sábado, 17 de septiembre de 2016

Rompen relaciones.

Sin comerlo ni beberlo, siempre pago los platos rotos de las trastadas de mis mayores. Esta noche, antes de que clareara el día, me han zarandeado cuando estaba en lo mejor del sueño. Al abrir los ojos he notado el miedo subiendo por la espina dorsal y estallar con una punzada, en el cerebro. Esto se ha traducido en un alarido que ha retumbado de casa en casa en cuanto ha salido por mi ventana.

La abuela y la Momia, una a cada lado de la cama, más tiesas que un palo; sin pintar y vestidas de negro, portando una vela encendida cada una y mirándome fijamente, han estado a punto de mandarme al otro barrio. - "¿Por qué gritas? ¿No ves que no son horas?" - ¿Sois... la Santa... Compaña? - "NO. Dos burbujas Freixenet que nos hemos escapado de la botella de cava, no te jode."

Una vez recuperado el resuello, me anunciaron que se iban a quedar en casa unos días. - ¿Las dos? - "Sí. Andresito y yo hemos roto relaciones maritales. Mi suegra se ha solidarizado conmigo y aquí estamos, en plan rebeldes con causa." - ¿Y qué tengo que ver yo en vuestras cosas? - "Mucho. Para empezar prepara café con leche que venimos hambrientas" - ¡Avemaríapurísimaaaaa! ¡Hombreeeeee, que alegría encontraros por aquí! Nena, pón otro café con leche para mí. ¡Traigo croasanes recién salidos del contenedor de basura del súper!

A horas normales, hablé con el abuelito: - Mi amigo está que trina contra mi por permitirle a tu abuela el papelón que hizo con los plásticos en el mar. ¡Imagínate, un amigo de toda la vida! Y cómo dice él ¿quién no ha tirado una bolsa... o unas cuantas, al mar alguna vez? Tampoco cree que fuese una medusa quién atacó a su mujer. - Ah... ¿no?... ¿Entonces...? - Ha hecho venir a unos expertos de Madrid para que investiguen y saquen conclusiones que pueda presentar a un juez. -Vaya con tu amigo...

- Creo que se está pasando siete pueblos, abuelito... - Tal vez exagere un poco, sí, pero es que dio la casualidad que estaba por allí un reportero de Hola y creo que ésta semana saldrá un reportaje de dos páginas, con fotos a todo color. ¡Imagínate. Una familia de rancio abolengo en los papeles del corazón!

Mientras comíamos callos a la madrileña de unas latas, a punto de caducar, que descubrí en un rincón de la despensa, conté la conversación que tuve con el abuelito. Al escuchar la palabra HOLA, las tres viejas saltaron de la silla, se abrazaron y felicitaron a la abuela gritando: - ¡¡¡LO HAS CONSEGUIDO. SALES EN EL HOLA!!! - ¡¡¡Nenaaaaaaaaaaa Saca el chinchón, alma cándida, que esto se merece varios brindis!!! - Al volver al comedor con la botella, traía a Pascualita escondida en el escote. Ella también fue protagonista ese día, aunque... (se me pusieron los pelos de punta) ¡espero que NO salga en las fotos!

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