domingo, 26 de junio de 2016

¡A votar!

- "Nena ¿ya has ido a votar?" - ¿Me sacas de la ducha para esto? - "¡Hombre, ya era hora! Cuidado no vayas a irte por el desagüe" - ¡Me ducho todos los días! - "Eso es lo que tu dices" - ¡Pregunta a Pascualita... o a Pepe y te dirán que sí! - "O a la momia de Tutankamón que, seguramente, será más explícita que la sirena y la cabeza jivarizada jajajajajaja"

Le colgué el teléfono, en parte porque me había cabreado y porque tenía frío. Solo me faltaba costiparme.

Más tarde, desayunando tranquilamente, todo lo tranquila se que puede estar teniendo cerca a la sirena tirándose en picado en su taza de cola cao y pellizcando trozos de mi ensaimada después de comerse la suya, sonó de nuevo el teléfono. Lo cogí con ilusión por si era un admirador pero, no ¡era la abuela! - "¿Ya has votado, boba de Coria?" _ ¡Estoy desayunando! - "Muchas excusas estás poniendo tú ¿eso quiere decir que no vas a ir?" - ¡Yo no he dicho eso! - "Pero yo leo entre líneas, guapa." - Pues pónte gafas que no te enteras de nada.

Mientras me arreglaba para ir al colegio electoral, entró la abuela convertida en una llamarada de tonos rojos. - "¿Qué, ya has ido?" - ¡Me estoy arreglando! ¿Dónde vas tú? - "A ejercer mi derecho al voto" - ¿De qué te has vestido? - "De corazón apasionado" - Si te ve un bombero te tomará por un incendio y usará la manguera. - "¡Esa es la idea!" - ¡Abuela! ¿Y el abuelito? - "En cama y en coma" - Y tu sigues pensando en ligar - "¡Ya lo creo! Y no la mayonesa jajajajajajaja"

Al salir de casa, la abuela puso a Pascualita en el termo de los chinos. - ¿Te la llevas? (pregunté molesta) - "Para que vea como se vota por si, cuando vuelva a su hábitat quiere instaurar la democracia" - ¿Votas aquí? - "Noooo. Mi colegio es de postín. De pago y carísimo ¿no ves que soy rica? Pero te acompaño que eres capáz de darte la vuelta y no votar" - ¡Que pesada!

Al entrar en el aula donde estaba mi urna, la abuela saludó a los integrantes de las mesas como si fuese la Reina de Inglaterra para vergüenza mía. De repente escuché gritos: - ¡Señora ¿qué es eso que se ha colado en la urna? - A la abuela se le había quedado el saludo congelado. Ni ella ni yo habíamos visto como Pascualita salía del termo, reptaba sobre la urna y se deslizaba como un gusano a través de la rendija, cayendo en el revoltillo de sobres que había dentro. - ¡Esta urna queda anulada por sabotaje de estas dos indivíduas! (gritó el presidente de la mesa) a la abuela no le gustó que la llamasen "indivídua" y le arreó un bolsazo a quién tenía más cerca.

Bedulio y unos compañeros acudieron a los gritos. Al vernos, el Municipal sufrió un síncope y cayó redondo al suelo. Inmediatamente la atención de todos se concentró en Bedulio. Se oyeron consejos contradictorios a grito pelado, haciéndo fotos con los móviles y enviando mensajes como: "Costalazo municipal" "¡Pepe, mira, un finado!" Otros optaban por hacerse selfis junto al desmayado. Yo aproveché para coger la urna y unos babys de los pequeños alumnos de esa clase que estaban colgados de su perchas, la tapé con ellos y salí corriendo y gritando: ¡¡¡Pidan una ambulancia. Una ambulanciaaaaaaaaaaa!!! Y la gente abrió pasillo para dejarme pasar.

Un rato después, la abuela, Pascualita y yo, brindábamos por lo bien que habíamos salido del atolladero.

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