sábado, 18 de junio de 2016

¿Dónde está la occisa?

Un escalofrío recorrió mi cuerpo serrano cuando, de madrugada, la abuela metió a Pascualita en mi espalda. El berrido que dí lo escuchó hasta el farero de Formentor. Medio minuto después los vecinos llamaban a mi puerta para ver y enterarse de cómo había sido el crimen, antes de que llegara la policía y no les dejase entrar.

Antes de abrir la abuela escuchó alguno de los comentarios que hacían en el rellano de la escalera. - Yo apostaría que ha sido la nieta que se ha cargado a la Cotilla. No sé como la ha podido aguantar tanto. Yo me la hubiese cargado mucho antes... Pues yo diría que es al revés... ¿Qué ha matado la vieja a la joven?... ¡Claro, si es que esta chica tiene la sangre de horchata!... No se parece en nada a su abuela... (aquí la abuela sonrió)... ¡Menuda bruja la vieja ésta! Mucho presumir de pasta pero en cuanto abre la boca se le nota el pelo de la dehesa... ¡Y como viste! jajajajaja...  - Ya no pudo aguantar más y abrió la puerta de sopetón. - "¡¿Qué pasa en Cádiz?!"

Los vecinos retrocedieron asustados - ¡Ay, que susto! pensaba que era el asesino. (dijo una) - Bueno... en realidad no sabemos si ha sido uno o una (saltó otra). - A la abuela le hervía la sangre y contestó. - "El asesino sigue allí dentro... Está terminando el trabajo..." - ¡Por Dios. Llame a la policía! (gritó otro)- Y la abuela, con una sonrisa diabólica afeándole el rostro dijo mientras cerraba la puerta: - "Id pronto a la carniceríaaaaaaaa. Esta mañana habrá carne frescaaaaaaa"

Se oyó un tropel de pasos que corrían escaleras arriba y después un montón de portazos.

Yo estaba haciendo café, bastante cabreada por el duro despertar, cuando en la calle atronaron las sirenas de la policía. De nuevo se escucharon carreras por la escalera y gritos de ¡¡¡Abran a la policía!!! - ¡Guauuu, que chuli! ¡Como en las películas! - Antes de terminar la frase la puerta de la calle saltó hecha añicos. - ¡¡¡Que nadie se mueva!!! - ¡Oiga, me deben una puerta nueva!

Fuimos llevadas a la cocina con orden de no movernos de allí. No hacía falta, teníamos lo que queríamos: café, cola cao, magdalenas caducadas, ensaimadas y croasanes de la semana pasada ¡Qué más podíamos pedir!

Interrumpieron nuestro desayuno para preguntarnos ¿Dónde está la occisa? - La abuela le dio una magdalena - "Están un poco duras pero, si quiere, le hago un café con leche y la moja" - El policía la miró desconcertado. - "¿No ha pedido una magdalena?" - ¡La occisa. El cadáver! - Me hacía ilusión ayudar y dije: - En la nevera. - Un policía que entraba abrió unos ojos como platos. - ¿La han descuartizado? ¡Salvajes! - No, no. El pollo está entero. Lo haré al horno.

La noche agitada se fue calmando y yo quería seguir durmiendo. Cuando todos se fueron, abuela incluída, me metí en la cama a oscuras y rápidamente se me cerraron los ojos... hasta sentir un dolor lacerante en el pecho. Salté de la cama llorando, saltando, gritando, maldiciendo a la puñetera sirena, que de la que me había olvidado por completo y que, al sentirse aplastada, mordió como una loca. Y lo peor era que tenía que arrancarla de allí. Cogí la botella de chinchón para beber y aturdirme pero se me ocurrió ofrecérsela a Pascualita que al verla abrió la boca y empezó a beber. ¡Uf! me había librado por los pelos de quedarme sin un trocito de teta.

Luego cogí la botella con la sirena pegada a ella y la lancé al acuario psicodélico. Supongo que, entre el golpe que se dio en la cabeza y la borrachera, dormirá muuuuuchas horas.

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