De repente Pascualita ha cambiado de estrategia con la Cotilla. En lugar de esconderse bajo las algas del acuario cuando ella llega, sale como una flecha hasta la superficie y le tira un chorrito de agua envenenada. De momento ha tenido mala puntería pero, en cuanto la afine, tendremos un disgusto. - Abuela, no comprendo este nuevo proceder de la sirena. La Cotilla la descubrirá y tendremos que matarla. - "¡¿A Pascualita?!" - No. A la Cotilla. - "¡Ah, bueno!"
- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! He ido a la sala de subastas pensando que os encontraría allí... ¿No habéis ido? - ¿Qué se nos ha perdido allí, Cotilla? - ¿No os habéis enterado? ¿En qué mundo vivís? Hoy subastaban la famosa botella que originó la amputación del pene. Y había un gentío para hacerse con ella. - ¿Y eso? - Pues que, a falta de pan, buenas son tortas, hija.
- "¿No me digas que has pujado por ella?" - Mi exigua pensión no me lo permite... - "Entonces ¿qué pintabas allí?" - He ido a trabajar y me he sacado un buen sobresueldo. - ¡¿Ha ido a robar?! - ¡Ya está tu nieta poniendo adjetivos a las cosas! - "¿La botella llevaba dentro su "mercancía?" - ¡Claro! si no, no valdría nada. - "¿Por cuánto la han vendido?" - No he podido quedarme hasta el final porque un guardia no me quitaba el ojo de encima.
De repente, un chorrito de agua cruzó el espacio entre el acuario y la Cotilla. Afortunadamente lo vi venir y la empujé con fuerza... tal vez me pasé un poco porque trastabilló y acabó chocando de cabeza contra los cristales del balcón. - ¡Esta nieta tuya cada día está peor! ¡Un poco más y acabo en el árbol de la calle!
Se ha enfadado tanto que ha invitado a la abuela a comer y a mi no. - ¡Yo la invito cada día, Cotilla! - Pues hoy comerás sola, boba de Coria. - Cogió del brazo a la abuela y se la llevó al comedor social del barrio. - "Prepara café y chinchón para cuando vengamos a dormir la siesta" - ordenó la abuela. ¡Encima!
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