jueves, 19 de mayo de 2016

Que difícil es hacer un bisznieto.

Ha llegado a Palma uno de los trasatlánticos más grandes del mundo. Y no me he enterado por la prensa ni por la radio, ni por la tele sino por la abuela que, una vez más, ha echo gala de su discreción y me ha llamado a las cuatro de la madrugada para darme la noticia.

- "Nena, ¿te has duchado ésta noche?" - Pues... - "Ya veo que no. Levántate ahora mismo y lávate bien. Quiero verte peinada, perfumada y maquillada, en perfecto estado de revista, cuando venga a recogerte" - ¿Vas a venir... ahora? ¿para qué? - "¿He dicho la palabra AHORA?" - Y yo qué sé, abuela... Estoy dormida. - "¡Pues espabila que a la ocasión la pintan calva!" - ¿Quién se ha quedado calva? - "¡No dices más que tonterías!" - Pero... si has sido tú...

"Cuando venga a buscarte no me hagas esperar una hora. Empieza a arreglarte." - Me costó mucho levantarme. El cuerpo me pedía cama. El cerebro también y yo quería hacerles caso pero la abuela había conseguido meter en mi cabeza un martillo pilón que repetía sin cesar: Vendré a recogerte. Vendré a recogerte...Y acabé metiéndome en la ducha y durmiéndome de pie apoyada en la pared.

A las diez de la mañana el concierto de pitos anunció la llegada del rolls royce. Metí a Pascualita en el termo de los chinos y bajé corriendo las escaleras. La abuela torció el gesto al verme. - "¿No tienes otro vaquero? Te dije que te maquillaras" - ¿Más? - "Ah... ¿llevas maquillaje?"

El camino hasta el puerto fue amenizado con una retahíla de recriminaciones. Después se interesó en saber por qué llevaba a Pascualita. - Tengo que congraciarme con ella porque, desde el día del estreno de su estrafalario acuario multicolor, me tira un chorrito de agua envenenada a la cara cada vez que me ve ¡Quiere dejarme ciega! - "Es lo menos que puede hacer depués del porrazo que se dio por tu culpa"

El barco es impresionante y lo hubiese contemplado todo el día si no fuera porque a Pascualita le importaba un comino. Ella se excitó al oler y ver el mar tan cerca. Quería salir del termo a toda costa. Entonces la abuela dijo:  fíjate cuanto hombre. Hoy no tienes excusa para no cumplir mi deseo." - Pero, abuela ¿y si no me gusta ninguno? - "¿Por qué te tiene que gustar? Tan solo tiene que poner la semillita y tendremos un biznieto como Dios manda" - ¿Asi. Tan frío? - "Coge una manta si vas a estar más cómoda"

Montones de hombres pasaron a mi lado. Todos con la carabina al lado. Encima, eran extranjeros y no podía hacerles entender lo que quería la abuela que, apoyada en la puerta del rolls royce, se impacientaba. Entonces Pascualita saltó al suelo dándose una buena costalada, lo que no le impidió arrastrarse sobre el asfalto por debajo de los coches aparcados, camino del mar.

Corrí tras ella, arrastrándome también. Los turistas dejaron de seguir a los guías y no me quitaban ojo. Luego rompieron a reir a carcajadas y me azuzaban para que siguiera dándo espectáculo. Y cuando salté al agua en pos de la sirena que acaba de tirarse, los gritos de ánimo se intensificaron. Cogí a Pascualita por la mata de algas de su cabeza e impedí que escapara mar adentro a la velocidad del rayo.

Antes de salir del agua escondí a la sirena en mi escote y no paraba de moverse. Cuando los turistas se fijaron en el trajín que se traían lo que pensaban que eran mis tetas, aplaudieron a rabiar y varios de ellos pasaron entre la muchedumbre, sombrero en mano, recogiendo entre todos un buen puñado de euros que después me entregaron.

Después de comer y antes de que empezara la etapa del Giro de Italia, le contamos el episodio a la Cotilla, sin mencionar a Pascualita por supuesto. - ¿El sostén va con pilas? Déjamelo para mañana, a ver si tengo tanta suerte como tu y consigo llegar a fin de mes con lo que gane. - Mientras nos acomodábamos para dormir la siesta , le dije que seguramente el señor Li tendría alguno en su tienda. El mio lo habían roto los extranjeros de tanto sobarlo.

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