sábado, 29 de julio de 2017

¿Era una boya?

Como hace calor y ya estoy harta de ver malas caras, me he ido a la playa con Pascualita. La sirena, en cuanto huele a mar se pone de los nervios, por eso en el termo de los chinos, donde apenas cabe, no he puesto agua para que no me escupa a los ojos y tengamos un disgusto.

Mientras dejaba la bolsa y la toalla en la arena ha saltado al suelo. - ¡¡¡Pascualita, quieta!!! - He gritado como una histérica. Menos mal que a esa hora había muy poca gente. La he cogido por la cola, metido en la bola de acero y he sujetado la cadenita al tirante de mi bañador, después hemos entrado en el agua... ¡estaba deliciosa!

No es fácil coordinar mis movimientos con los suyos. Yo nado xino xano y ella es la velocidad personificada. Después de muchos tirones de la cadenita para que se modere, hemos llegado a un entente y acompasado los movimientos.

Hemos nadado de parte a parte de la playa. De vez en cuando me fijaba en la sirena. Estaba tan aburrida que no paraba de bostezar y cuando notaba que la miraba me enseñaba sus pequeños y poderosos dientecitos de tiburón ¡Que mala uva tiene la jodía!

A la vuelta he tratado de dar más velocidad a mis movimientos. De cuando en cuando alzaba la cabeza para no chocar con nadie pues el agua se iba llenando de gente. La última vez que miré estaba entrando en una zona de boyas amarillas. Pensé en pasar deprisa por allí, no me gusta que me rocen las cuerdas así que he hundido la cabeza y ¡a nadar!... hasta que he chocado con una boya pero, en lugar de tocar plástico ¡he tocado chicha!.

Al mirar a través de las gafas empañadas he descubierto que lo que había tomado por boya era la cabeza, monda y lironda, de un señor parado en medio de mi ruta. Apenas he balbuceado: Per... dón, porque me ha dado la risa floja, de esa que no puedes parar de reírte.

Pascualita ha emergido para ver qué pasaba y al ver esa cabeza tan brillante, en lugar de mantenerse en la superficie para que yo no me ahogara, se ha lanzado a por las orejas del bañista. Poco a podido morder metida en la bola pero algo a pillado, además de llenarlo de cardenales.

El pobre gritaba, asustado, sin saber qué le pasaba: - ¡¡¡TINTORERAAAAAAAA!!!

La poca gente que se estaba bañando ha salido por pies. Yo he conseguido mantenerme a flote y apartarme lo más lejos posible. Al llegar a mi bolsa he metido a Pascualita y he colocado la toalla encima.

Desde lejos he visto como ayudaban a salir al hombre. Sangraba pero lo más impresionante era la gran oreja  que tenía. Inmediatamente, la gente cogió sus móviles para mandar la foto a las redes sociales. Se hará famoso el tío y encima se quejará.

No hay comentarios:

Publicar un comentario