lunes, 7 de agosto de 2017

¡Quiero saberlo todooooooo!

Seis y media de la mañana. Suena el teléfono insistentemente. Por supuesto no le hago ni caso. Me tapo la cabeza con la almohada y sigo durmiendo. Media hora después, harta de oírlo, lo cojo. Es el abuelito.

- Gracias a Dios que has vuelto, nena. - ¿De dónde? (pregunto sorprendida) - De buscar las revistas... ¿no? - No. - ¿Eso quiere decir que ya las tienes en casa? - Quiere decir que no salen hasta el miércoles... - ¡Oh, esto es una agonía insoportable! (y lanzó un suspiro de los que dejan huella) - ¿Todo esto es por la abuela? - Me trae frito con las fotos de la recepción real... ¿seguro que no ha salida ninguna revista? - ¡Abuelitoooo! - Vale, vale.

Desayuno con mis amigos, Pepe y Pascualita, mientras les cuento el sinvivir que tiene la abuela. - Es una pena que no hables (le digo a la sirena) porque estuviste en el sarao. ¿Llamó la atención su look estrambótico? - Los ojos de pez de Pascualita se clavaron en mi durante un rato. El rato que necesita para procesar en su pequeño cerebro de nuez, lo que le he dicho... creo. Después hizo la señal de OK.

- ¡Lo sabía! No podía pasar desapercibida con semejante indumentaria... ¿Saludó a la reina? Iba guapísima, así que no creo que se sintiera ninguneada  ni esclipsada su elegancia en favor de la abuela ¿Tu qué crees?

De nuevo un parón para concentrarse ... y ¡la señal de OK de nuevo! - ¡¡¡¿Síííííí´?!!! No puede ser. Creo que no me estás entendiendo, sirena de las narices. La próxima vez que te lleve a tí, Pepe. No eres una loca perdida como la medio sardina. - Pepe, fiel a su aptitud, no dijo esta boca es mía.
-  El fallo que tienes es que no eres de mucho hablar y encima no eres expresivo ¡Pues vaya negocio que hago con vosotros! No me entero de nada.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! ¿Quedan delicatessen de las que trajo tu abuela? - Pepe se ha comido el último bocadito, Cotilla. - ¿Pepe?... vaya... ¡Un momento! Te lo has comido tu, jodía, porque él tiene la boca cosida y lleva sin comer un montón de años. - Pues más a mi favor. Debe estar muertecito de hambre. - Muertecito sí que está y tú no eres más tonta porque no te entrenas.

Seguiremos esperando el Hola y tomando tortillas de aspirinas para soportar a la pesada de la abuela.

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