lunes, 26 de junio de 2017

La gran desilusión de la Cotilla.

Menudo jolgorio tenemos en casa. Si primero fue Andresito quien no levantaba cabeza debido al potaje-pornográfico-terrorífico-monetario-drogadicto de algunos de sus compañeros o conocidos de partido, hoy es la Cotilla la que ha llegado mohína y arrastrando la moral por los suelos. Cuando la he visto me ha dado por reír - ¡Ha llegado la alegría de la casa. Ole, ole y ole! - Menos guasa que no estoy para fiestas.

- ¿No saluda? - Ni para esto estoy. - Se fue a la cocina, cogió el cubo de la basura y lo llevó a la salita. La escuché trajinar y fui a ver qué pasaba ¡Estaba desmantelando el altar de los Amigos de lo Ajeno! - ¡Cotilla! ¿se encuentra bien?

Mientras de deshacía de velas, velitas y velones, además de las fotos de los corruptos, se le notaba que estaba haciendo un esfuerzo para no llorar pero cuando le llegó el turno al retrato de su gurú, su héroe, el espejo en qué mirarse, a quien creía que veneraría toda la vida, lo miró un instante y mientras las lágrimas desbordaban sus ojos, lo hizo trizas.

Salté hacia ella. - ¡Cotilla, es Luis Bárcenas! - ¡Lo sé! - y seguía haciendo los trozos cada vez más pequeños. - Solo se calmó al ver la botella de chinchón que cogí de la despensa. - No necesito copa, boba de Coria. ¡Y se bebió, a morro, casi toda la botella!

Me miraba con ojos vidriosos cuando le pregunté: - ¿No se arrepentirá? - ¡Es un rajado, como todos! No ha querido hablar ante el juez. No es aquel Luis valiente que, haciendo gala de su chulería, cantó las verdades del barquero la primera vez que declaró. ¡Dio nombres y los ratificó (¡Ya lo creo que recibían sobres. Y fulano de tal también. Y este otro y el de la moto. ¡Todos recibían sus sobres más contentos que unas pascuas! ¡Claro que lo sabían! Y no declaraban a Hacienda porque todo iba a la contabilidad en B... Ese es... ¡hip! ... era mi Luis. Si él caía, todos caerían con él... ¡hip!... mi héroe... ¡Una porra! Se ha asustado, achantado, ... ¿Dónde está esa chulería que me llevaba a mal traer? ... ¡hip! ... ¿dónde estáaaaaaaaaaaaa?

De repente cayó redonda al suelo y allí la dejé para que durmiera la mona. Después se la enseñé a Pascualita para que aprendiera la lección por si algún día vuelve a su hábitat y se encuentra con una situación parecida.

- Fíjate el disgusto que ha cogido la Cotilla. Recuerda que todos somos maleables en manos de personas con mucho poder, o mucho dinero... y sobre todo, recuerda que en los abismos marinos no tenéis chinchón y ni siquiera podrías consolarte bebiéndo media botella a morro.

Por toda respuesta, Pascualita saltó de mi mano al suelo y se pasó un rato entretenida comiéndose los cachitos de fotos y restos de cirios. Con razón le cuesta entrar en el termo de los chinos.


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