viernes, 9 de septiembre de 2016

El garbanzo Pepe.

Llevaba dos horas dando vueltas en la cama intentando dormir, cuando escuché un ¡PLOF! Resonó muy fuerte en el silencio de la casa. Y me sobresalté. Pensé en la Cotilla ¿a ver si iba a tener razón cuando decía que el abuelito (uno de ellos) rondaba por aquí, mientras yo me lo tomaba a broma?

Tenía que comprobar que no había nada que temer si quería dormir de una vez. Cogí un zapato a modo de arma defensiva y caminé lentamente hacia la cocina. Allí todo estaba normal. Cambié de "arma" y cogí el cepillo de barrer. Continué hacia el comedor. De repente, el fantasma apareció ante mí trepando por las paredes. El alarido que solté despertó al vecindario: ¡Mariano, abrázame, que han venido los zombis! (gritó una mujer) - ¿Mariano? ¿Quién es el tal Mariano? (el asombro y la indignación del marido eran patentes en su voz crispada) - Otra mujer se quejó a su pariente - ¡Quiero un orgasmo como ese, Carlos! A ver si aprendes de una vez - Un murmullo alicaído fue la respuesta...

Cuando me di cuenta de que el "fantasma" era la sombra de la cortina movida por el viento, ya había dos divorcios encarrilados en el barrio.

Por el rabillo del ojo noté movimiento en el borde del acuario psicodélico. Me acerqué y tuve que taparme la boca para no repetir el grito tarzanesco. A través de las luces de colores que subían y bajaban, Pascualita empujaba una pelota. Al verme, la sirena la acercó al cristal, le dio la vuelta ¡y la cara horriblemente hinchada de Pepe, se enfrentó a mi!

Poco después de mi llamada de auxilio a la Torre del Paseo Marítimo, el rolls royce y Geoooorge, trajeron a la abuela quién, al ver a Pepe exclamó: - "Se ha hinchado como un garbanzo en remojo" - Chasqueé los dedos - ¡Exactamente! esa es la definición correcta! - "Hale, pues invítame a chinchón
que me lo he ganado"

En unas horas, Pepe había engordado hasta ponerse rollizo. Y la abuela murmuró: - "Sí que se le parece" - ¿A quién? - "Tengo que confirmarlo. Rellena la copa." - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Pero... ¿qué le ha pasado a... Pepe? - Se ha hinchado. - ¡Uf! Es clavadito ¡¡¡ME VOOOOOOOY!!! - ¿No quiere un chinchón, Cotilla? - No me contestó porque ya se había ido... Eso me mosqueó porque ninguna de las dos amigas perdona una copa.

De repente, otro ¡PLOF! y la cabeza jivarizada saltó sobre la superficie del agua. - Me da miedo, abuela. Lo prefería cuando solo era un llavero. Lo tiraré a la basura y Santas Pascuas. - "¡¡¡NOOOOOOO!!! Es sangre de tu sangre..." - ¿Quién?... ¿Pepe? - Le quité la copa, guardé la botella de chinchón y llamé a Geoorge para que subiera a buscar a la abuela. Ella no protestó y se dejó hacer. Al salir, apagué las luces y me acosté. Antes de caer en un profundo sueño aún escuché: ¡¡¡Que me digas quién es Mariano!!!

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