lunes, 18 de abril de 2016

Andresito está de capa caída.

- "Que viejo es Andresito. Se me cae el alma a los pies cuando le miro." - Tan viejo como hace dos días, abuela. - "¡Que va! Tenía un año menos" - Los mismo que ahora solo que tu no lo sabías. - "¡Salió Calixta la lista! En dos días se le ha llenado la cara de arrugas. Y camina despacito. Le tiembla el labio, las manos, las rodillas... Hoy, al llevarse la cuchara a la boca, se le ha caído una gota de sopa en el pantalón... Y no creo que la viagra le haga algo. Es taaaaan viejo..."

- Estás exagerando, abuela. El abuelito está como siempre...(Yo quería animarla pero no me escuchaba) "... y los disgustos le afectan muchísimo. Ahora está de capa caída por que la Momia a despachado al cubano Culito Respingón y ya le habíamos tomado afecto" - ¿Qué ha pasado? - "Le ha dicho Adios, muy buenas, porque lo encuentra mayor" - ¡¿Quééééééé?! ¿La Momia encuentra mayor a ese chico? ¿Cuántos años tiene? - "Ha cumplido veinticinco. Ella dice que para dos telediarios que le quedan, lo que coma que sea tierno" - ¡Lo que hace tu suegra debería estar penado por la Ley!

Andresito llegó poco después de que la abuela se hubiera marchado con la Cotilla. - Hola, abuelito... ¿y esa cara? - El mundo que yo conocí se está derrumbando. Mi casa es un caos. - ¡Vaya! - Mi madre se ha vuelto una ninfómana en busca de carne joven. - ¡Jopé! - Mi mujer dice que envejezco a marchas forzadas. - Deberías esconderle la botella de chinchón (le aconsejé) - Mi madre quiere ir a Cuba a elegir cubanitos. No puedo dejar que vaya sola pero, me temo, que no saldremos de aquella isla en cuanto las autoridades descubran a qué vamos. - No será para tanto... - Ya lo creo que sí. Y encima soy el hazmerreir de mi Partido porque soy honrado... snif, snif... (lloriqueó)

Tenía que subirle la moral al abuelito. - La Cotilla ha traído cruasanes ¿te hago un café con leche y te comes alguno? - No, gracias. Solo faltaría que me rompiera un diente. - Le dejé solo en la salita con la televisión puesta, así podría dormir un ratito. Pero la tranquilidad duró poco porque le oí despotricar contra corruptos de todo pelaje. - Al final será cierto que soy el único honrado de mi gremio. Es descorazonador. Cómo he podido caer tan bajo. - ¡¡¡Abuelito!!!

Pascualita subió hasta el borde del acuario. Le intrigaron mis voces. Seguramente se acababa de despertar porque sus ojos bizqueaban al mirarme. Entonces entraron la abuela y la Cotilla hablando de sus cosas y yo hundí, bravamente porque no llevaba el guante de acero, a la sirena en el agua de mar, para que no la viera la vecina. La abuela preguntó - "¿Quién llora?" - Andresito. - La Cotilla se sobresaltó - ¡¿Qué le has hecho, alma de cántaro?! - ¡Nada. Lo juro!

La abuela frunció el ceño. No le sentó bien que su marido montara un espectáculo en mi casa. Antes de entrar en la salita pasó por el acuario. Con Pascualita, disimuladamente, en las manos se acercó al abuelito. Entonces apretó al pobre bicho hasta casi asfixiarlo y la dejó caer, con fuerza, en la entrepierna de Andresito. La rabia de la sirena era incontenible y mordió a diestro y siniestro. El escándalo fue mayúsculo y subió de decibelios cuando arranqué a Pascualita de un tirón seco.

Cuando unas horas después los abuelitos se fueron a su casa, el iba cojo perdido, andando como si acabase de perder el caballo, mientras ella lucía una sonrisa de oreja a oreja. Antes de cerrar la puerta les deseé buen viaje a Cuba. - Creo que... ay... no voy a poder... ir... (dijo él) - "Puedes estar seguro" (sentenció ella)

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