miércoles, 22 de febrero de 2017

Pesetera.

Llevo dos días sin hablar con los abuelitos. Estoy enfadada con ellos. Me he dado cuenta de que, a pesar de lo viejos que son, les importa un pimiento cargarse el paisaje de la Isla, que en nuestro mayor tesoro, si con ello pueden obtener ganancias millonarias. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Estoy deseando que empiecen las obras del aeropuerto ¡Me voy a forrar!

- ¿Para qué quiere tanto dinero a sus años? - Para llegar sin agobios a fin de mes. - ¡Eso es un cuento chino! ¿No se da cuenta de que perderá su libertad? - ¿Perdón? - Trabajará tanto que no tendrá tiempo para disfrutar de sus ganancias. Enfermará y se morirá. - ¡Lagarto, lagartooooo! ¿qué mosca te ha picado, boba de Coria? tu también saldrás ganando, ya te lo dijo tu abuela: el mercado de pretendientes a padre de su biznieto, será muy extenso y podrás elegir tranquilamente... bueno, no tanto porque se te va a pasar el arroz cuando menos te lo esperes.

- ¿Qué legado vamos a dejar a nuestros nietos gracias a la avaricia desmedida de personas como usted o mis abuelitos? ¡Qué vergüenza de familia! - Por eso no me preocupo. No tengo nietos. - ¿Y los de los demás? - No es asunto mío. Que cada palo aguante su vela... y hablando de velas, voy a encender unas cuantas para Bárcenas. - ¡No me queme la casa, egoísta!

Pascualita, sentada en el borde del acuario, seguía alicaída. La abuela dijo que le conseguiría un novio pero se debe haber olvidado y la pobre sirena suspira por los rincones. Da penita verla. Hasta tiene mala cara, que ya es decir.

Aproveché que la Cotilla estaba entretenida con las velas para comentarle lo que había hablado con ella. - La gente va a lo suyo. Que cierto es aquel refrán que dice: vaya yo caliente y ríase la gente. A éste paso Mallorca será la Isla encementada en lugar de la Isla de la Calma. No se dan cuenta de que están matando a la gallina de los huevos de oro.

La sirena no pareció animarse con mis comentarios. Le hice la señal de OK para que me contestara pero esto tampoco funcionó, entonces le hice una broma. La cogí por la cola, le di vueltas y la lancé bien lejos. fue a estrellarse en la cara de la Cotilla que, en ese momento, entraba en el comedor. La mujer quedó aturdida y yo aproveché para coger a la sirena que estaba atontada en el suelo y meterla en el acuario. El agua debió espabilarla porque subió a toda prisa para tirarme agua envenenada a los ojos.

Mientras la Cotilla se preguntaba ¿qué había pasado? llamó la abuela para contarme algo. A las primeras de cambio le contesté con monosílabos. Yo seguía muy enfadada pero seguí escuchando. De repente cmabié el tono. - ¿A, sí?... ¿Tu crees...? Pues.. no sé... ¡¡¡¿DE... VERDAD?!!! ¡¡¡ME APUNTOOOOOO!!! ¡CLARO QUE ESTOY SEGURAAAA! ¡¡¡QUE SÍ. QUE SIIIIIIIIIIIIIII!!! VALE, VALE. MAÑANA FIRMO DONDE HAGA FALTA!!! ¡¡¡GRACIAAAAAASSSSSS!!!

- ¿A qué vienen esos gritos? - ¡Los abuelitos me ha hecho socia suya! ¡¡¡SEREMOS RICOS!!! - ¡¿Yo también? (dijo, entusiasmada, la Cotilla) - Usted dedíquese a "limpiar" bolsos que nosotros nos encargaremos del aeropuerto. - (Asombrada, grito) Pero... no decías no sé que de matar a la gallina de los huevos... de oro? - ¿Usted tiene que meter las narices en todo, Cotilla? ¡Vamos a brindar con chinchón por los turistas que nos invadirán! - ¡¡¡PESETERA!!! - ¿A que no le doy una copita?

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