viernes, 27 de mayo de 2016

La discusión.

Ahora no tengo cortinas que tamicen la luz del sol y a penas veo a los ciclistas retorciéndose sobre sus bicicletas mientras suben una montaña tan alta que ni hierbecita tiene. Y no lo veo porque la luz se refleja en la pantalla y así no hay quién se concentre y duerma la siesta como Dios manda ¡Y todo por la puñetera Cotilla y su pasión por Luis Bárcenas!

- ¿No se da cuenta de que si este tío le pudiese sacar a usted algo, lo haría? - ¡Eso sería un grandísimo honor para mi! - ¡La dejaría sin blanca, cabeza hueca! ¿De qué viviría entonces? - Vendría a comer y a tu casa y "limpiaría" los cepillos de las iglesias. - Pero... pero esto ya lo hace, Cotilla. - ¿Te das cuenta? No tendría que cambiar de vida y encima podría contarle a mis nietos que Luis Bárcenas me quitó la pensión, cosa que no puede decir todo el mundo (¡estaba orgullosa, la tía!) - ¿Qué nietos? - Los que tendré algún día. - Como no compre alguno en las rebajas de los chinos, va a ser que no.

A partir de aquí se originó una discusión que fue subiendo de tono hasta volverse virulenta - ¡No necesito al señor Li para nada! ¡Me casaré con alguien que los tenga y seré abuela antes que tu! - ¡¿Ya tiene candidato?! ¿No será de su quinta jajajajajajaja? porque, en lugar de nietos tendrá tataranietastros - ¡¡¡Envidia cochina es lo que tienes, zarrapastrosa!!! (aquello me ofendió muchísimo y le grité rabiosa:) ¡¡¡Repítamelo si se atreve!!! - ¡¡¡Naturalmente, mira: zapatros..., patroz... zapateado..., azpast... Maldita sea!!! ¿Eres sorda? ¡¡¡No pienso repetirlo!!!

- "¿A qué viene tanto escándalo? Me han dicho los vecinos que están en la acera, que abráis el balcón porque se oyen los gritos pero no se os escucha claramente... Y he tenido que dejar abierta la puerta de la calle porque a los de la escalera les pasa lo mismo" - ¡Que se aguanten, no me gusta dar tres cuartos al pregonero! - ¡Ni a mi! (repuse, molesta) - "He dado mi palabra de que abriría y no voy a faltar a ella"

Pascualita daba vueltas sin parar en la parte alta del acuario. Se la veía inquieta a causa de nuestros gritos. Hay que ver lo delicada que es la sirena para éstas cosas y lo bestia que se vuelve cuando menos te lo esperas. Me puse las gafas de sol. Luego recordé haber visto en una revista las fotos de unas hermosas sirenas nadando bajo un mar con un frondoso campo de poseidonia. Las melenas de ambas flotaban a sus espaldas lanzando destellos rojos. Se las enseñé mientras la abuela continuaba la discusión con la Cotilla.

- Mira, Pascualita... son tus primas. - Se acercó hasta aplastar su extraña cara contra el cristal del acuario. Los ojos bizcos giraban en las órbitas buscando el punto ideal para mirar bien. Entonces fijó la vista en aquellas beldades submarinas y la cresta, mezcla de pelo y algas cochambrosas se le erizó y lanzó fuertes dentelladas dedicadas a las sirenas. - Pascualita, tomando impulso, saltó sobre la revista con la dentadura por delante y en menos de lo que se tarda en parpadear, la hizo trizas. Luego saltó a la mesa y de allí al aparador, luego, con una pirueta digna del circo del sol, cayó en lo que quedaba de altar Bárcenas, lo destrozó y acabó su recorrido hundiendo sus dientes en una de las orejas de la Cotilla.

Cuando pude atrapar a la vecina la oreja llevaba camino de superar a las de Dumbo. Y mientras ella bebía chinchón a morro para embrutecer el cerebro y no recordar nada después de dormir la mona, tuve un flasch genial. Si la Cotilla necesitase un logotipo tendría que ser éste: Una gran oreja en una cabeza de tamaño tirando a pequeño. 

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