viernes, 13 de mayo de 2016

La excepción.

Los del Tiempo fallan más que una escopeta de feria. Está visto y comprobado. Es algo científico. Cuando dicen: Lloverá en Mallorca... ¿Dónde está el chubasco? Ah, si. Ha caído en medio del mar jejejejejeje. Que casualidad.

Pero existen las excepciones. Las jodías excepciones. Se te ocurre salir a la calle SIN paraguas y te cae encima el Diluvio Universal con el Arca de Noé incluída. Esto es lo que me ha pasado.

La abuela, que ha venido a desayunar con Pascualita, se ha sentido magnánima y me ha ofrecido llevarme en el rolls royce hasta el mercado. - "El cielo se está encapotando. Lloverá" - ¿Te duele el callo? - "Lo han dicho en El tiempo" - Entonces, ni caso. - "¿Te llevamos o qué?" - Prefiero estirar las piernas. - "¿Y el paraguas?" - Han dicho que la tormenta, jijijijijiji ¡que exagerados! será por la tarde.

Henchida de vanidad y soberbia, he ido a la compra. El sol lucía en todo lo alto y calentaba, así que he pensado que a Pascualita le apetecería dar un paseo. He dejado abierto el tapón del termo de los chinos para que la sirena disfrutara viendo los artículos del mercado. Ha estado muy tranquila hasta que hemos llegado a la pescadería. El olor o la visión de un holocausto marino expuesto a la mirada de todo el mundo, la ha conmocionado hasta el punto de saltar del termo y caer sobre uno de los puestos de venta. En un santiamén se ha comido un cangrejo. Al cogerla, el pescadero ha creído que le robaba. - ¡Ese pescado es mío! (gritó el energúmeno) - Desde donde estaba solo veía la cola de la sirena. - Perdone pero lo he traído de mi casa. - ¡¡¡Ladrona. Ladronaaaaaaaaaaaa!!!

Bedulio, vestido de Municipal, apareció ante mi. - ¡Oh, no! Ya sabía yo que hoy tenía que quedarme en casa. - Menos mal que estás aquí. Este tío dice que le estoy robando ¿Te lo puedes creer? - Naturalmente. - ¡Menuda ayuda la tuya! - Y antes de que me atrapara, salí corriendo a la calle en el preciso momento en que el resplandor de un rayo me cegó y un trueno fortísimo me dejó sorda.

Mientras corría metí a la sirena en el termo de los chinos antes de que me mordiera. Entonces vinieron los golpes. Pensé que Bedulio y el pescadero me apedreaban: - ¡¡¡Cabroneeeeees!!! (grité) - Me giré hacia atrás y los vi en la puerta de la pescadería, señalándome mientras las piedras seguían golpeándome. Al ver el suelo blanco me di cuenta de que granizaba. Los truenos incrementaron la potencia y una tromba de agua me dejó calada hasta los huesos. ¡Y yo sin paraguas!

Corrí a casa a refugiarme. Me dolían los golpes en la cabeza y chorreaba agua. Y lo peor era ver a Pascualita, con medio cuerpo fuera del termo de los chinos, lacia y desmadejada. - Grité su nombre varias veces pero no se movió. El termo estaba inundado de agua dulce caída de las nubes - ¡Oh, no! Este bicho se ha ahogado y me toca hacerle el boca boca ¡Puaaaaag. que asco! - Poco después y gracias a mis esfuerzos, abrió sus redondos y saltones ojos de pez y vomitó agua directamente en mi boca ¡Coñe!

Llevo media hora bebiendo chinchón y todavía tengo mal sabor.












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