domingo, 8 de enero de 2017

Paseo por la playa.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! - ¿Cotilla?... ¿Es usted? - ¿Quién iba a ser sino, boba de Coria? - Pero... ¿cómo ha escapado de su prisión entre dos años? - Al terminarse las fiestas de Navidad se han abierto las puertas que me encerraban. De este modo he podido salir y el año 2016 ha partido hacia la luz. - ¿Luz? No se lo merece. Ha sido un año lleno de desgracias irreparables. -  Eso es cierto, por eso voy a hablar con MIS abogados para que me asesoren. - ¿SUS ABOGADOS? ¡No me diga que tiene abogados con la miseria de pensión que cobra! - También tengo mis trapicheos... - ¡Ni así! - Son abogados de oficio. (dijo mohína) - ¡Que fantasma es usted! - Le meteré un pléito a quién me metió entre los dos años, por perjuicios laborables, que se le va a caer el pelo - Como vaya contando cuales son "sus labores" la encerrarán - ¿Es que no sabes decir nada agradable?

- El concierto de pitos bajo el balcón anunció la llegada del rolls royce y la abuela entró con paso atlético en casa. - "Nena, nos vamos a la playa. Coge a Pas..." - ¡¡¡CHIST!!! (grité, alarmada. Luego, disimulando, dije haciendo aspavientos) - ¡Mira quién a vueltoooooo! ¡¡¡LA COTILLAAAAA!!! - "¡Ostras! dichosos los ojos" - No disimules delante de mi. Veo que has vuelto a las andadas con Pascual ¿Te parece bonito? - "¿Qué quieres que te diga? bonita, bonita.. no es. Pero sí resultona" - Huyyyy, tu le has dado un tiento al chinchón de buena mañana jajajajajaja ¡Estás llamando BONITA  a tu amante jajajajajajaja! Anda, saca la botella (me "ordenó" la vecina) - A ver cuándo trae usted alguna y deja de beber por la cara. - ¡Que cruz tienes con ésta nieta! (le dijo a la abuela)

Cuando la Cotilla se fue a sus quehaceres, metí a Pascualita en el termo de los chinos y nos fuimos a la playa. El olor y la vista de un mar plano y transparente, nos alegró el ánimo a las tres. Incluso Geoooorge, a pesar de ser inglés, esbozó una tímida sonrisa.

Caminamos por la playa, arriba y abajo, mientras Pascualita hacía lo imposible por saltar del termo al suelo. Pero había algunos perros, gaviotas, una garza y un señor a caballo. Y no me atreví a soltarla por si mordía a alguno de ellos e , incluso a sus dueños.

Pero la sirena se volvía loca estando encerrada. Nos apartamos hasta lo más hondo de la arena y la solté. De inmediato se rebozó como una croqueta. Estaba hasta graciosa con los pelo-algas de punta. Los ojos saltones bizqueaban buscando la orilla del mar que estaba allá lejos. Aquello la enfadó mucho y lanzó dentelladas a diestro y siniestro. La abuela y yo nos apartamos pero un chihuahua, envuelto en un trajecito para perros, lleno de lentejuelas (me recordó mucho a la abuela) sintió curiosidad  y se acercó tanto que acabó llevándose un buen mordisco en el lomo.

El perrito iba engordando a ojos vista a causa del veneno de la sirena. El trajecito reventó y saltó por los aires como si fuese la camisa del Tremendo Hulk mientras el pobre corría, ladraba, gritaba, se retorcía, etc. etc. Y yo corría tras él para arrancarle a la sirena que continuaba enganchada al perrillo. El aullido de lobo herido que dió cuando se la arranqué, me produjo un escalofrío ¿cómo pudo hacerlo siendo tan pequeño?

Al llegar a casa tuve que ducharme porque sudaba a mares después de correr como una liebre por las dunas de algas cuando la dueña del chiguagua me gritaba: ¡¡¡DEVUELVEME A MI PERRITO!!! - ¡Es ese! (le decía yo señalando al monstruoso bicho que llevaba en brazos) Para demostrarme que no lo era, le pegó una patada y apenas lo movió... luego vi que iba coja... ¡Que trajín, por Dios!

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