viernes, 25 de noviembre de 2016

Menudo negocio.

La Cotilla, después de pasar unas horitas "limpiando" cepillos de las iglesias, a venido a casa, orgullosa del dinero ganado con el trapicheo de ésta noche. - Como se acerca las fiestas de Navidad y la gente quiere lucir palmito, se han vendido muy bien las ropas que me diste. Por cierto, podrías haberlas lavado porque algunas apestaban a sudor que tiraban patrás. - Encima que las vende baratas... - Baratas, baratas no. Algunos trajes de hombre los he vendido a veinte euros. - ¡¿Solo?! - Oye, que mis clientes son parados de larga duración, jubilados con pensiones raquíticas, emigrantes con trabajos precarios, etc. etc. - ¡Que más da! era ropa buena. - Tanto como buena... ¡ni que fuese de tus abuelitos!

Me mordí la lengua para no descubrir el pastel. - ¿El "negocio" ha dado para comer en un restaurante con 3 estrellas Michelín? (pregunté ilusionada porque siempre he deseado comer en un sitio así) - Quita estrellas, boba de Coria. - ¿No dejo ninguna?... Vaya... ¿Entonces? - Al chino del señor Li que tiene un dragón rojo colgado del techo y queda muy cuco. - La ilusión de comer en un sitio de categoría se fue por el desagüe de la realidad.

El señor Li nos recibió como si fuésemos las reinas de Inglaterra y España, con reverencias profundas que llegaron a preocuparme porque ya no está el hombre para muchas flexiones. - ¡Pasen a mi humilde lestaulante, pol favol! - ¡Señor Li, que bonito lo tiene! - ¡Glásias, glácias! Su humilde selvidol, Li, está muy contento de vel.las por mi humilde y calísimo negocio de comida de mi País. - Y mientras hablaba por los codos, reverencia va, reverencia viene. Y así todo el tiempo que estuvimos comiendo. Cada vez que pedíamos algo se inclinaba ceremoniosamente, sin perder la sonrisa ni herniarse. Nos hizo tanta gracia que no parábamos de pedir: más vino, arroz chino, pollo al como se llame, más arroz chino... Se nos caían las lágrimas de tanto reir aunque, al final, se nos congelaron en el lagrimal al presentarnos la factura. - ¡Oiga, ésto es un atraco! (gritó la Cotilla) - Vosotlas pedil, Li apuntal. Resultado: toooooooodo ésto. Ahola ¡pagal!

Se quedó hasta con el último céntimo de las ventas de la Cotilla, más los pocos euros que ambas llevábamos en las carteras. Jodío chino.

Por la tarde llamó la abuela. - "¿Está lista la ropa que te dejé?..."  Pues... - "Sécala aunque sea a soplidos, que ésta noche tenemos fiesta rokera en El Funeral y quiero llevar la camisa a cuadros, los vaqueros rotos que me costaron un Potosí, el ... " -  Lo siento pero ha volado. - "¿Cómo?" - Una ráfaga de viento se la ha llevado toda. - "Pero si no ha hecho viento..." - Por tu barrio rico puede que no pero por mi casa parecía un huracán ¡Alucinante! - "Nena... ¿has bebido?" - Sí, señora ¡A tu salud! ¿Verdad, Pascualita?

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