martes, 2 de agosto de 2016

Bedulio recae.

He dejado de ver la tele para centrarme en el rodaballo. Me paso horas mirando fijamente la arena del fondo del acuario. La Cotilla, cuando ha venido ésta mañana, me ha encontrado así. - ¿Te ha dado un aire, boba de Coria? (dice que me ha dicho pero no le he contestado porque no me he enterado)

Estoy pasmada porque el bicho no sale... por lo menos yo no lo he visto y eso que no aparto la mirada... claro que, de vez en cuando, parpadeo ¡Va a ser eso!  Por eso ahora estoy algo incómoda porque me he apuntalado los párpados con palillos para que no se me cierren. Estoy dispuesta a todo con tal de que no se lo coma Pascualita y cuando crezca (dice la abuela que crecen. Ella, como es rica y los ha probado, lo sabe) me lo comeré yo.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! - La abuela y la Cotilla entraron juntas en el comedor. La vecina llevaba la voz cantante. - ¡Mírala! cada vez está peor ¿qué mirará si aquí dentro solo hay agua? - "Voy a llamar a los loqueros" (la abuela no se anda por las ramas) - Habla primero con Bedulio para que te de una solución. - "De locuras sabrán más los loqueros que un Municipal, digo yo" - No sé que decirte porque los guardias deben ver cada cosa...

Por extraño que parezca, la abuela le hizo caso y un cuarto de hora después el timbre de la puerta sonó tímidamente. - ¡Ya está ahí! (gritó la vecina) - "Pasa, Bedulio" - Pero no pasó. Se quedó en el rellano de la escalera, apoyado en la pared de enfrente. - Contadme lo que ocurre pero yo no entro. Ahora estoy mucho mejor de los nervios y no quiero recaer.

La abuela comentó que no tenía porque dar tres cuartos al pregonero y señaló el hueco de la escalera donde se veían las cabezas de las vecinas con el cuello estirado para enterarse mejor de lo que se hablara. Así que no le quedó más remedio a Bedulio que entrar en casa. Lo llevaron al comedor donde estaba yo frente al acuario psicodélico. Me tocó el hombro y yo giré la cabeza como la niña del exsorcista y con los ojos apuntalados. Un alarido salió espantoso salió de su boca. La abuela le sirvió dos copas de chinchón - "¡Rápido, bebe!"

Como yo seguía con la misma actitud catatónica, me dejaron por imposible. Las dos viejas atendieron al Municipal y no le dejaron que bebiera solo. Un sudor frío lo bañó de arriba abajo y para que no se constipara le dieron dos copas más que también trasegó sin a penas respirar.

En éstas estaban cuando del fondo del acuario se elevó una burbuja que, al llegar a la superficie hizo ¡PLOF! Bedulio tiritaba como si tuviera el Baile de San Vito, incluso le castañeaban los dientes y a punto estuvo de triturar la copa de cristal que vaciaba a medida que se llenaba.

Entonces una extraña silueta fantasmagórica (a causa de las dichosas luces psicodélicas) fue ascendiendo lentamente para pasmo de todos. También la Cotilla empezó a temblar y balbucear. - ¿Qué es... eso...? ... ¿El ánima... de... tu primer .... marido? - "Seguramente" (contestó la abuela para animarla)

La figura llegó a la superficie y entonces la Cotilla y Bedulio gritaron a dúo mientras salían corriendo hacia la puerta de la calle. El caballito de mar de los chinos se le había escapado a Pascualita, que seguía escondida, y como un pequeño monstruo de Frankestein, flotaba y relinchaba al mismo tiempo.

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