viernes, 22 de abril de 2016

La bisabuelastra recapacita.

- "Nena ¿tienes un exiliado político en casa?" - Sí. Miraré si todavía vive. - "¿Qué quieres decir?" - Esta madrugada lo he dejado donde cayó al desmayarse. - "¡¿No le has ayudado?!" - ¡Claro que sí.! ¿Por quién me tomas?  - "Por una egoísta de tomo y lomo?" - Pues te equivocas. Le puse una almohada bajo la cabeza para que estuviera cómodo. - "Estará en una cama ¿verdad?" - Eso no. Yo sola no podía y no era cuestión de deslomarme. - "Visto así... Ves a ver si respira"

El abuelito estaba bien.  - Toma el teléfono. Es tu mujer. - Hola..., aaayyyy .... - "¿Ya te estás quejando?" - He dormido en el suelo y me duelen todos los huesos... y tengo fiebre. - "En previsión de ésto, cuando vuelvas a desmayarte házlo sobre una cama o un sofá." - Lo tendré en cuenta, cariño.

- Dice tu abuela que vendrá a desayunar porque tiene algo que contarnos. Espero que no sean malas noticias otra vez. - No pongas la tirita antes de hacerte daño, abuelito. Tal vez la abuela ha pensado algo para evitar que la bisabuelastra de la nota en el púlpito de la Catedral. - Eso también me preocupa, nena.

Las ensaimadas recién hechas esparcieron su aroma por toda la casa. Debió llegar al fondo del acuario porque Pascualita apareció en seguida en el borde. Me la coloqué en el escote y disimuladamente, le di trocitos mojados en cola cao. Notaba el esfuerzo que hacía para saltar en bomba a la taza pero la tenía bien sujeta con el sostén. Pensé que me mordería pero acabó conformándose con comer el rico desayuno que le daba.

- "Llevaré a tu madre a El Funeral a que vea la Pared de los Finados y recapacite sobre lo que le espera dentro de poco" - ¡Uff! (resopló Andresito) Me parece muy drástico. - " Pues tú dirás qué hacemos si al Papa se le ocurre venir. Televisiones de todo el mundo retrasmitirán el elocuente sermón de la centenaria." - ¡No lo quiera Dios!... En fin... si no queda otro remedio... llévala a El Funeral.

Por la tarde, la dos viejas se pusieron de tiros... cortos porque las minifaldas con las que lucieron sus piernas eran la mínima expresión de una falda: Un retal, vamos.

Andresito, Pascualita y yo las seguimos a distancia. - ¿Es necesario tanto brillo, tanta pluma, tanta pintura, tanto tacón, tanto...? - Sí, abuelito. Lo importante es que se sienta atractiva cuando se enfrente a la verdad, así el golpe no será tan duro.

Escondidos entre los clientes de la cafetería no nos perdíamos ninguna de las reacciones de la bisabuelastra. Vimos como la abuela ponía en sus manos una copa de chinchón y la llevaba ante las fotos que casi llenaban la Pared de los Finados. Al principio hubo recogimiento; después las escuchamos reír quedamente para, poco después, soltar ruidosas carcajadas. Los amigos de El Funeral brindaban una y otra vez con ellas.

Nos acercamos, - ¿Qué pasa? (preguntó) - Tu madre es admirable, Andrés. Viendo la cantidad de fotos que hay expuestas ha exclamado que: ¡A vivir que son dos días! Que el día que se muera que le quiten lo bailao y que Para luego es tarde. Que piensa seguir difrutando hasta el último aliento y que éste huela a chinchón. - ¡¡¡Lo sabía!!! (gritó Andresito, desesperado) ¡Ha sido peor el remedio que la enfermedad! 

La Momia se acercó a nosotros. Le brillaban los ojos, no sé si del chinchón o del reflejo de tanta lentejuela. - ¡Que bien que te veo, hijo mío! Corre a la Catedral y di que no quiero misas ni homenajes. Que me los hagan cuando palme. No quiero perder el tiempo entre rezos e inciensos. Tengo que sacarle todo el jugo a la vida y al que se me ponga por delante jajajajajajaja antes de estirar la pata. ¡¡¡Corre!!!

Como un gamo corría Andresito. Yo daba saltos de alegría y el sosten se aflojó, Pascualita no perdió el tiempo. De un salto cayó en la copa de cava de uno de los presentes poniéndolo perdido. De allí pasó a otra y a otra y a otra... hasta que la perdí de vista.


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