martes, 8 de agosto de 2017

¡Por lista!

¡Ya falta menos para que el Hola llegue a los kioscos! Que larga se nos está haciendo a todos la espera porque la ansiedad de la abuela crece por momentos y estamos tentados, muy seriamente, de tirarla por el balcón de la Torre del Paseo Marítimo, que tiene más altura que el mio.

Se pasa el tiempo preguntando qué día es. Diciendo ¿se me verá bien? ¿no se me verá en las fotos? - Le decimos que sí para que se calle y sigue como quien oye llover. - "Saldré porque cada vez que veía al fotógrafo del Hola a punto de disparar, me ponía delante de la cámara" - Entonces, saldrás. - "¿Y si no apuntó bien?" - Que sí que saldrás. Que sí. ¡¡¡QUE SIIIIIIIIIII!!!

Estamos desesperados y el calor no ayuda a que nos calmemos. Los nervios nos hacen sudar a mares. Hemos establecido unos turnos por el bien de nuestra salud mental. Cada tres horas uno de nosotros se queda a solas con la abuela y la aguanta. Incluso Bedulio ha hecho un turno... engañado. Lo encontré en la calle cuando salía para ir a la Torre del Paseo Marítimo. - ¡Hola, Bedulio! te estaba buscando. - En seguida se puso en guardia y palideció. - ¿A mi? ¿por qué? - La abuela me ha dicho "Si ves a Bedulio dile que se pase por mi casa que tengo un taperware lleno de croquetas para él"

Noté como se relajaba. Le comenté que iba para allí - Podemos ir juntos. - Pero se negó en redondo - Prefiero ir solo que mal acompañado. - Cuando llegué a la Torre, el Municipal ya estaba allí. Entramos, le dije que iba a por las croquetas y que esperara en el saloncito de la televisión donde estaba la abuela. Acto seguido, la Momia y yo nos largamos al cine, cerrando con llave la puerta de la calle.

Al día siguiente recibí una multa por caminar por el carril bici, otra por cruzar un semáforo en rojo, otra por bajar la basura diez minutos antes de la hora permitida, otra por tirar a la calle cáscaras de pipas; otra por gritarle a una vecina que era una guarra; otra por tender bragas en el balcón... y así un sinfín que gilipolleces que, sumadas las cuantías me salían por un ojo de la cara. Naturalmente fui a protestar. - ¡Todo esto es MENTIRA! - Me pusieron otra multa por llamar mentiroso a una autoridad.

Lo peor fue que nadie quiso compartir las multas conmigo, ni siquiera el abuelito. - Te ha pasado por lista. Era tu turno de estar con tu abuela y se lo endosaste al pobre Bedulio. Justo es que lo pagues. - ¡Pero...! - Que cada palo aguante su vela (sentenció Andresito)

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