y que ganas de llegar a casa, poner la Vuelta a España y sentarme en el sofá de la salita para dormir a pierna suelta pero, mi gozo en un pozo.

A penas me había alejado unos cien metros del comedor social, mi vuelta a casa fue interrumpida por dos vehículos policiales que, con las sienas a todo trapo , me ha dado un buen susto. Cuando los coches se han cruzado delante de mi impidiéndome el paso, el corazón ha estado a punto de salirme por la boca ¡Están rodando una película de guardias y ladrones y me han pillado en medio! ¡Voy a salir en el cine!

Los policías se han apeado de inmediato y pistolas en mano me han ordenado que me tirase al suelo ¡Estaba tan encantada que me he tirado varias veces para que el director elija la mejor toma! - ¿Se puede saber qué hace? (me ha gritado un guardia) - Facilitar el trabajo al director ¿no lo ves?

El otro policía me esposó las manos a la espalda. - ¡Que incomodidad! Habérmelas puesto delante. Es que no dais una. - ¿De qué habla? (preguntó un guardia al otro) - Se está haciendo la loca, como todos. (luego, dirigiéndose a mi, dijo) - ¿Quién es el muerto? - Perdona pero no puedo responder a eso porque nadie me ha dado un guión ¿Llevas uno? - Señalaron el carrito de la compra y el reguero rojo que, gota a gota, caía de él.

- ¿Qué es eso? (exclamé) - Eso queremos saber. - ¿Lo habéis puesto vosotros? (pregunté, algo mosqueada) - ¿Nos acusa de colocar pruebas falsas? ¡se le va a caer el pelo! - ¡Ya está bien! Por muy actores de cine que seáis, no tenéis derecho a mancharme el carrito. - Vale, si no quiere hablar, ya se lo contará al Juez. - ¡Muy bien! Y ahora desatadme que no me gusta éste juego.

Tardé un buen rato en advertir que la cosa iba en serio y de cine, nada de nada. Los policías fueron alertados por alguien que vio salir un reguero rojo del carrito, muy cargado de botes de pintura ¡Pensaron que había matado a alguien y desangraba mientras iba camino de mi casa.

Finalmente se descubrió que la supuesta sangre era kepsup de una botella que compré el día anterior y se me olvidó ponerlo en la despensa. Fue Pascualita quién le hincó el diente al bote de plástico, del que bebió hasta hartarse, luego se quedó dormida con el traqueteo de las ruedas del carrito sobre las baldosas de la acera. Aclarado el entuerto, con los pies metidos en un barreño con agua y sal, voy a hacer la siesta con un poco de retraso.

lunes, 4 de septiembre de 2017

Oculista.

Hoy no tenía nada que hacer y he dicho: - Pascualita, vamos a la consulta del oculista a que me hagan pruebas. Con ella viendo el panorama desde el termo de los chinos, he cogido el autobús y le he dicho al chófer. - Llévame al hospital, Fermín. - Me ha mirado con cara de asombro, así que he deducido que no se llama Fermín ,pero ese es el nombre que tendrá mi chófer cuando sea tan rica como la abuela.

He dado un paso hacia uno de los pocos asientos libres que quedaban y me ha gritado: - ¡Quieta, parada! O pasa la tarjeta ciudadana por el aparatito, o se baja ahora mismo. - Por no discutir, la he pasado, (pero no para Pascualita jijijijijiji)  después me he sentado, muy tiesa y muy digna para que el proletario ese, vea lo que es una s-e-ñ-o-r-a.

Después de dos baches espectaculares, que el bus ha saltado sin amortiguadores, a punto he estado de romperme la espalda y he tenido que dejar para otro día la pose de señora-digna. Estos avatares minaban mi intención de ponerle al Lunes buena cara. Y solo me ha faltado el canto de un duro para pedir la hoja de reclamaciones al supuesto "Fermín" de las narices.

Menos mal que en la consulta del oculista he encontrado un poco de paz. Apenas había gente. Las enfermeras entraban y salían con largas listas en las manos y se desgañitan nombrando a pacientes invisibles, supervivientes de un fin de semana a los que se les han pegado las sábanas.

