jueves, 1 de diciembre de 2016

La retatarabuela y los electrodomésticos.

Ahora los desayunos son más divertidos si cabe porque, además de Pascualita, la kika también se deja caer en la taza de cola cao. Claro que ella no salpica al ser un fantasma, pero creo que no lo sabe y sacude las plumas muy ufana al ver empapada la mesa y el suelo.

La retatarabuela ha dejado las lámparas para situarse frente a los electrodomésticos que estén en marcha. Por ejemplo, la lavadora. Ver rodar la ropa a través del cristal de la puerta la tiene absorbida. Pero hoy ha rizado el rizo. La he visto suspendida a dos palmos del suelo, ante la lavadora cuando de pronto ha desaparecido - ¡Retatarabuela! ¿dónde estás? - Su voz me llegó de muy lejos, cosa que achaqué a que es un ser del inframundo. Ella misma me sacó de mi error: - ¡En el bomboooo! - Me asomé y la vi más felíz que una perdíz, dando vueltas y más vueltas entre ropa, agua, jabón y suavizante. - ¡Oh, no! (grité) ¡Se va a ahogar! (¿sería posible en su situación?)

La kika, que andaba jugando con Pascualita en el fondo del acuario, saltó a mi hombro y de allí al interior de la lavadora. Nunca he visto a unos fantasmas más contentos.

- "Nena, el Jefe de Bedulio te ha puesto una denuncia por el ataque del otro día." - La abuela me llamó para darme ésta "buena" noticia. - ¿A mí, por qué? - "Porque fue en tu casa" - ¡La culpa fue suya! ¿Alguien lo había invitado a venir? - "Esto no funciona así, boba de Coria. Vendrán a inspeccionar el piso" - ¿Cuándo? (tocaron al timbre de la puerta) - "¡Ahora!" - ¿Cómo lo sabes? - "Se lo he sugerido yo para que, de una vez por todas, se convenzan de que no guardas nada raro" - ¿Y qué hago con Pascualita? - "Llámame desde la comisaría cuando te detengan" - ¡¡¡Abuela!!!

El Jefe no vino solo. Un decaído Bedulio le seguía como si le llevasen al matadero. Le faltó tiempo al Jefe para soltarme: - ¿Sabe a qué debo ésto? (se quitó unas guesas gafas de sol y señaló el ojo que a punto estaba de salirse de su órbita) - ¡Ay, tapese que me da grima verle! - Más me da a mi cuando pienso que se me puede caer de un momento a otro y quedarme tuerto sin saber por qué. ¡Desembuche y dígame qué está pasando aquí!... ¿Es cierto que hay fantasmas...como dice Bedulio? - De mi garganta surgió una risa fresca y cristalina. - ¡Por favor, Jefe, no le haga caso que es un guasón! - ¿Le parece un chiste lo que tengo en el ojo?

Opté por callar y ellos se dedicaron a inspeccionar, minuciosamente, mi casa sin advertir que en mi escote, de vez en cuando, había movimiento.. Poco después un grito desgarrador alertó a los vecinos. Bedulio, de pie frente a la lavadora, decía: - La gallina..., la gallina...


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