lunes, 26 de septiembre de 2016

La celebración de la Cotilla.

- ¡Avema... ¡hip! ... ríapuri... ¡hip! ... simaaaaaaaaaaaaaa... ¡hip! ... aaaaaaaa! - Madre del amor hermoso ¡Menuda tajada lleva, Cotilla! - ¡Envidio... ¡hip!... sa! - Echése en el sofá de la salita y duerma la mona. ¿Qué ha celebrado? - Que el ... ¡hip ... PSOE ha ganado en Galicia... ¡hip!... - Está peor de lo que pensaba.

Así ha llegado la Cotilla a casa ¡a las cinco de la madrugada! Lleva durmiendo desde entonces...No negaré que he ido varias veces a verificar que sigue respirando... pero, sí.

He podido desayunar con Pascualita, ver la tele, dormir la siesta con ella y la vecina seguía como un pasmarote. A veces resoplaba igual que Mobi Dick, la ballena blanca y no me quedaba otra que subir el volumen de la televisión. Ni se ha inmutado. Luego ha hablado en sueños. Decía: Quiero ir a mi casa. ¡Santas palabras! en cuanto se despierte la mando tarifando para el cuarto piso.

Finalmente ha abierto los ojillos legañosos. Estaba deshubicada. Asustada, miraba a ambos lados y parecía no reconocer el lugar. - ¿No me diga que no sabe dónde está? Mire, el altar de los Amigos de lo Ajeno. Está lleno de fotos de los principales caraduras del Pais... Junto a la ventana. Luego se los lleva a su casa y les enciende las velas que le de la gana. Hoy ha empezado el Juicio contra los de las tarjetas Black y necesitarán toda la ayuda, espiritual, que pueda darles. A ver si acaban todos en la cárcel y devolviendo el dinerito. Venga, la acompaño.

En cuanto abrió la puerta dio media vuelta y salió corriendo escaleras abajo. No me extraña que no reconociera su casa. Hace tiempo que no la pisa.

Acabó sentada en la cocina, con Pepe entre las manos. Cuando yo entré hablaba con él - Quiero ir a mi casa ¿sabes dónde está? - Naturalmente, la cabeza jivarizada no le dio muchas explicaciones. - Acabo de venir de allí pero no sé volver. Hace mucho calor y andamos de lado, con brazo delante y el otro atrás... ¿Te suena? Me paseaba cerca de una pirámides y un hombre me decía que moviera una enorme piedra. No puedo, le dije. Me contestó que no le valían excusas: si os hiciera caso a todos la pirámide no se terminaría nunca. Venga, arreando que es gerundio.

Quedé boquiabierta después de escucharla. - ¡Cotilla, ha hecho un viaje astral! - ¿Te fijas, Pepe? No es m´s tonta porque no se entrena.

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