He sacado un libro del bolso y me he pasado un buen rato leyendo, evadiéndome a lejanos paisajes donde la gente hablaba en susurros: - Luego dicen que la Seguridad Social va mal... ¿Dónde están los pardales a los que llaman?... No tienen vergüenza... ¡A la cola tendrían que mandarlos!... Tiene usted razón, eso es lo que se hace en la carnicería de mi barrio. Si te despistas cuando llaman tu número, después no quieras pasar delante a las demás ¡Haber estado atenta!...

He vuelto al presente al escuchar mi nombre - ¡Servidora! (he gritado) y un poco atontada aún por el brusco traslado del ensueño a la realidad pura y dura, he preguntado a la enfermera. - ¿Cómo sabía que estaba aquí? - Porque hace seis meses que le dieron cita con el doctor, para hoy. - He quedado gratamente sorprendida con la respuesta.

Me han tenido entretenida haciéndome prueba tras prueba para, finalmente, ir a parar frente a la puerta del doctor a esperar el veredicto. He vuelto al libro... hasta que una mano posada en mi brazo me ha hecho perder el hilo de la lectura. Una mujer me miraba embelesada. - Perdone que la moleste pero es usted la única persona, en toda la sala, que tiene un libro en las manos ¡y lo lee! - Leía (dije algo molesta) pero no me oyó porque se escuchaba a sí misma: Me encanta leer..., he leído taaaaanto..., que si patatín..., que si patatán... - Cuando el oculista me ha llamado le he dado un abrazo diciéndole: - ¡Le debo un chinchón on the rocks, doctor! - Hasta Pascualita le ha mostrado su dentadura de tiburón en plan sonrisa. Menos mal que el hombre tenía la vista clavada en el ordenador y no la ha visto.

sábado, 2 de septiembre de 2017

¡Por listo!

Llevamos un buen rato en la UCI esperando que nos den noticias de cómo va evolucionando Geoooorge. De momento parece ser que está más allá que acá. Pobrecillo, con la ilusión que le hace ver cómo se implanta el Brexit... pero, no sé, a lo mejor no lo ve..jijijijijiji

La abuela dice que no me ría, que no estamos en un lugar dado a la alegría pero es que... quien rie el último, rie mejor.

Todo ha empezado esta mañana cuando he llamado a la abuela. - Puedes venir a desayunar de croquetas. Acabo de freírlas. - dijo que pasaría a recoger a la Cotilla por la iglesia donde suele "limpiar" los cepillos los sábados y vendrían enseguida. - "Nos traerá Geooorge en el rolls royce"

Poco tiempo después escuché el concierto de pitos de los coches a los que no dejaba pasar el cochazo, aparcado en la parada del bus. En la cocina había preparado la mesa para cuatro, café y cola cao. A Pascualita la coloqué en el frutero, tras los kiwis y los plátanos. Ella tenía todo el derecho de probar las croquetas por la ayuda que me prestó.

 - "¡A ver esas croquetas!" - ¡Que buena pinta tienen. Al final lograremos casarte, boba de Coria! - Yo estaba rebosante de orgullo. Por fin me reconocían algo bueno. - Nos sentamos todas menos Geooorge. - Mi no comer, madame. Doler barrigau. - "Venga, no seas nenaza, inglés, siéntate. Nena, házle un te,"

El te humeaba cuando se lo puse delante mientras gritaba a los cuatro vientos: - ¡Que conste que si no llega a ser por él y por Pasc... , en fin, que sin su ayuda no hubiese podido hacerlas! - La Cotilla le dio un codazo a la abuela - De modo que sigues en relación con Pascual... pensaba que habíais terminado.

- La abuela, croqueta en mano, le daba vueltas admirándola. - "Hay que ver que guapas han quedado. ¿Las has hecho con dos cucharas?" - No, abuela. Al estilo inglés, con el sobaquillo como dice Geooorge jajajajajaja. Fue un poco engorroso pero valió la pena" - ¿Con el sobaco? (dijo la Cotilla) Ya me parecía que esto que sale por aquí era un pelo... - Y eso que me depilé antes aunque siempre puede quedar alguno (dije humildemente) Pero lo importante es que estén buenas ¡Venga, comamos! Yo las quiero con cola cao.

Partí un trocito de la mía y disimuladamente, se lo dí a Pascualita... ¡y me lo escupió a la cara! En ese momento, la abuela, muy seria, ordenaba a Geooorge que se sentara y comiera - ¡O te corto la cabeza! - y su dedo indice hizo un recorrido siniestro por su cuello.

