miércoles, 15 de junio de 2016

Apostando.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Has visto a tus abuelos? - La Cotilla acababa de darme un susto de muerte. Entró en mi habitación cuando todavía no clareaba la aurora. Pasó un cubito de hielo por mi pecho y se quedó quieta, como Don Tancredo, al lado de mi cama.

Reaccioné al frío dando un salto en la cama y me enco un "fantasma" me miraba como si fuera una parición de otro mundo. Ojos desorbitados, boca abierta lanzando un alarido mudo. El pelo como si hubiese peleado con una loca. Yo me quedé a punto del infarto fulminante mientras, lo poco de raciocinio que quedaba en mi cerebro, preguntaba - ¿He recibido... el beso helado de la Muerte?Si era así, quería vele la cara. Y cuanto más la miraba, más se parecía a la Cotilla.

Todavía con los pelos de punta vi como la boca terrorífica empezaba a emitir ruídos que me helaron la sangre hasta que me di cuenta de que se estaba riendo - jajajajajajaja ¡He ganado la apuesta! - ¡¿Cotilla?!... ¡¡¡COTILLA!!!

Bebí el chinchón a morro para parar el tembleque - ¡Oye, no bebas sola, boba de Coria, que está muy feo!

Cuando me calmé, la vecina me explicó que había hecho una apuesta con la abuela. Ella le contó lo mucho que le costaba despertarme. La Cotilla dijo que ella no tendría problemas para hacerlo a la primera llamada. Entonces empezaron a porfiar. Para zanjar la discusión la Cotilla le explicó lo que pensaba hacer para lograrlo. La abuela dijo que me mataría de un ataque al corazón y la Cotilla dijo que no y apostaron... no a que me despertaría enseguida, sino a que no me moriría de un ataque. - ¡La madre que las parió a las dos! Han jugado con mi vida por una puñetera apuesta... Espero que sea algo importante o de mucho valor lo que se juegan. - Oye, guapa, que soy pensionista del más bajo nivel y no llego a fin de mes. En juego hay... unas maracas que encontré en un contenedor de basura. Suenan muy bien y las dos las queremos. - Y... se las queda usted... ¿por qué no me he muerto? - ¡Exacto! - De haber muerto serían de la abuela... ¿Me cambiaba por esa birria de instrumento? - Valen la pena. Además, las estrenaría en El Funeral, en la fiesta de tu despedida... ¿Bonito, eh?

Así que la abuela piensa hacerme una fiesta cuando coloque mi retrato en la Pared de los Finados... No sé si alegrarme... o no.  ¡De repente, una extraña figura apareció, saltando, en la cocina! - Di un alarido. Una figura conocida se había plantado ante mi blandiendo una espada japonesa. No me quedó más remedio que debanarme los sesos porque aquel personaje me era conocido. Entonces me di un golpe en la frente. Acababa de reconocerlo. Era ¡el Aguila Roja! ¡Que emoción más grande sentí! ¡Mi héroe en mi casa!

Solo cuando se echó la capucha para atrás vi que era ¡¡¡El abuelito!!! - ¿Qué haces así? (Pregunté desilusionada) - Tu abuela y yo queremos salvar nuestro matrimonio y si me pide que me tire de cabeza a un pozo, me tiraré...Ahora quiere que sea Aguila Roja ¡Y lo soy!

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