viernes, 29 de abril de 2016

¡Anda qué...!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¡Traigo el desayuno! ¡Tachín, tachíííííííín! (anunció la Cotilla haciendo sonar dos tapas de cacerolas en plan platillos) - ¿Es necesario tanto escándalo a éstas horas de la mañana? - ¿Cómo vas a aprovechar el día si a las ocho aún estás acostada? ¿Crees que los novios vendrán a casa a buscarte? - Aún no me he lavado la cara... - ¡Si es que ya no son horas de tener legañas! Prepara la tostadora que traigo pan de esta semana para desayunar. - ¿De qué día de ésta semana? - Que quejica te has vuelto. Es síntoma de envejecimiento. Se te pasará el arroz cuando menos te esperes, alma de cántaro.

El pan era tan duro que ni las gallinas lo querrían y no pudimos tostarlo porque se partía así que lo usamos para migarlo en el cola cao. De repente, desde la calle subió un clamor de vocinazos anunciando la llegada del rolls royce de la abuela. - Verás que contenta se pondrá cuando vea el desayuno que, gracias a mi, has preparado. - Huy, sí. Tocará las castañuelas de la alegría. - No te extrañe, siempre ha sido muy jaranera.

La abuela traía una risa floja que a penas le dejaba hablar. - ¿A qué viene ésto? - "Viene por una noticia que he visto: Una empresa española ha construido un puente levadizo en Chile" - ¿Y? - Andresito tendrá acciones en la empresa y se habrán vuelto a forrar, sino no entiendo la risa (la voz de la Cotilla sonaba a pura envidia cochina) Si es que ya lo dice el refrán: dinero llama a dinero. Y yo sigo a dos velas y sin llegar a fin de mes ¡Si hay derecho a ésto que venga Dios y lo vea!

Cuanto más se enfadaba la Cotilla, más se reía la abuela. Cuando el color de la cara de la vecina llego a un peligroso tono morado, pensé que había llegado el momento de intervenir: - Ya está bien, abuela. Le va a dar una apoplejía a la pobre mujer. - ¡¡¡Tú lo has dicho!!! (gritó fuera de sí la vecina) ¡¡¡Pobre. Esto es lo que soy. Pobre como una rata!!! - Beba un chinchón y vaya después a la salita a encenderle velas a sus gurús... pero no crea que esto va a ser así todos los días. Es que no quiero que le de un ataque en mi casa por si me la pone perdida de vómitos o vaya usted a saber de que clase de guarradas.

Al quedarnos solas, la abuela cogió a Pascualita, sentándola en la mesa de la cocina y poniéndole delante una foto. - ¿Esto qué es? - "El puente del que os he hablado... jijijiijijiji ¡Ya estamos otra vez con la risa. Si es que no puedo mirarlo!" - ¿Qué tiene éste puente que no tengan otros? Es mono. - "Pascualita ¿a tí qué te parece?" - La sirena, bizqueando, intentó enfocar la vista sobre la fotografía y le costó un poco. Cuando, finalmente lo consiguió, sacó su dentadura de tiburón a pasear. - ¿Qué le pasa a ésta? - "Que, en tocante a inteligencia, te da siete vueltas y media" - ¿De qué estaba hablando la abuela? Yo no veía nada raro, a parte de estar partido por la mitad pero, si era un puente levadizo, era normal... ¿no? ¡¿Y por qué tenía que comparar al bicho ese conmigo? Siempre salgo perdiendo, según la abuela.

- Nena, ¿le diste vacaciones a tu neurona y aún no ha vuelto? Porque tiene que ser eso o es que eres más tonta que un adoquín... El puente está construído ¡AL REVÉS! boba de Coria" - A ver... ¿Al revés?... ¿Seguro?... ¿Al revés, por qué? ¿Por qué tú lo digas? (seguía sin nada raro) - La abuela marcó un número en su móvil y me lo pasó - ¿Con quién quieres que hable? (dije, extrañada) - "Con la empresa que lo ha fabricado" - ¿Y qué digo? - "Pregunta si es verdad" - Cuando descolgaron, lo pregunté y tuve que apartar el teléfono de mi oreja cuando gritaron: - ¡¡¡Anda y que te den, gilipollas!!!

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