domingo, 27 de noviembre de 2016

La familia.

Los abuelitos me contaron que, durante el viaje a Menorca, fueron dos días seguidos al Cementerio viejo de Ciudadela. - ¿Eran visitas guiadas? - "No" - ¿Un tour necrológico? - "Tampoco. Estaba muy bonito, todo lleno de flores" - ¿No había otro sitio para ir a ver flores? - "¿Tienes algo que objetar, boba de Coria?" - No.. Bueno, que fuéseis un día me parecería hasta normal, pero dos... - "Buscábamos antepasados nuestros. Encontramos el nicho y me hizo ilusión" - ¿A ti te hizo ilusión, abuelito? - Si a ella le hace ilusión, a mi también.

Que empalagosos son cuando quieren. - Te hemos traído un regalo, nena -  ¡¿Qué es?!- "Una bolsa para la compra, con dragones pintados" - ¡¿Con el asco que me dan?!... Llevas una cosa en el hombro, abuela -  Andresito me miró, risueño. - ¡¿Un ruiseñor con las patas verdes?! jajajajajaja ¡Que cosas tienes, nena! - Y se rieron de mi.

Al cabo de un rato el abuelito se fue y yo insistí - Abuela, es verdad lo del hombro... - "Ya lo sé. Lo llevo ahí desde que salimos del cementerio la segunda vez que fuimos. Supongo que Andresito no lo ve porque no era de su familia... Es una gallina kika que perteneció a una de nuestras antiguas abuelas y se han venido las dos conmigo" - ¡¿Qué... dos...?! (la voz apenas me salía) - "La retataratataratatarabuela y la kika. Murieron juntas, arrolladas por un carro cuyo caballo se había desbocado y juntas seguirán por toda la Eternidad" - ¡No me cuentes cuentos chinos, abuela! - "No son chinos. Son ciudadelanos ¿Ya has visto a la retatarabuela?" - ¡Noooooo! - "Está subida a la lámpara del techo ¡Yuuuuujuuuuu!" - ¡¡¡Callaaaaa!!!

La abuela no mentía. Había una mujer subida a la lámpara vestida de payesa antigua. Con la piel de gallina y los pelos de punta, corrí a por Pascualita. Ella me defendería de fantasmas, familiares o no. La puse sobre la mesa del comedor e, inmediatamente, la kika saltó hacia ella (que poco va a quedar de tí, bicho) pensé pero no fue el caso porque la sirena, tal vez por ser un animal fantástico, la vio y reptó hacia ella llena de curiosidad. No hubo ataques sino complicidad entre ellas.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! - Tuve el tiempo justo para meterme a Pascualita en el bolsillo. Automáticamente fui atacada por una furiosa mini gallina. Menos mal que ni su pico ni los espolones me rozaban porque era un fantasma, pero me dio un buen susto y di un brinco hacia atrás cayendo sobre el pie de la Cotilla - ¡Aaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyy. Me has pisado un callo! - Y me arreó con el bolso en la cabeza. A la abuela le entró la risa pero a la retatarabuela no. Se tiró en plancha sobre la vecina y torta va, torta viene, me defendió como pudo.

La Cotilla no se enteró de nada pero yo me sentí muy orgullosa de mi antepasada. Y propuse un brindis, a pesar del dolor de cabeza. - ¡¡¡Por las antiguas abuelas!!! - La Cotilla no entendía nada. - Te la he dejado más tonta de lo que era. Ahora te llama antigua la jodía (comentó con la abuela, mientras me tendía su copa para que la rellenase otra vez)  

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