miércoles, 21 de septiembre de 2016

La tarta para Pascualita.

Seguida de Geooorge que llevaba una tarta, la abuela entró como un huracán en casa. - "Mira que cosa más rica han hecho en el restaurante chino de cerca de casa. Una tarta de cumpleaños, de pescado y algas" - La cara de Geooorge era un poema. - Mi no ver nunca ésto... No tener chocolate. - "Los ingleses, aunque no lo creáis, sois unos atrasados en repostería fina" - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Que tarta más guapa (exclamó la Cotilla) Nena, dame un café con leche y comeré un trozo. - ¡Que cara que tiene! No es para usted. - Vale, pero la han echo para comerla ¿no? Venga, sopla las velas de una vez, boba de Coria.

La tía no razonaba. - No es para mi. - ¿No es tu cumpleaños? Pues pareces mayor. - ¡Usted sí que lo es! - Entonces ¿quién cumple años?... ¿Geooorge? Pues sopla tú y corta un trozo de tarta que se me está haciendo tarde. - Mi no ser... - ¿Entonces?... ¿No será la fea de la foto del periódico? Habrá demandado al cirujano que le puso ese careto ¿verdad? - "¿De qué hablas, Cotilla? Toma unas copitas de chinchón y lárgate de aquí.

A pesar de haberse enfadado con la abuela por echarla, se tomó seis copas de chinchón a pelo. Cuando se fue tenía las mejillas sonrosadas. - ¡Guardarme un trozo de tarta!... Juraría que huéle a pescado...

Cuando, por fin se fue, acercamos la tarta al acuario psicodélico y Pascualita subió tan deprisa que salió medio metro fuera del agua. Al caer salpicó por todo y se llevó un buen trozo entre los dientes.  Y antes de que se comiera mi mano solté la tarta que se hundió hasta quedar escondida por las plantas.

En ese momento apareció el señor Li en el comedor, aprovechando que la Cotilla no había cerrado la puerta. - Yo legalo pala señola cumpleaños... - "¡Que amable! No hacía falta que se molestase... - ¡Oh, sí. Yo tliste: Blatt Pitt y Angelina Jolie divolcio. Ya nada selá igual... ¡snif!... - Que llorera más tonta le dio.

De repente a Pascualita le llegó la hora de saltar y al compás del ¡CHAFF! al chino se le abrieron las pajarillas - ¿Sel gamba gorda? - A partir de éste momento, la abuela y yo nos volvimos sordas a los comentarios sobre la sirena. Más tarde y después de unos cuantos tientos al chinchón, el señor Li se tumbó en el sofá de la salita y no se despertó hasta cerca de las diez de la noche. Sus primeras palabras fueron - ¿Dónde estal gamba golda? ... - "Nena, dale más chinchón hasta que pierda la conciencia. Tiene que olvidar"



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