viernes, 21 de julio de 2017

El careo de las gaviotas.

La única cosa buena de tener a la abuela en casa es que desayunamos ensaimadas recién hechas. Ya estoy hasta las narices de tanta magdalena, supercaducada, de la Cotilla.

Hoy no ha aparecido por casa y Pascualita ha podido desayunar con nosotras. Esto ha establecido una nueva costumbre: la abuela nos lee el periódico mientras comemos. Tengo que averiguar si lo hace para estemos al cabo de la calle de las noticias o para que yo esté callada...

Mientras Pascualita sorbe el té con el dedito meñique levantado y pellizca trocitos de ensaimada que se lleva a la boca y mastica suavemente (¡no me lo puedo creer!) la abuela, con las gafas puestas, lee y comenta el careo entre una madame y dos políticos de aquí, presuntos clientes suyos.

 - "Ya sabía yo que tenía que haber aprovechado el tirón que tenía cuando era un poco más joven ¡Mira que facturas, 36.000 euros, 8.000 euros, 14.000 euros y suma y sigue!" - ¿Crees que eran clientes estos dos? Hay uno que es de ir a misa. Acuérdate que quiso instaurar la ofrenda de flores a la Virgen de la Salud como si esto fuera Valencia. - "Ellos dirán que no pero la madame puso sus nombres en la agenda" - Los corruptos padecen de mala memoria... ¡que cosas más raras! -

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! - ¡Oh, no! - No me quedó otra que agarrar a la sirena por la cola, hacer molinete y lanzarla al acuario confiando en mi puntería... pero fallé y salió por la ventana cayendo en un nido a medio construir. - ¡Que escándalo! (dijo la Cotilla) - Solo son unos pajaritos (protesté) - ¡Pajaritos muy activos y de gustos caros! - ¿Ah, sí? No sabía yo que los gorriones... - ¿Quién habla de gorriones, boba de Coria? ¡Dos gaviotas que comen de todo! - Ya me he perdido...

Cuando la Cotilla se fue rescaté a Pascualita de los picos de los gorriones. Aunque ellos no se fueron de rositas. Algunas partes de sus cuerpos estaban exageradamente hinchados: los muslos parecían de gallina pequeña. En cuanto la sirena se zambulló en el acuario salió como una flecha rociándome los ojos con agua envenenada y ahora veo menos que un gato de plomo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario