domingo, 2 de abril de 2017

Se fueron con viento fresco.

Sigue el problema con los gorriones de muslos de pollo porque ya han pasado unos días desde que Pascualita les mordió y las patas se van deshinchando y la gente no cree que sean los mismos pajarillos, sobre todo los ecologistas que acamparon bajo el árbol para que nadie intentara coger ninguno. Eso debe ir por el señor Li al que oyeron gritar que ¡eran suyos!

Menuda la que se ha montado en la acera. Por lo visto ha habido recuento de gorriones y parece ser que faltan dos o tres. ¡A mi que me registren porque no he tocado ninguno! aunque viendo esos muslos, me los imaginaba hechos al horno con hierbas, coñac, setas y ... ¡hummmm! se me hacía la boca agua.

Los ecologistas me han pedido que les dejara asomarse al balcón para llevar mejor la contabilidad de los gorriones. Y efectivamente, faltaban tres. - Se habrán ido volando (dije inocentemente) - ¡Si no podían con su peso! - ¿Y a estos qué les pasa? ¿Se les hinchan los muslos o están menguando? - Mi boca estuvo sellada. Que pensaran lo que quisieran menos que una sirena mantuvo una batalla contra los gorriones y la cosa quedó en empate.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! - Cotilla ¿se ha llevado tres gorriones del árbol? - ¿Yoooooooooooooooo? ¿Por quién me tomas? - Por una límpiacepillos. - ¡Niña, un respeto! - En este momento sonó el timbre de la puerta. - ¡La ha salvado la campana! Pero ésta conversación no ha terminado.

En el rellano estaba Bedulio con la cara cenicienta y unas ojeras que se las pisaba. Lo rodeaban los ecologistas, vecinos y... el señor Li. - ¡Venimos a hacer un registro! (gritó uno y fue coreado por el resto de los presentes) - ¡Alto ahí! aquí no se entra así como así. - ¡Venimos con la autoridad! Puede que los gorriones que faltan estén en tu congelador. - (La gente se crecía escudada tras el Municipal que no decía ni pío) - ¡Venga, hombre, que nos van a dar las uvas! (empezaban las protestas por la nula iniciativa de Bedulio)

Una chica gritó desde el portal. - ¡Los gorriones cada vez tienen menos chicha en los muslos! - ¡¡¡SABOTAJE!!! - Fue como un grito de guerra que, enervando a los presentes, les infundió valor y arrojo para pasar sobre el Municipal y entrar en casa. Pero mi grito fue mucho más efectivo. - ¡¡¡ABUELITOOOOOOO!!! - Cuando vieron correr al Municipal como alma que lleva el diablo, se formó una desbandada general. - ¿Por qué corremos? (preguntó uno) - ¡Porque ha llamado al abuelito! (dijo otra) - ¿Quién es ese tío? - Será su abuelo. - Yo no tengo. - No digo el suyo, sino el suyo. - ¿Está usted tonto? ¡Que no tengo abuelo!

El portazo que di hizo retumbar las paredes. Me asomé al balcón para ver el remolino de gente junto al árbol que gritaba y despotricaba pero, sobre todo, se preguntaban quién era el ya famoso Abuelito. En medio del corro, la Cotilla explicaba que era un fantasma que, de vez en cuando, a ella le había hinchado las tetas que daba gusto verlas. Naturalmente la tomaron por tonta. Entonces, señalando a la copa del árbol, alguien gritó: - ¡¡¡SE VAN LOS GORRIONES!!! Y otro dijo: - ¡Y EL MUNICIPAL! Cinco minutos después no quedaba nadie en la acera.

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