viernes, 3 de junio de 2016

Modernizando a Andresito.

La abuela está feliz porque, por fin, su marido viste como a ella le gusta. Han pasado por casa ésta mañana para desayunar conmigo las ensaimadas acabadas de comprar. Andresito llevaba pantalones pirata, jersey a rayas marineras, blancas y azules y un pañuelo rojo anudado al cuello y en los pies, unas avarcas menorquina. Parecía un poco avergonzado. - ¿Estás bien, abuelito? - Apenas levantó la vista, enrojeció y dijo: - He tenido días mejores. - ¿Has sabido algo del robo de tu ropa? - Todavía no.

La abuela era mucho más optimista - "¡Ha sido mano de santo este robo! (¡que cara tiene!) Así podrá renovar todo su vestuario. Es como lo que hizo Nerón con Roma. La quemó para modernizarla." - ¿Has quemado mi ropa? (dijo, escandalizado) - "Nooooooo, hombre. Era un símil para que la boba de mi nieta lo entienda" - (¡Claro que lo entiendo! La ha vendido toda a la tienda de Segunda Mano de su amiga rica) - "Hale, nos vamos a seguir modernizando a tu abuelito. ¡Y me llevo el termo de los chinos!" - ¡¡¡Noooooooooooooooooooo!!! - El pobre salió arrastrando los pies como si lo llevasen al patíbulo.

Volvieron tarde - "Traemos fideos chinos" - Me pareció que Andresito estaba... raro. Me dijo al oído: ¿Qué has echo de comer? - Fabada de lata. - ¿Te ha sobrado? - Lo siento. La Cotilla se te ha adelatado... Te veo diferente. - Un rayo de sol se reflejó en un espejo y de allí ¡a los pendientes que el abuelito llevaba en sus, hasta ahora, inmaculadas orejas! - "Pensé que no te fijarías nunca, boba de Coria... Y hay más (pinchó la abuela)" - ¿Más?... ¿Te han puesto uno en el ombligo?... ¿no? (parecía a punto de llorar)¿en la lengua?... ¿tampoco? ... ¡Ah, ya sé! En... esto...¡Allí. Justo ALLI! ¡¡¡Quiero verlo!!!

Las lágrimas corrían por las vetustas mejillas de Andresito - Hasta tu... ¡snif!... nieta me ha ...snif... perdido el ... snif... respetooooo. - "Luego dicen que las mujeres somos raras. Muchos darían lo que fuera por pasar una tarde de compras conmigo y el Juan Lanas éste se pone a llorar. Encima que, gracias a mi gusto exquisito con la moda, no hemos necesitado asesor de imagen y se ha ahorrado un pastón. ¡Que desagradecidos sois los hombres!" - Pensé que no les vendría mal unas copitas de chinchón... y a mi tampoco.

- ¡Avemariapurísmaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Paso a una universitaria!... Vaya cara, Andresito ¡Arriba esos ánimos que ya estoy aquí para lo que necesites! (y diciendo ésto, le dió un manotazo en el brazo. Un quejío, como de cante hondo, salió de su garganta y yo grité: - ¡Olé! - Pero no era arte, sino dolor. Le acababan de hacer un tatuaje con el nombre de mi abuela y una mariposita que, en días sucesivos, será de colorines.

Mientras admiraba, boquiabierta, aquellos dibujos, la abuela depositó en la cabeza de Andresito a Pascualita, a quien había sacado del termo de los chinos, completamente dormida. El brusco despertar la enfureció y en un santiamén se llevó por delante los escasos pelos de mi abuelito que corrió, gritó, saltó, babeo y lloró como un energúmeno. Una vez que recuperé a la sirena la abuela me dijo. - "¿A que está mucho más moderno así: mondo y lirondo? ¡¡¡Que noche nos espera!!!"

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