martes, 27 de junio de 2017

El funeral.

La abuela me llamó por teléfono: - "Vistete decentemente y rápido que en unos minutos paso a buscarte". - ¿Decentemente? Siempre voy así. - "Así te va" - . - ¿Y dónde vamos? - "A un funeral" - ¿A la cafetería? - "¿Qué parte de A un funeral no has entendido, boba de Coria? De haber querido decir Al Funeral, lo hubiese dicho ¿no crees?" - ¿De quién? - "¿Ya te estás arreglando?" - Todavía, no... estoy hablando contigo. - "Pues el rolls royce está llegando a tu casa"

A la velocidad del rayo me cambié de ropa tres veces porque no acababa de verme muy decente. Al mirarme al espejo no me gusté nada. Sonó de nuevo el teléfono. Era la abuela - "Trae a Pascualita" - ¿Ya estáis aquí abajo?. No oigo el concierto de pitos. - "Ya casi hemos llegado"(me dijo, tajante) -  Después, dirigiéndose a Geooorge dijo: - "Cierra bien la puerta del garaje. Y párate en la pastelería de las Avenidas que se me antoja comerme una empanada de carne con guisantes" - Le ladré a través de las líneas - "¡Me tienes a todo correr y aún no habéis salido de tu casa!. - "!Que no se te olvide Pascualita!"

Media hora después se oyó el jaleo de los claxons ante el mal aparcamiento de Geoooorge. Tuve que meter a la sirena en el termo de los chinos a presión porque los michelines  hacían ventosa y a la media sardina le costaba entrar.

Camino de la iglesia, la abuela dijo que el funeral era una ocasión única para que Pascualita conociera de primera mano nuestras tradiciones y parafernalias ante la muerte de un ser querido. - ¿Y crees que esto le va a servir para cuando vuelva a su antíguo habitat? - "Naturalmente" - Me extraña: en el fondo del mar, sencillamente, te comen y el duelo se despide de prisa y corriendo por si el "tragón"  se ha quedado con hambre.

En la iglesia hubo un conato de guerra civil cuando algunos soci@s de El Funeral se enzarzaron en discusiones, empujones y palabrotas dichas en voz baja, al querer colocarse todos frente a los escasos ventiladores de la iglesia.. Al final el cura los apagó. Dos minutos después sudábamos como pollos.

Al cura se le veía enfadado y se trabucó. Como dijo Conchi que se sentó con nosotras: - Para un trabajo que hace, va y lo hace mal. - Le dimos la razón. La difunta se llamaba Damiana pero el cura se empeñó con Mercedes y no se le caía el nombre de la boca. - De repente me entró la risa floja porque me había fijado en el víudo que, sin recato dijo, - Mi mujer debe estar en la Gloria porque nadie olvidará de su funeral.

La abuela y Conchi hacían muecas para no reir y cuando parecía que lo iban a lograr sonó el movil de Conchi tocando Paquito Chocolatero. El cura estaba perdiendo los papeles y nosotras y demás socios de El Funeral estábamos desatadas y cuando nombraba a la muerta diciendo Mercedes, unas cuarenta personas mayores gritaban ¡¡¡DAMIANAAAAAA!!! y aplaudían. Al final el duelo se despidió a la puerta de la iglesia porque el cura nos echó con cajas destempladas. - "¡La de cosas que estás aprendiendo hoy, Pascualita!"

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