viernes, 8 de abril de 2016

Comida en familia.

- "Nena, vamos a venir toda la familia a comer" - ¡Estupendo! ¿Qué vas a hacer? - "Comer en tu casa? ¿No te enteras?" - ¿Harás paella? - "Lo que haré será comer lo que hagas TU" - Solo sé guisar para dos personas, abuela... Bueno, pondré pan con tomate y aceite. - "¿Y qué más?" - Jamón..., queso..., aceite..., tomate... - "¿Es todo lo que se te ocurre? ¡¿Cómo vamos a casarte?! ¡Que cruz tengo contigo!"

Antes de una hora la casa se llenó de familiares: la Momia, su ligue cubano de culito respingón, Andresito, la abuela, la Cotilla (¿cómo iba a faltar ella?). Afortunadamente yo ya tenía la comida hecha ¡y no era solo pan con aceite! En el fondo del cubo de la basura había cinco latas grandes de fabada que tapé con hojas de lechuga y hojas de periódico.

La abuela se puso a Pascualita en plan broche. - "Ahora estamos todos" (me susurró) - Falta el Médico (susurré a mi vez) - "Tiene guardia" (siguió susurrando) - La Cotilla, que no nos quitaba ojo, gritó: - ¡¡¡Secretos en reunión, falta de educación!!! - Se la comía la envidia. - Y siguió pinchando. - ¡Pascuaaaaaal... Pascuaaaaaaaal...! - ¿Es tu novio? (preguntó la Momia) Espero que sea tan fogoso como mi Fidelito y tocarás, cada día, el cielo con las manos. - ¡¡¡Mamá!!! Se más discreta, por favor (le dijo Andresito). - Lo soy, nene. Pero solo por tu falsa mojigatería. A mi me encantaría darte pelos y señales de nuestras sesiones de sexo para que tuvieses a tu mujer en éxtasis orgásmico perpétuo. - ¡¡¡Mamá!!! así no se le habla a un hijo (estaba rojo de vergüenza el abuelito) - ¿Ni aunque le falten dos telediarios para cumplir los cien años? ¡Que soso eres! ¿No sé que vio en ti tu mujer? - "La Torre del Paseo Marítimo" (soltó, tan pancha la abuela)

Nada más empezar a comer se inició un concurso para ver quién adivinaba la marca de la fabada. - ¡Pero si la he hecho yo! (protesté) - "¿Nos tomas por tontas, boba de Coria?" - La Momia golpeó con la cuchara la copa de champan que tenía delante (desde que tenía al cubano en casa, siempre comía con champan) - Quiero haceros partícipe de lo ilusionada que estoy... - ¡Ay, que se me casa mi madre! (se lamentó Andresito) - ¡¿Con lo bien que se está soltera y emancipada?! Quita, quita... Un amante, cuando no te sirve lo cambias por otro, pero un marido cuesta más despegárselo de encima. Estoy ilusionada porque están a punto (o no) de encontrar a una tocaya mía: la reina de Egipto, Nefertiti. - ¿Su momia, verdad? - Por eso digo que es mi tocaya. -  ¿Estará en una de esas dos cámaras que, se suponen,  tapiadas en la tumba de Tutankamón? - No lo sé, pero si la encuentran seré su primera fan ¡Brindemos por la más bella!

De postres había un plátano para cada uno ¡nunca debí hacerlo! Aquella inocente fruta despertó la líbido de las dos parejas que estaban con nosotros. En uno de los intensos abrazos entre los abuelitos, Pascualita se sintió aprisionada y estrujada entre dos cuerpos cada vez más apasionados. Y atacó. Saltó del broche con un fuerte impulso de su cola y cayó dentro de la copa de champan de Fidelito. El cubano, ajeno a lo que se le venía encima, además de la Momia, alzó la copa, puso los labios en ella y sintió el mordisco implacable de los dientes de tiburón. Unos segundos después le fue imposible sacar los labios de allí porque la hinchazón, descomunal, se lo impidió.

Cuanto más saltaba, lloraba y moqueaba el cubano, más babeaba la Momia. Corrí tras él y de un golpe seco rompí la copa y arranqué a Pascualita. Los labios se expandieron y siguieron hinchándose. La sangre corría por el pecho de Fidelito y la Momia aplaudía a rabiar - ¡Que ilusión! ¡El Canibal no lo hemos hecho nunca! ¡¡¡Vamos a casa a ponerlo en práctica, Fidelito!!!

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