El personaje que se presentó en casa era para echarle de comer aparte. Ya cuando sonó el timbrazo se me puso la piel de gallina. Me había imaginado a un hombre alto, delgado, con cara patibularia y mirada profunda. Manos huesudas y fuertes para repeler al Maligno... Esa es otra. ¿Aparecería el Maligno en mi casa? A ver si jugando con fuego, nos íbamos a quemar.
Al abrir la puerta abrí también la boca y los ojos, asombrada. Un hombre guapísimo, con camisa suelta y abierta, me tendía una mano de uñas cuidadas que daba gusto verlas. Su sonrisa encantadora me desarmó y desde ese preciso instante babeé. ¡Hombres como éste solo salen en las películas y los anuncios caros! Llevaba una maleta de Louis Viton ¡Virgen del Amor Hermoso, que culo más atractivo! - (pensé al verle de espaldas)
La abuela y la Cotilla también cayeron bajo su hechizo. Era la simpatía personificada. - ¿Quién va a contarme lo que pasó? - Las tres levantamos la mano a la vez y empezamos a hablar atropelladamente.
Se dio luego un paseíto hasta el comedor y sacó un crucifijo y una botella de agua bendita. Delante del acuario dijo unas oraciones que repitió y repitió como un mantra, cada vez más cabreado o eso me pareció. - Va a despertar a Pascualita (susurré al oído de la abuela) - "Habrá que distraerlo... Perdone ¿quiére una copita de chinchóóóón...?" - El guaperas siguió a lo suyo sin parar de gritar. La abuela se le acercó y le tocó en el hombro. El hombre dio un respingo que por poco se sube a la lámpara - ¡La madre que la parió!
- "¡Oiga, un respeto, joven!" - ¡Es que ya casi lo tenía!. - "¿A quién?" - ¡Al Maligno! - Pues déjelo donde está que no quiero verlo por mi casa. - ¡Tengo que echarlo! - Si no viene, no. - ¡Tiene que irse! (insistía) - ¡Pero si no ha venido!
Entonces apareció la Cotilla con velones encendidos. - Mire, le traigo una ayudita y mientras nos tomamos unos chinchones on the rock, se los coloco donde usted me diga. - ¡Dios mio! (el pobre palideció) ¿Quienes son ustedes? - Y sin esperar respuesta nos duchó con el agua bendita. - "¡Pero... ¿está bien de la cabeza?" - ¡Me está dejando el suelo perdido, hombre! (le grité enfadada)
La Cotilla volvió con la bebida - Tome, que le vendrá bien para lubricar la garganta porque tanto grito no puede ser bueno. - El Exorcista levantó en alto el crucifijo y la botella de agua bendita, amenazándonos. - ¡¡¡VADE RETRO, SATANAS!!! - Abuela, creo que nos toma por demonias... ¡que risa! jajajajajajajaja
Nos dió la risa floja y ya no pudimos parar. El hombre estaba fuera de si y se bebió los cuatro vasos que había sobre la mesa. Y cuando el interior de su cabeza giraba como una peonza, a Pascualita le pudo más la curiosidad que la prudencia y subió a la superficie atraída por los gritos. El chinchón que había en el agua le había hecho efecto y aunque se la veía somnolienta, aún tuvo fuerza para hacer varios saltos mortales de atrás adelante y viceversa, encarpados y tirabuzones hasta que medio acuario rebosó porel suelo del comedor.
Bizco perdido estaba el Exorcista viendo un bicho raro (infernal pensó él) saltando en plan poseído y atacó con el agua bendita que quedaba en la botella . A Pascualita se supo a perro muerto y contraatacó escupiéndole en los ojos un buchito de agua envenenada.
El hombre durmió toda la noche de un tirón y parte de la mañana siguiente. Cuando se fue no recordaba que hacía en mi casa. Le dijimos que había cogido una borrachera como un piano y se metió en mi piso sin que pudiésemos hacer nada por impedirlo. Avergonzado, quiso pagar los desperfectos, si los hubiera. - "¡Claro que los hay!" - y le enseñó unas manchas de humedad que había en el cuarto de baño. - ¿Eso lo he hecho yo? (parecía dudar) - "¡Sí, señor. No ha dejado de mear, toda la noche, en esta pared"
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