sábado, 19 de agosto de 2017

Campeonato de tontos.

El rolls royce ha aparcado en su sitio favorito: la parada del bus. De él han salido la abuela y Geoorge, éste último cargado con una bandeja de pasteles que ha dejado sobre la mesa del comedor. - ¿Son para mi? (pregunté asombrada) - "Sí, guapita" - Miré a la abuela. - ¿A santo de qué?... ¿Es  mi santo? - "¡Que va!... es en desagravio por un título que has perdido después de muchos años" - ¿Ah, sí? - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! Veo que ya os habéis enterado. - "¡Calla que no sabe nada!" - En éstos casos qué se hace ¿se da el pésame? - "No sería desacertado".

Diría que se referían a mi pero las dos amigas hablaban entre ellas como si yo no existiera. Y Geooorge estaba entregado a su trabajo de mayordomo eficiente, poniendo un mantel en la mesa y sacando las copas de la cristalería buena que fui juntando con vales de Mercadona. Colocó la botella de chinchón en un sitio preferente, platitos, tenedores y cucharillas; del rollo de papel de la cocina cortó cuatro servilletas... (así que él también se sentaría en la mesa con nosotras...) Finalmente quitó el papel que envolvía la bandeja de pasteles y el chocolate brilló con luz propia.

- ¿Me vais a decir, de una vez, de qué va todo esto - "Después. Primero comamos y bebamos porque las penas con pan son menos" - No me hice de rogar. - De vez en cuando, la abuela acercaba un trocito de pastel o un dedo mojado en chinchón, al broche prendido en su blusa ibicenca y Pascualita daba buena cuenta de todo.

Cuando no quedaron ni las migas, la abuela habló:

- "Siento darte éste disgusto y también lo siento por mi porque ya no puedo presumir d... " - ¡Ni yo tampoco! (gritó la Cotilla y me pareció que una lágrima pugnaba por salir del lagrimal) - La abuela  continuó: - "de tener la nieta más tonta de la Comunidad Económica Europea ¡Los parisinos te han desbancado del hipotético podium! Lo siento, nena."

Yo no podía articular palabra... ¿me estaban insultando? ¿se reían de mi?... Su pena parecía sincera - Hay un movimiento de personas que no quieren que el Ayuntamiento de París se cargue a las ratas de la ciudad y ya han conseguido un montón de firmas para ello." - En parte, lo comprendo, después de ver Ratauille. Es la única ciudad en el mundo que tiene ratas cocineras y con Estrella Michelin (apostilló la Cotilla)

Geooorge, aunque callaba, dejó ver su repulsa a la iniciativa parisina con una mueca de desprecio. - Debéis dejar la bebida (dije con voz ronca) - "¡Lo que decimos es cierto! Dicen que tocan a dos ratas por parisino y muchos de ellos se niegan a que las exterminen. París siempre ha tenido ratas y escritores como Victor Hugo hablaron de ellas" - ¡Que cruz tiene el Ayuntamiento de París con las ratas y sus amigos! (clamó al cielo la Cotilla)

De repente, Geooorge, con la vista fija en el broche de la abuela, saltó como un resorte. Acto seguido, un chorrito de chinchón envenenado le dio en un ojo. La sirena ha aprendido a desviar, salvajemente, la atención hacia ella. Y yo me siento rara... estaba tan acostumbrada a ser más tonta que Picio.


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