miércoles, 19 de abril de 2017

La abuela se mete a guía turística.

La Cotilla está hecha polvo y maldice en arameo a mi primer abuelito al que considera culpable de tener que sentarse muy de lado. - ¡Maldito sea! Tendría que haber cargado más el jarabe que le dimos. - Se me pusieron los pelos de punta - ¿Está reconociendo que se cargaron al abuelito? - ¡Yo no reconozco nada, boba de Coria! pero si lo tuviera delante se iba a enterar de lo que vale un peine. - La culpa de lo que le ha ocurrido es suya porque, al cargárselo, le dio superpoderes. - ¡No digas burradas!

Llegó la abuela seguida de Geoooorge con un paquete bajo el brazo. - "Toma, Cotilla, luego dirás que soy desagradecida" - Y sacó un voluminoso y pequeño cojín. Su amiga lo miró con recelo - ¿Para qué sirve esto? - "Lo colocas bajo la nalga "normal" y podrás sentarte equilibrada" - Se me hizo un nudo en la garganta y una lágrima emotiva rodó por mis mejillas. Y pensé que, muy en el fondo, la abuela no es tan mala.

La Cotilla se levantó a duras penas y la abuela, metiéndose dos dedos en la boca, silbó. Un ruido ensordecedor invadió mi casa precediendo a un grupo de turistas que, móvil en mano, inmortalizaron el descompensado culo de la vecina. La pobre quedó patitiesa de la sorpresa y cuando quiso reaccionar, el tropel de extranjeros había desparecido en busca de nuevas "vistas" para inmortalizar.

- ¿Qué... qué ha sido... esto? - "Los del Ayuntamiento nos han pedido ayuda a mi grupo de amigas millonetis para que les echemos una mano con el enorme excedente de cruceristas que llegan al puerto de Palma todos los días" - Me extraña mucho que os lo hayan pedido a vosotras que no les votáis ni equivocándoos. - "¡Niña, un respeto!" - Vale, tu sí... - Las reuní en casa y les solté un mitin. Al final salieron convencidas y nos dedicamos a la faena con gran entusiasmo. Cada una puede enseñarles lo que le parezca más oportuno o más curioso. Como he hecho yo. No creo que ningún turista haya vista nunca un culo parecido al de la Cotilla.

El enfado de la Cotilla ha sido como una fuerza de la Naturaleza desatada: ha tirado cuanto a encontrado a mano, la foto de Luis Bárcenas incluída porque estábamos en la salita, con la ventanan abierta y lo que tenía más cerca era el Altar de los Amigos de lo Ajeno. Al final, para calmarla, hemos tenido que recurrir al "agua" bendita: el chinchón. Cuando la furia ha amainado, sollozando ha dicho - Lo que más me duele es que no hayas cobrado entrada... ¡snif!... sigo sin poder llegar a fin de meeeeeeees...

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