martes, 1 de noviembre de 2016

Al llegar a casa la puerta estaba abierta de par en par. Desde el rellano he dado una ojeada y no he visto ningún desorden - No habrán sido ladrones (pensé) - Llamé a voces a la abuela - ¡Te has dejado la puerta abiertaaaaaaa! - Nada. Recibí la callada por respuesta.

No me decidía a entrar. Entonces llamé a la Cotilla y tampoco me contestó nadie. debo reconocer que me estaba poniendo de los nervios. A pesar de que no se veían indicios de violencia no me atrevía a entrar e hice lo más indicado en estos casos: telefonear a los municipales para que mandaran un guardia y mirara si la casa estaba vacía.

Poco tiempo después llegó Bedulio. Su cara era un poema. Se notaba a la legua de que no quería estar aquí pero era un mandado y donde hay patrón, no manda marinero. Le expliqué la situación y me dijo que pasara primero yo y el me cubriría las espaldas. - Prefiero que sea al revés (protesté e iniciamos una discusión) Finalmente se hizo lo que yo decía porque mi abuelito tenía grandes influencias sobre sus jefes y tampoco era el momento oportuno para quedarse sin trabajo.

Pistola en mano fue entrando en el piso. - ¿A qué viene tanta luminaria? (preguntó el Municipal a la vista de tanta vela encendida. - ¿Esto es normal? - Son cosas de la Cotilla. tiene un altar en la salita donde reza a los Amigos de lo Ajeno que están siendo juzgados estos días, para que salgan libres de ésta encerrona que les han hecho por usar tarjetas black. - Pues no confía demasiado en sus rezos y ha puesto velas hasta en el cuarto de baño.

Tenía razón, no había ningún mueble sin sus velas y sobretodo, animates. Pequeñas lamparillas dedicadas a las almas del Purgatorio. Hicimos el recorrido en fila india y al llegar a mi habitación le clavé las uñas en la espalda a Bedulio que gritó como un energúmeno. En el suelo del pasillo y sobre mi cama, había trozos de vendas, algunos casi deshechos de viejos que eran. - ¿Qué... pas...a? (la voz varonil del Municipal había dado paso a un tono bajo y trémulo. - ¡Están en casa! ¡vienen a por mi y a por ti! - ¿Quién...es? - ¡Las momias milenarias de Egipto en busca de cuerpos en los que poder descansar!

Bedulio dio media vuelta y echó a correr pero un ¡CHOFFF! en el comedor, lo paralizó. Pascualita se había despertado y jugaba en el acuario dando saltos de alegría. Como iba pegada a la espalda del Municipal vimos más restos de vendas a la vez. Gritábamos y mirábamos a todos lados. Las vendas se multiplicában como por arte de mágia. Cada vez había más velas encendidas. ¿Qué está pasando? La casa estaba llena de vendas hediondas ¡incluso las había dentro del acuario psicodélico! Y la sirena se estaba comiendo algo negro que ¡aleteaba! Menos mal que Bedulio, en su afán por salir de allí no se fijó en ello. ¡¡¡ERA UN MURCIELAGO!!!

Corrimos escaleras abajo y no quise separarme del Municipal hasta llegar a su cuartel donde pedí asilo político.

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