sábado, 18 de febrero de 2017

¡Le sale a devolver!

La Cotilla ha venido temprano y acalorada. - ¿Ha pasado algo? (pregunté) - No. Es que ya he terminado el trabajo y como aquí tengo cosas que hacer... - ¿Aquí? ¿En mi casa?... ¿Y qué trabajo hacía? - "Limpiar" los cepillos de las iglesias, como siempre. En vez de preguntar tanto ¿por qué no preparas el desayuno? He traído magdalenas. Son del contenedor. Las cogí anoche antes de que pasaran los basureros. - Un día nos va a dar algo...

Pascualita, que ya estaba preparada para que la llevara a la cocina a saltar en su taza, al ver a la Cotilla supo que no podría hacerlo. Desde el borde del acuario sacó los dientes hacia afuera, en plan amenaza total, luego se zambulló hasta las profundidades para encerrarse en el barco hundido a rumiar su frustración.

Llamé varias veces a la Cotilla para que viniera a desayunar - ¡Dése prisa que se enfría! - ¡Ya voy, ya voy. - Naturalmente no la esperé. - Vino con la respiración entrecortada como si hubiese hecho un esfuerzo.  - Está usted muy rara ésta mañana... ¿Qué estaba haciendo? - Viendo... a Belen Esteban. - ¿Tan pronto? - Tú si que estás rara ¡todo lo encuentras temprano! - ¡Si aún no son las ocho de la mañana!

De repente tuve un mal presentimiento. La Cotilla me ocultaba algo... - ¿A dónde vas? (me preguntó cuando me levanté de la silla) - Al baño... ¿puedo? - Vale, vale. - Graciasssss, señora marquessssaaa. - Menos guasa, niña, que no son horas. - Lo que yo digo.

No fui al baño sino a la salita. Y allí estaba la causa que motivaba las prisas de la vecina: ¡Había montado un nuevo altar dedicado a los Amigos de lo Ajeno con toda la parafernalia de velas, velones y velitas, encendidas ! - ¡¡¡COTILLAAAAAAAAAAAAAA!!!

Cual un Rambo cualquiera, se presentó ante mi cuchillo jamonero en mano. - ¡¡¡NO LO TOQUES!!! - Di un respingo. La Cotilla estaba fuera de sí. - ¿Piensa cortarme una mano? (dije, tratando de sonreír) - ¡LAS MANOS! Este altar es la salvación para mi gurú. Fíjate lo bien que le ha ido a la Infanta que, además de salir de rositas ¡le van a devolver un porrón de euros! Pues imagínate a Bárcenas. Tendrá que ir con el carrito de la compra a recoger el dinero que le devolverán. Todo el que tiene mucho guardado por ahí ¡que es suyo! ¡se lo ha ganado con su esfuerzo! ¿Es o no es un Maestro este hombre?

La Cotilla gritaba y gesticulaba, cuchillo jamonero en mano, como una loca furiosa. Le prometí que no tocaría nada. Se lo juré, se lo volví a jurar por sus muertos una y otra vez. Y no fue hasta la décima vez cuando me vino a la mente la botella de chinchón. - ¿Quiére una copita? - ¡Por fin dices algo coherente! - Fui a buscarla, me la arrebató de las manos y bebió a morro más de un cuarto de botella sin respirar... Poco a poco se fue tranquilizando y pasó a las copas.

Ahora duerme a pierna suelta. He apagado las velas y guardado los retratos de los presuntos culpables, en su bolso pero, primero, he escondido el cuchillo jamonero por si se despierta con ánimo de venganza.


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