viernes, 16 de junio de 2017

La Momia se enamora.

Esta mañana, al entrar en la cocina a desayunar, he tenido la sensación de que éramos menos que ayer. - ¿Falta gente ¿verdad? - La Momia dejó de masticar su ensaimada mojada en el café con leche y levantó una mano, pidiendo la palabra. - He despedido a los cubanitos culito-respingones. - ¿Por qué, bisabuelastra? ¿Se habían vuelto repetitivos en sus juegos erotico-festivos? - Eso también, pero la verdadera razón es que he conocido a un jovencito de lo más educado, monísimo y tengo la sensación que lleva mucho tiempo en el dique seco, sexualmente hablando.

- ¡Por lo que cuentas, es un mirlo blanco! - Un poco blanco sí que está. - La abuela vino hacia mi para susurrarme al oído: - "¡Se ha prendado de mi primer marido! Cambia de tema" - Se me atragantó la ensaimada. Ya sé que la abuela quería que dejara de hablar de ello pero no podía, me interesaba el tema.

- ¿Dónde lo has conocido? - ¡Aquí, en tu casa! Ya ves que casualidad. - ¿No será el cartero? (la abuela me pegó una patada en la espinilla por debajo de la mesa) - No creo. Debe ser de la familia porque estaba comiendo caracoles. (Andresito tuvo una arcada) - ¿Y dices que es un jovencito? - (esta vez la patata me hizo saltar las lágrimas y fue a través de ellas que vi a Pascualita camuflada entre la fruta del frutero) - ¡Abuela, estás loca! (le grité. ¡Con todos los que éramos en casa, escubrirían a la sirena)

La bisabuelastra siguió con su tema. - Tienes que conocerlo, nena. Estaba aquí. - Tal vez lo trajo la Cotilla, como trapichea con tanta gente... - La vecina saltó como un resorte - ¡¡¡YO NO CONOZCO A NADIE QUE COMA CARACOLES!!! - ¿Es amigo tuyo, Andresito? (preguntó a su hijo) Me extrañaría porque es muuuuuucho más joven que tú. - Vale, mamá ¿porque no te dedics a rezar el rosario como hacían tus antepasadas a tus años (Andresito estaba muy enfadado y sin pensarlo, le gritó a la abuela) - ¡¡¡Y TU, DEJA YA DE HACERLE CARACOLES!!!

Allí se mascaba la tragedia. Y se mascó, pero yo ya no estaba allí. Pascualita, creyendo que la abuela iba a ser atacada, le soltó un chorrito de agua envenenada a Andresito en los ojos. El pobre salió llorando y gritando, tropezando contra los muebles hasta que la abuela lo alcanzó y le pasó la botella de chinchón. -"¡Toma y duerme la mona!"

La Momia y yo estábamos en el pasillo contemplando, arrobadas, a mi primer abuelito. Por primera vez dejé de verlo como un fantasma y mirarlo como el hombre que fue. Y sí, era joven... entonces
 ¿a qué edad se lo cargaron éstas dos brujas?

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