El mayordomo sudaba la gota gorda y no le quedó más remedio que probar su "deliciosa" receta. Se comió una..., un trago de te, dos... escupió pelo sobaquero, tres... le sobrevino una arcada, cuatro... lloraba amargamente, cinco... más te, seis... la Cotilla protestó ¡se las comerá todas! La abuela sentenció ¡esa es la idea!... Y así hasta que la bandeja se vació.

Así que ahora estamos en la UCI y aunque no sea el sitio apropiado, no puedo parar de reírme por lo bajini jijijijijijijijiji...

viernes, 1 de septiembre de 2017

¡Acabé las croquetas!

Era tempranito cuando ésta mañana han aparecido por casa la abuela y la Cotilla. - "Venimos a desayunar croquetas." - ¿Cuántas habéis traído? - "¿No están hechas?" - Es un proceso largo. De momento el pollo ya está bañado y churruscadito. - "¿Cuándo se podrán comer?" - Por el proceso tan enrevesado que llevan, creo que... a mediados de la semana que viene.

La sonrisa se les congeló, dieron media vuelta y salieron dando un portazo. Corrí al balcón. - ¡Abuelaaaa, se te ha olvidado darme la ensaimada para desayunar! - "Cuando yo coma croquetas, tu comerás ensaimada" y se alejó repiqueteando con sus tacones XXL en la acera mientras la Cotilla la seguía a saltitos de gorrión y quejándose por no haber desayunado todavía - A la hora que es...

Esperé que Pascualita se desperezara en el borde del acuario, para cogerla y sentarla en el frutero. - Vamos a seguir con la receta de las croquetas si queremos desayunar como Dios manda. A ver ¿qué más hay que hacer?

La sirena, fijos sus ojos de pez en mi, parecía no entenderme. - No te hagas la tonta ahora... ¿ves algo por aquí que nos sirva? - Se impulsó con la cola y salió despedida hasta el armarito donde guardaba el cola cao. - ¿Cola cao, azúcar, café?... ¿Estás segura? - Chasqueó los dientes y se relamió. - ¿Quiéres desayunar? - La mirada se hizo más intensa. - ¡¿Ahora quiéres desayunar?! ¡Tenemos un trabajo que hacer, cacho sardina! Este bicho me saca de quicio.

No debió gustarle nada mi aptitud porque, de un impulso regresó al acuario, llenó la boca de agua y me escupió a los ojos - ¡La madre que te parió! - Por muy poco no me deja ciega. Mi primera reacción fue meterla en una olla y hacer un caldo de pescado con ella, pero no me quedó más remedio que claudicar y preparar los cola caos.

Como todas las mañanas, la sirena saltó dentro de la taza hasta vaciarla, luego se entretuvo en lamer la mesa y las sillas hasta que no quedó una gota a la vista. Solo entonces se dignó a darme una pista para continuar la receta de las croquetas. Saltó al suelo y reptando, llegó hasta las cebollas que estaban en una caja. - ¿Cebollas? ¿Tengo que cortarlas? ¡No puedo. Lloraré! - No tuvo piedad de mi y no se movió hasta que, a regañadientes, cogí una cebolla y la corté.

¡Que panzada de llorar! Aún tengo los ojos hinchados. - Llamé a la abuela - Madame no estar. - ¿Por casualidad te sabes la receta de las croquetas? ¿Qué hago con la cebolla? - Meter en sartén. - Con qué... - Oil - ¿Aceite? - Yes. - ¿Y luego? - Poner whisky. - ¡No tengo! ¿Vale el chinchón? - OK. - ¿Mucho? - Yes. - ¿Qué más? - Azúcar glass - ¿Mucho? - Six cucharas - ¿No saldrán dulces? - ¡Noooooo! buenas. - ¿Y el pollo? - Yes. - ¿Lo corto - Yes - Cuanto trabajo... ¿seguro que saldrán buenas? Oye y para darles forma ¿cómo lo hago? - Con sobaquillou. - ¿El sobaco? - Yes. Es perfectou. - ¡Gracias, tío, me has salvado! - Mi no tío, mi mayordomou.

Cuando llegó la noche acabé de hacer la última croqueta. Luego me duché. Me molestaba mucho la pasta acumulada en el sobaco... pero estaba orgullosa de mi trabajo.