miércoles, 31 de mayo de 2017

¡Sorpresa!

Han llamado a la puerta y al abrirla, ha entrado una ráfaga de aire fresco. - Aaaah, que bien va esto con el calor que hace. - Luego miré en el rellano y no había nadie. Me acerqué al ascensor y tampoco ¿Quién habrá llamado? - Y entonces, la puerta se cerró con gran estrépito. - ¡Oh, no. Me he quedado en la calle!

No había cogido la llave, ni le había dado una copia a ninguna vecina por si un día me pasaba algo así... Se me ocurrió que podría trepar por el árbol hasta el balcón y corrí escaleras abajo. Me coloqué junto al árbol al que, en este instante, estaba viendo con otros ojos: ¿siempre había sido tan grueso el tronco... y tan alto? Me abracé a él pero no conseguí abarcarlo con los brazos y subirme se convirtió en una meta imposible.

Decidí pedir ayuda: - ¿Puede trepar por el árbol, entrar por ese balcón a mi piso y abrirme la puerta, por favor? - Al hombre al que se lo pedí le brillaron las pajarillas - Es para un concurso de televisión ¿verdad? ¿Dónde está la cámara? - Se llevó una desilusión cuando le dije que no iban por ahí los tiros y se fue sin decir adiós.

Después de seguir intentando convencer a alguien para que me abriera, sin ningún éxito, se me acercó un maromo de pinta arrabalera que, arrastrando las palabras, me dijo: - Soy tu hombre, nena. Yo trepo y nos repartimos el botín al cincuenta por ciento, chata ¿Te place el negocio? - Quedé aturdida ¿De qué hablaba este tío? - Perdona ¿estás hablando de robar? - Me gustan las tías que van de cara y llaman al pan, pan y al vino, vino, así nos entendemos a la perfección, socia. - ¡Ni socia, ni leches! ¡Ni se te ocurra entrar en mi casa a robarme! - El egoísmo te ciega ¡haz el negocio con tu puñetero padre, so lista!

Acertó a pasar por allí Bedulio. - ¡Me vienes que ni caído del cielo! - Le conté lo que me había pasado y le pedí ayuda encarecidamente. Harto de oírme, llamó a sus compañeros e iniciaron la Operación asalto al Balcón. Después de media hora de intentos, llamaron a los bomberos que se presentaron con una escalera larguísima y en un plís plás, entraron en casa y me abrieron la puerta. Luego los invité a todos a unos chinchones on the rocks

Fue Bedulio quién vio al hombre sentado en la salita. - Tienes un huésped en casa ¿por qué no ha abierto él? - Que gracioso te pones cuando bebes jajajajajajaja. No hay nadie, salvo la cabeza jivarizada. - Entonces ¿quién es éste hombre? - Te digo que no hay nadie. - Pues se te habrá colado un vecino cuando hemos entrado todos. - ¡Que cabezón eres! ¿A ver, dónde está ese hombre?

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! - La Cotilla me cogió del brazo ¿Qué hace aquí toda ésta gente, boba de Coria? - Voy a la salita a ver a alguien y luego se lo cuento. - Efectivamente, había un hombre sentado en el sofá. - La Cotilla que venía detrás de mi, al verle, soltó un alarido escalofriante  y mirándome aterrada, me dijo: - ¡Es tu... primer... abuelito...! - Y se desmayó.

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