lunes, 26 de diciembre de 2016

La Cotilla tiene una noche loca.

La Cotilla a venido de buena mañana, con ojeras hasta los pies, restos de serpentinas por el pelo, escupiendo confetti y con una borrachera como un piano. - ¡Avema... ¡hip!... riapuri... ¡hip!... simaaaaaaa! - Veo que ha aprovechado bien la noche. - No lo sabes... ¡hip!... bien, boba de ... ¡hip!... Coria jejejejejeje... Bueno, yo ... ¡hip! ... lo intuyo porque ... ¡hip!... no me acuerdo de nada jejejejejeje... Solo sé que... ¡hip! ... la cama no era mía jijijijijijiji - ¿De quién era? - Del que dormía ... ¡hip! a mi lado jijijijijijijiji

Los abuelitos entraron, seguidos por Geoooorge cargado con una caja de ensaimadas recién hechas. - "Nena, prepara chocolate que nos vamos a dar un atracón de buena mañana" - Lo siento pero, ahora mismo no me llega la camisa al cuerpo. - Es pura envi... ¡hip!... dia jajajajajajaja porque ¡he ligado! - "¿La mahonesa?" - ¡Noooooo. Un tío! Yo te daré un biz... ¡hip! ... nieto. - "¿Habéis... intimado?" - ¡Ya lo creo! jajajajajajaja Cuando me he ido aún tenía el... ¡hip! palo de la bandera en alto.

La abuela se volvió hacia mi. - "¿ Tú qué hacías mientras tanto? ¿No te da vergüenza?" - ¡Te está engañando, abuela! - Nooooooo, te lo juro por el biznieto de tu abuela jajajajajaja. - Alargué la mano para coger una ensaimada y recibí un manotazo que aún me pica - "Quién no trabaja, no come" - ¡Pero, abuela! - "Ni pero, ni pera"

Los que pasaron de todo fueron Andresito y Geooorge, que ya iban por la tercera ensaimada. - Mister, ¿querer un te? - Donde esté un buen chocolate a la taza, que se quite el te. - Hice el chocolate, a pesar de la envidia cochina que me dominaba, porque al paso que iban esos dos, nos estábamos quedando sin ensaimadas. La bruja de la Cotilla, gritó: - ¡Dejádme cuatro que estoy de antojos!

Harta de oirla me fui al comedor. Pascualita me miraba desde el borde del acuario. La abuela apareció con una taza de chocolate y una ensaimada para la sirena. No pude contener la rabia que sentía y le di un manotazo a la taza... pero fallé y recibió Pascualita que salió disparada por el aire. A punto estuve de cogerla pero me patinó, repetí el movimiento y la lancé a la Cotilla cuando entraba en el comedor, estrellándose contra su barriga.

La sirena clavó los dientes para no caerse. La vecina chillaba como si estuvieran matando a un gorrino. Corría de acá para allá tropezando con los muebles, las paredes y a punto estuvo de caerse por el balcón. Cuando el chinchón la durmió, nos despatarramos en el sofá. Entonces, relajadas, nos fijamos en la Cotilla. La barriga estaba tomando dimensiones descomunales. La abuela, maravillada, no le quitaba ojo - "¡Por fin, un biznieto"! - Pero, abuelaaaaa...



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